7/03/2013

Bitacora de viaje. 2013. Dia 2. Frankfurt am Main







Bitacora 2013. Dia 2. Frankfurt am Main


Amaneció con mucho frío. Casi polar para el primer domingo en Alemania. De todos modos no nos quedamos y salimos a caminar. Ya teníamos una idea por lo que, comenzamos caminando por una de la ribera izquierda del Maine. Mas crecido que ayer y muy correntoso.

 Comenzamos a interpretar que las lluvias en el sur este de Alemania, en la zona de Passau, Zwikau y Dresden,



no sólo inundaban aquellas zonas, sino que también hacían crecer los ríos interiores del Centro de Europa.
 Días después nos enteraríamos que estaban la mayoría de los grandes ríos, todos desbocados, el Zalzach en Salzburgo, el Moldava en Praga y el Danubio en Viena. A veces estos acontecimientos en un país distinto te obliga a estudiar su propia geografía.

















Nos internamos por las callecitas del Sachsenhausen. Es un barrio muy bonito, paquete y ordenado. Casas y urbanizaciones muy cuidadas. Limpieza total. En esa ribera se encuentran infinidad de museos. Es Die Museumsufer (la ribera de los museos). El de Bellas Artes, del Cine, de diseño. De Historia Natural, de las comunicaciones. Increíble. Con hermosas edificaciones recicladas a museos. La ribera no deja de ser un paseo hermoso para toda la gente, los que corren, los que hacen gimnasia, los caminantes y ciclistas, los padres en bicicleta con su carrito atrás donde va su niño, o alguno ya mas grandecita anda en su bicicleta sin pedales, avanzando con los pies.

El tránsito nos obligó a ser cuidadosos con los semáforos, cruzar cuando te corresponde y no andar por las sendas de las bicicletas. En Europa, no se si por sus reglamentaciones, en la práctica, el ciclista tiene prioridad. Increíble. Y donde te descuidas te llevan por delante. En el menor de los casos, algún timbrazo desde cincuenta metros y un murmullo vocal que en Argentina olería a putiada.

Cruzamos el río porque me interesaba ver el Museo de Historia y la grandiosa estatua de Carlomagno al que una vez dediqué un cuenta. Todo en restauración y la estatua, guardada.

 Caminamos unos metros  y nos adentramos en el centro propiamente dicho. Ahí se encuentran los tres edificios, entre los que se destaca el Römer, en el que habitó el ayuntamiento de la ciudad por más de seiscientos años. Ahora son oficinas públicas alrededor del Mark en la plaza Römerberg.  Todos estos edificios con el clásico estilo de Frankfurt fueron destruidos durante la segunda guerra y reconstruidos. Salvo una manzana en la que – dice la gente – se construyó un edificio inapropiado. Ahora lo han tirado abajo y están reconstruyendo todo de acuerdo a los planos originales del Medievo.



Cuando se camina bastante, se tiene hambre y se desemboca en algún lugar ad hoc. Esta vez fue la Taberna del Sach para probar: “Bratwurz mit Sauerkraut und Purée”, comida sencilla, barata y acompañada (obvio!) con la Bier local que se produce a dos cuadras de donde paramos y que cuando pasamos enfrente, se aprecia el aroma a levaduras y a cerveza en ebullición.
Por la tarde, siesta y lobby para descansar. El jetlag del viaje aparece en el segundo día, donde el tiempo biológico no es igual al dia cotidiano. Amanece muy temprano y anochece a las diez de la noche, por lo que tenemos un día muy largo y la luz solar te estimula a andar y andar. Por eso, nos sentamos en el lobby del hotel, a tomar unos mates, a charlar un rato y a observar a la gente. Y de paso, bajar un cambio…
Vimos como el Hotel se “tragaba” literalmente a cientos de turistas que llegaban bajo el formato de “grupos turísticos globales” (coreanos, japoneses y chinos) y algunos especiales (argentinos, brasileros y colombianos und so weiter),. Arabes e hindúes venían por su cuenta pero a raudales. Todos entraban en el hotel. No ví salir a nadie de ese grupo.



Enfrente de nuestro hotel un Cementerio. Muy cuidado. Con mi natural curiosidad volguense la invité a mi mujer y nos adentramos en el hermoso parque. Muy cuidado, lleno de verde. Las tumbas se caracterizaban por una lápida y un pequeño jardín sobre el túmulo. Flores y plantas. Las lápidas muy simples. Algunas con cruces, otras no (la mayoría).  Vi un reflejo del respeto por los antepasados, sentimiento que existe también en nuestra comunidad volguense. La lápida de piedra es lo único que vence al tiempo, las flores y las plantas expresan el tiempo corto de la vida. Entre las tumbas algunos símbolos clásicos, otros naif, o alguno muy significativo para el gestorbet, como forma de recordarlo de un modo especial. Los farolitos con velas encendidas, otro clásico entre el follaje verde. Este color intenso lo asociamos a la gran humedad que se sentía, particularmente a lo largo del día frío que habíamos pasado.

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