1/31/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 10. Último.

Normalmente el último día de un viaje es un bodrio. Preparar la vuelta, maletas, pasajes, chek in por la web, chek out del alojamiento y maletas en consigna.  Los encargos olvidados y los  programas de viaje dejados para el último día.
Así fue cuando ese lunes nos enteramos que TODOS los museos se encontraban cerrados con lo que nos quedamos sin nada. Sin “La Chascona”, la casa de Neruda en Santiago,  en honor de su gran  amor, de cabellera revuelta y enmarachada, Doña Matilde. Sin el Museo de Bellas artes, sin el Museo de Don Benjamin Vicuña Mackena. Y por supuesto el calorcito de Santiago que no te permitía muy largas caminatas…
En el Frutillar

En Valdivia


Revisar las fotografías nos permitió encontrar algunas cosas sueltas no mostradas durante el desarrollo del viaje pero que suelen ser originales, o disparatadas como las que siguen: un banco de una plaza en Pingupulli, estatuas de arena en Viña del Mar, una palmera mal ubicada en un edificio de Viña. Disparate total. Y otras más
En Paguipulli

O las flores de los jardines vecinos que siempre son más hermosas,  que las propias.
O nosotros mismos que realmente no nos hemos fotografiado ya que como nos conocemos no necesitamos mirarnos dos veces.

En la Sebastiana


Con lo que este último día fue más bien tan tranquilo que lo dedicamos a caminar un poco por las calles de Providencia, mirar sus comercios, sus vidrieras, asombrarnos por sus liquidaciones de altos porcentajes  de descuento inversamente proporcionales a la calidad de la ropa. La ropa buena, siempre cara. Los restaurantes nos han salido como en Argentina. Por ahí un poco más caros que los nuestros. Pescados y Mariscos siempre es lo más caro en todas las cartas revisadas. Algunos gustos nos hemos dado. Al igual que los postre, en algún caso excelentemente presentados. En un restaurant italiano en la Av. Providencia almorzamos unos exquisitos spaguettis con grutti di mare y algunos pescaditos incluidos.


Y cuando el calor apretó nos quedamos tranquilos leyendo y revisando fotografías en el lobby  a la espera del transfer que nos llevaría al Aeropuerto. Por supuesto que el avión salía bastante tarde a la noche por lo cual nuestro tiempo de espera fue bastante. De todos modos, todo pasa y uno encuentra cosas por hacer. Cuando nos quisimos acordar estábamos atascados (taco) en algún lugar camino al aeropuerto y el tiempo comenzaba a acordarse. Varios jumbos por salir en el aeropuerto nos hacia ver que había mas gente que en las plazas rumbo a no sé qué lugares (aunque todo parecía indicar que la mayoría viajaba a Miami).

El viaje a Chile se acabó. Tuvimos la suerte de contar con un guía inteligente y sensible, Patricio Aresti, a quien agradecemos su constante acompañamiento y preocupación. También un agradecimiento a Mauricio, el chofer que nos transportó a lo largo de 2500 kilómetros con absoluta profesionalidad. Ni una sola frenada brusca, habla muy bien de la atención puesta por nuestro piloto.



Gracias a esas personas que al primer día del viaje, fueron totalmente desconocidas y que luego, al final,  te las encontrabas   a cada momento con cariño y cordialidad (en el comedor,en el ascensor, en algún paseo, o incluso en asientos contiguos en el avión de regreso  Muchas gracias a Sussy,  a Laura, a Adolfo, a Marta y José Luis. De todos ellos nos quedamos con algo, con parte de sus sonrisas o de su seriedad,  de sus reflexiones,  del buen humor , de sus preguntas o de sus aguantes. Suponemos que ellos también tendrán algo de lo n uestro. Es uno de los mejores detalles de un viaje compartido.
Y un agradecimiento especial a Noelia y a Carlos Lombardi, personalizando a Confort Turismo de La Plata que nos han organizado y programado un excelente viaje y que hemos vuelto con la satisfacción de haberla pasado muy bien.

Pasear, recorrer, hablar, detener a alguien para comenzar por una tontera y quedarte hablando treinta minutos, comprar y preguntar te vincula con la gente del lugar. Con la hermosa gente del lugar que,  cuando habla de Argentina por primera vez estaba en primer lugar San Martín, de quien guardan eterna generosidad. Esta gente ha sido magnífica en todas las cosas, lo que genera el marco de satisfacción completa.


