7/31/2016

Bitácora de viaje – Día 14 – Barcelona

Ròser y Enric son dos amigos de Barcelona a quienes queremos muchísimo. A ellos les interesa  reconocer aquellos recónditos lugares de su ciudad y disfrutan tanto al descubrirlos como al hacerlos conocer. Para hoy, la idea era encontrarnos con ellos, pasear por las callejuelas del Barrio Gótico y almorzar para contarnos las cosas de amigos que nos estábamos guardando desde la última vez que nos vimos.


Arrancamos por una de las entradas al barrio y comenzamos a perdernos entre lo viejo y lo nuevo que significa pasear por esas callecitas. Encontrar esos pequeños espacios libres que se han convertido en plazoletas con sus barcitos donde es posible detenerse a tomar un agua, una cerveza o una horchata. 

En algunas paredes figuran las cerámicas donde se indican algunos hechos que la historia no quiere olvidar como quien ha vivido en este lugar o aquel otro. O donde los niños pueden jugar al aire libre, particularmente en este verano en que ya estaba pareciendo tórrido. 

Una de esas plazas es la de Josep Oriol. Es hombre fue un cura de los años 1650, benefactor de los pobres y de los enfermos. E a él a quien se le dedica esta plaza y esta calle junto a la iglesia de Nuestra Señora de Pi. 

Dicen que dicen que el sacerdote decía: “Desearía más  que la muerte me encuentre entre las manos de una mujer  que dos duros en el bolsillo”, un ideal de pobreza y solidaridad que aún se le reconoce. A su lado la Basílica de Nuestra Señora de Pi (del Pino). Construida en el S.X, tuvo varias construcciones hasta la versión actual. Se cementerio quedó tapado por las calles y es un sector de mucha circulación de gente.


Unos metros más, en otra plazoleta nos encontramos con un mural que llama seriamente la atención. “El mundo nace en cada beso”. O eso debió pensar Joan Fontcuberta al completar la mural foto mosaico que hoy luce. En Barcelona también se respira amor: un amor más libre, menos romántico quizás; más artístico, pero, al fin y al cabo, amor. Un amor en forma de beso gigante que, a pesar de llevar casi dos años decorando una pared de la plaza Isidre Nonell (2014), sigue siendo tan desconocido  para barceloneses como para los turistas. 
Realmente una belleza de composición artística. Y en la gráfica explicativa que se encuentra en uno de su costado, hay una cita del escritor norteamericano Oliver Wendel Holmes (S. XIX): “El ruido de un beso no es tan ensordecedor como el de un cañón, pero su eco es más duradero”. Tremendo mensaje.


Ya era tarde e iniciamos la búsqueda de un lugar para almorzar. De todos modos fuimos a uno de los lugares sorprendentes de esta Barcelona antigua. “Els 4 Gats”. Un restaurant abierto por primera vez en 1897 siendo cervecería, cabaret, lugar de la bohemia intelectual de fin de siglo. Y por su arquitectura no deja de ser un referente del modernismo catalán. 


Uno de sus creadores fue el pintor Rusiñol y Ramón Casas, siendo el lugar por excelencia elegido por Picasso para realizar su primera exposición individual. También Gaudí pasó por allí, al igual que Woody Allen quien filmó aquella película “Vicki Cristina Barcelona”.
Muchísimas personalidades han almorzado o cenado en sus mesas y se las puede observar en la infinita cantidad de fotografías y dedicatorias que el local tiene. Independientemente de ese sentido glamoroso, se come muy bien. 


Disfruté una pierna de cordero en hierbas muy bien preparada y presentada. La cuenta no era como para suicidarse. En Barcelona se come muy bien en los mejores lugares y con precios accesibles.



Caminamos unas cuadras más hasta el centro y nos despedimos. Recordamos una mala noche en el Aeropuerto y decidimos acostarnos temprano. 





Gracias Rôser y Enric. Ojalá nos veamos pronto. Mientras tanto cuídense y pásenlo de lo mejor.

7/30/2016

Bitácora de viaje – Día 13 – Londres

Luego del desayuno preparamos las maletas e hicimos el check out del hotel. Como el avión hacia Barcelona lo tomaríamos muy tarde, tendríamos varias horas para andar y por supuesto con una decisión: relajados. 

Nada de andar corriendo buscando las cosas que nos faltaban ver. Nos falta mucho. Es como para volver. Con esta conclusión sacamos los tickets de metro y bus para todo el día y nos  largamos. La primera parada a pocas cuadras de nuestro punto de partida (el Hyde Park) fue dirigirnos a Nothing Hill, descubrir el barrio, conocer el mercadillo del Portobello y tener una imagen de este barrio. Por supuesto que una vez llegados a NH tomamos la dirección contraria y en lugar del Portobello nos encontramos con la calle de los anticuarios y de los objetos raros. 