 Hasta dan ganas de volver en el tiempo, unos cuarenta y cinco años atrás en el que hicimos nuestros primer viaje y gritar lo que gritaba su gente en los días calientes de las elecciones del 70: ¡Viva Chile, mierda!

A nuestros hermanos chilenos, muchas gracias.
Y, por supuesto, muchas gracias a todos los lectores. ¡Será hasta el próximo viaje!

1/30/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 9. Valparaíso y Viña del Mar

No resultaba el mejor día para llegarnos hasta la costa. Nubes bajas, muy típicas de Santiago, gotas finas de lluvia esquiando sobre los cristales de la van, prometían poco de lo mucho que queríamos pasear y recorrer.
Una parada obligada. Totalmente diferente a lo que vimos en nuestros viajes. Una Vinoteca. La mitad salón comedor para bar, desayuno y comidas. La otra mitad una expo completa de vinos para mirar y llevar. Una barra separadora de los dos grandes ambientes, la zona de degustación de las distintas ofertas de vinos, sus gustos y varietales. Empleadas sommeliers invitaban y explicaban los sabores, los aromas, sus valores y lo hacían en castellano, inglés, portugués. Por supuesto que terminado el rito del sanitario, hicimos la degustación y la compra de un botellín de tinto “carmenére” que lo saborearíamos a la vuelta. Me pareció que el dueño del local tenía una visión estupenda del negocio.


Valparaíso se nos presentó con las nubes bajas que no esperábamos. En algunos momentos la llovizna nos obligaba a guarecernos debajo de “algo”, que bien podía ser nuestro propio sombrero. El puerto no reconocimos a medias ya que detrás de las coloniales fachadas se levantaban unos cubos de cemento y vidrio que parecían que no tenían nada que ver con el lugar, teniendo como fondo esa inolvidable postal que cada uno llevamos del cerro lleno de caseríos de todas formas y colores. Un despampanante crucero, amarrado al puerto, nos indicaba que cualquier lugar donde fuéramos estaría colapsado.


No hace falta indicar nada sobre esta ciudad puerto porque es de todos conocida. Mucha gente recuerda la ciudad por los grandes incendios. Tanto el de 2013 como el del año pasado. Este último segó vidas humanas y sus llamas se arrastraron por lo menos por diez cerros de los tantos que constituyen su ciudad. El mar, con su inmensa bahía que recordábamos haberla visto de noche, toda iluminada. Al mar le sigue el puerto y sus bordes, luego los centros marítimos comerciales y financieros y luego los cerros donde sus habitantes desarrollan la vida cotidiana, con sus callecitas angostas, sus elevadores del siglo XIX y la sede su congreso nacional.




Los cerros de Valparaíso poseen características urbanas y sociales diferentes unos de otros. Tienen sus propias calles y escaleras de acceso y muchos tuvieron o tienen el ascensor que los une al plan. Están sus almacenes, sus agrupaciones, su vida comunitaria, en otras palabras, son unidades reconocibles que conforman barrios e identidad.  Una de estas instituciones claras son las de los bomberos, que tienen sus propias identidades de origen, producto de la llegada de los inmigrantes y su sentido solidarios: bomberos germanos, estadounidenses, ingleses, irlandeses. Sus móviles conservan sus formas  y logos identificatorios.


Una identidad tan fuerte que incluso ocurre que gente de un determinado cerro conozca otro solo de nombre, o que los porteños que viven en otros lugares de Chile o el extranjero se reconozcan entre sí por el cerro del que provienen, más que por la propia ciudad. El 02 de julio de 200327 los 21 miembros del Comité Ejecutivo de la Unesco reunidos en París, decidieron declarar Patrimonio de la Humanidad al centro histórico del puerto de Valparaíso.
Subimos uno de los cerros para visitar “La Sebastiana”, una de las casas de Neruda. Tal como lo dicho, colapsada por turistas (del crucero). Sólo pudimos dar una vueltita. Nos quedó el regusto amargo de no visitar las habitaciones de la casa y trasladarnos imaginariamente a las vivencias de nuestro querido escritor. Bien ambientada y arquitectónicamente presentada, su mirador es lo que nos permitió ver la bahía de Valparaíso, en un momento en que las nubes nos hicieron una cordial ventana y nos permitieron disfrutar esos momentos.







Viña del Mar tiene su costanera muy similar a la que vimos en nuestro viaje anterior, aún cuando se le adosaron miles de condominios y construcciones que la presentan como una verdadera joya para el turismo chileno e internacional. Recorrimos su costanera, almorzamos muy bien y nos sorprendieron con un postre exquisito (que compartimos con mi mujer).