Todo cerrado aún pero aprovechamos para mirar sus vidrieras. Desde impresionantes juegos de porcelana hasta sillas con clavos (porque el “amor duele”), desde cuadros de mucho valor hasta pins de todo tipo nos acompañaron durante las varias cuadras. El barrio es hermoso, con apariencia de tranquilo y acogedor. Los vidrieras ofreciendo pisos en alquiler indican que es un barrio caro, muy probablemente después que Julia Roberts y Hugh Grant pasaran por allí.
Reconstruido nuestro itinerario llegamos al Portobello. 

Mas que un mercadillo parece un escenario de cine. Con sus calles angostas, empedradas y sus tiendas ofreciendo lo mismo en todos lados, hace de este pequeño punto un lugar pintoresco, agradable. De todos modos, no nos asombramos con un Uahhhhh! Grandote. Hicimos varias cuadras, tomamos fotografías, preguntamos precios, tocamos los objetos y nos fuimos. 

El sistema de bus y metro es muy eficiente. Desde la misma parada que es un punto de referencia e información importante: Te dice dónde estás, donde podes ir con el micro que para ahí, donde paran los micros en el barrio, desde donde y hacia donde van. Un lujito informativo. En el centro, esas mismas paradas tienen carteles electrónicos. Por supuesto, ningún grafiti y cero vandalismos. Siendo un recurso social se lo respeta y mucho.


El próximo punto fue Harrods. No sé porque fuimos. Por ahí, por algo de cholulismo o para conocer. De todos modos, te impresiona. Creo que si hay que hablar del capitalismo y del consumo global, es ahí el escenario adecuado. Una manzana  por varios pisos hace que los más de 100.000 metros cubiertos para la atención de un comercio sean algo imponente. Se origina allá por el 1830 como una casa de té y comida hasta transformarse en la actualidad en un monstruo de 5000 empleados con todas las marcas del mundo de todas las cosas. Marea. 


Desde porcelanas hasta relojes. Desde juguetes hasta perfumería. Desde libros hasta fiambres. No creo que el inglés medio compre allí. De todos modos existe.

Un rato después estábamos en la calle nuevamente. El barrio del Knighstbridge es muy hermoso y se encuentra situado al sur del Hyde Park y en pleno centro de Londres, a pocas cuadras de todo lo que hay para ver.

Ya era tarde. Decidimos tomarnos una merienda con frutas y jugos en un pícnica en el Hyde Park, ya como despedida. En un rato llegaría el transfer para llevarnos a Gatwick y hacer nuestro paso a Barcelona.


El tránsito del lunes fue infernal y llegar al aeropuerto una locura. Lo peor sucedió después. Con horario de salida a las 8,30 el vuelo no despegaba ni tenía información. Quedamos encerrados en la belleza de un aeropuerto pero encerrados. 

A eso de las 10 de la noche cerraron los cafés. Luego de varias horas de espera, el murmullo entre los pasajeros se hizo mayor y del murmullo se pasó a la protesta. Del área de la aerolínea denunciaron a uno de los cabecillas. Vino la policía y se lo llevó. Sin violencia pero sin respeto. “That is the Law” fueron las palabras y lo sacaron del aeropuerto. Esto da para pensar y es uno de los temas característicos del Londres actual. La ley existe y es fuerte y contra ella es difícil actuar.

Londres impresiona. Es moderno, una gran capital, el centro del capitalismo mundial. Todo el dinero está ahí. Los grandes capitales quieren vivir allí. Sin desmerecernos están muy adelantados. Mucho. En muchas cosas. Orden, arquitectura, ciencia, técnica. No nos hemos movido del espacio turístico por lo que desconocemos el  underground de los que no están tan bien y cómo este avance en “mucho” los afecta. No lo sé, aunque podemos imaginarlo. El tema lo dejo abierto.

El avión salió con 8 horas de demora. La demora nos multiplicó el cansancio, pero no incidió en nuestro humor ya que decidimos que era un problema más del viaje y no el más importante. Mañana la seguimos desde Barcelona.- 

7/29/2016

Bitácora de viaje – Día 12 – Londres

No quisimos perder tiempo y aprovechamos dos x uno. El bus turístico (The Big London) no solo nos llevaría a donde queríamos visitar sino que a la vez sería de medio de transportes para este día. Debíamos tomarlo en la esquina del hotel, frente al Hyde Park y volveríamos por la tardecita al mismo lugar.


El primer objetivo fue el British Museum. Es el más grande y probablemente el más visitados de los museos. Sus colecciones abarcan todos los temas, desde los arqueológicos, históricos, hasta los temas menores de interés para la gente. Mucha gente y por supuesto, nuestra tradicional afirmación de que “los ingleses se robaron todo”. Y ahora la muestran y gratis. 


Esta afirmación parecería grosera pero en estos días ha aparecido una información de algunos diputados británicos, que – luego del brexit – presentaron en Westminster un proyecto para devolver los famosos “mármoles de Elgin” a Grecia. Corresponden a los frisos del Partenón de Atenas. 
De este modo, pero ahora por parte de los ingleses se vuelve a poner otra vez sobre la mesa lo que significa el “patrimonio” y la “identidad cultural” de los pueblos. No sé en que terminará esto, pero no creo que por ahora los “mármoles” cambien de lugar. 
De todos modos, apreciar la belleza de los mismos y muchas otras cosas “robadas” y “muestreadas”  es interesante. Creo que todos los museos (incluidos el nuestro, de La Plata) tienen cosas de las que por razones patrimoniales se tendrán que desprender alguna vez (pero ese es otro tema=.
El paseo interminable por las salas interminables del museo (queda bien la frase) se hizo eterno y corto a la vez. Descubrir aquellas piezas que uno admiró siempre en las fotografías de los libros de historia, verlas ahora generaban ese sarpullido de pelitos de la piel que se te paran. 
La roseta
Esa emoción se transformó en éxtasis frente a la piedra “de la roseta”, ese trozo de mármol que encontrado por las tropas de Napoleón permitió la interpretación de toda la estructura jeroglífica de la cultura egipcia. Emoción, momentos admirando como si uno pudiera sacarle información y por supuesto, no en soledad, ya que todos el mundo pensaba lo mismo que nosotros, y éramos muchos en el mismo momento.

Y así fuimos pasando de sala en sala hasta que necesitamos un rato de descanso. Nos sentamos, un poco de agua y a seguir. El próximo paso, la Iglesia de St Pauls. 





Es la Catedral y sede de la iglesia anglicana, colocada en el lugar más alto de Londres. Comenzada su construcción en el año 604 se la transforma en un estilo barroco ya el S. XVII, luego del gran incendio de Londres de 1666. Mucho de esta ciudad tiene que ver con ese famoso incendio. Su gran cúpula es vista desde gran parte de la ciudad y no quedó seriamente dañada durante el gran raid bombardero de Alemania en la II Guerra Mundial., aunque algunas bombas detonaron y produjeron muchos destrozos. Muestro una hermosa y terrible fotografía de época tomada por el fotógrafo Herbert Mason desde la azotea del Daily Mail en Tudor Street, mostrando la catedral envuelta en humo.





Nuestra tercera visita se dirigió al Tower Bridge (El Puente de Londres), que cruza al Támesis. Mezcla especial de puente colgante, basculante y palacio medieval. El diseño era un puente basculante de 244 m de longitud y 7 m de anchura, con dos torres de 65 m de altura. La distancia central de 61 m entre las dos torres se divide en dos levas, que pueden elevarse hasta un ángulo de 83 grados para permitir pasar el tráfico fluvial. A pesar de que cada leva pesa más de 1000 toneladas, están contrapesadas para minimizar la energía requerida para elevarlas, lo que lleva un minuto... Actualmente, la maquinaria hidráulica original todavía abre el puente, aunque ha sido modificado para utilizar aceite en lugar de agua, y motores eléctricos han sustituido el lugar de las máquinas de vapor y los acumuladores. Las antiguas salas de máquinas están abiertas al público. El puente fue inaugurado en 1894, seis años tras ocho años de construcción.


Muchísima gente circulando en ambas direcciones caminamos la totalidad del puente y de los accesos. Y se obtienen las más hermosas fotografías de la Londres moderna que comienza a aparecer en los nuevos barrios con sus edificios de cristal y titanio.




Siguiendo las posibles combinaciones del bus turísticos nos acercamos hasta el Palacio de Buckingham para observar sus parques, el palacio de la monarquía y la gente (mucha) que al igual que nosotros, compartía el pobre sol que había salido en esos momentos.


 El Palacio de Buckingham sirve a Su Majestad la Reina tanto de despacho y residencia como de cuartel general de la administración de la Casa Real en Londres. 
Este es hoy en día uno de los pocos palacios reales en activo que quedan en el mundo. En la actualidad, los Salones de Estado son utilizados frecuentemente por la Reina y otros miembros de la Familia Real para recibir y agasajar a sus huéspedes en visitas y ceremonias oficiales. En los meses de agosto y setiembre, durante las vacaciones anuales que la Reina hace en Escocia, los 19 Salones de Estado del Palacio son abiertos al público para visitas.

Luego de dar unas vueltas por el parque y sentarnos a aprovechar los momentos de sol, volvimos al bus como para iniciar el regreso a nuestro hotel. Habíamos optimizado mucho los tiempos y pudimos observar algunos lugares muy especiales como  Picadilly Circus, las orillas del Támesis y la Abadía de Westminster. Paseamos por su parque pero ya era tarde para ingresar. Nos quedamos con las ganas. La estructura gótica normanda nos sobrepasaba. Algunos intentos de sobrepasar las líneas fueron impedidos por los servicios de guardia que con un simple “Time out”.



De vuelta al Hyde Park y previamente a retirarnos al hotel fuimos a buscar un restaurant italiano para comer una pizza con un par de cervezas. Estas estaban buenas. La pizza, a esperar. Las argentinas  siguen siendo las mejores. Ni hablar de aquellas que sirven en “Los inmortales” en la calle Corrientes.