La edificación, si bien resulta clásica, tiene algunas excepciones que llegan hasta lo imaginariamente desopilante como imponer una palmera de cuatro pisos en uno de esos raros edificios.


Para el museo de Viña del mar llegamos algo tarde pero pudimos tomar contacto con el Moai que exhiben en el mismo. Una verdadera joya documental que según me han dicho volverá a sus tierras de origen. El Moai. Un testigo ,de no más de tres metros de altura, de la historia y la cultura de la Isla de Pascua. Dicen que hay varios en Chile y una decena en Europa (lo clásico de la depredación del arte). Solo que estos moais no parece que puedan volver a instalarse en su tierra Rapa Nui. De simple belleza uno se hace muchas preguntas sobre su pueblo. Pero este es otro tema y la corto aquí. Verlo en este lugar ya es importante. De no ser así habría que trasladarse unos 3500 km mar adentro hasta la isla de pascua para ver el resto de los Moais que habitan  allí. Por algo es también uno de los símbolos de Chile.


Antes de regresar a Santiago pasamos por el Parque Vergara donde se celebra el tradicional festival de la canción. La vieja casona blanca que vimos una vez, radiante y viva, hoy se encuentra rodeada de una emplizada con requebrajaduras evidentes y con claros signos de una necesidad rápida de atención arquitectónica. Ningun cartel hablaba de su puesta en valor. Sería lamentable su próxima caída. Los temblores son prácticamente codigianos en esa zona del Pacífico. Aquella vieja Concha Acústica que vimos en el 70 ahora se encuentra remmplazada por un moderno anfiteatro, que lo podrán conocer en algún video de dicho festival.



De vuelta a nuestro alojamiento en Providencia, encontramos una pizzería italiana (25 % off para llevar). Con nuestra inseparable victorinox hicimos los cortes necesarios  a la pizza "con frutti di mare" en la habitación del hotel. Uds. sabrán con qué la acompañamos.

1/29/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 8. Santiago

Un título mejor podría ser Santiago, el descubrimiento. Estuvimos con Montserrat por esta ciudad hacía justo cuarenta y cinco años atrás, en nuestra época de mochileros. En los momentos calientes de la puja electoral entre los Monios y Allende que terminará con la victoria de este último. Aquella visita fue breve. Una librería donde paraba Neruda a quien no ubicamos por quince minutos, una conversación con la dirigencia del Fech, una visita al centro cívico, plaza de Armas y la alameda para terminar comiendo una pescada sobre papel de estrasa en el Río Mapocho. Por la noche nos acercamos a Los Andes para regresar al día siguiente haciendo “dedo”. Lo logramos. Esta vez la visita es mas tranquila, con mas tiempo y con mayor cobertura de las cosas que vimos y, por supuesto, un gran Santiago que no habíamos tenido en cuenta en nuestra preparación del Viaje. 

Mirar hacia arriba y encontrarnos con una multitud de edificios de titanio y crista no lo imaginábamos para esta ciudad. Si lo vimos con toda naturalidad en Frankfurt. Por que no la misma naturalidad con nuestros hermanos chilenos? Chile creció y mucho. Como muchos países latinoamericanos. Con deudas pendientes. Es cierto, pero con un crecimiento admirable. Pienso en una burguesía nacional que – a la inversa de Argentina – deja sus morlacos en el país y se notan en las construcciones, en el comercio, en las inversiones. No por nada, existen grandes inversores chilenos en Argentina (Jumbo, Falabella, Lan…) Los “vacios” terminan siendo focos de atracción.  


También hay deudas que tienen con los chilenos: particularmente los jóvenes en el tema de la educación y los viejos con el tema de las pensiones privadas. Mucha gente grande trabajando en tareas no acordes porque necesitan seguir capitalizando sus pobres pensiones del futuro. Probablemente hayan avazado mucho con la pobreza. No me parece que haya habido avances similares en la inclusión. En fin, apreciaciones de nuestros vecinos. También a nosotros nos faltan muchas cosas…


Las nuevas construcciones en las Condes, Providencia y Vitacura han hecho renombrar a la capital chilena como Sanhattan, comparándola con la ciudad del norte. No es tan así pero hay muchas cosas que la identifican. Al igual que el smog. Estuvimos en una tarde hermosa de gran sol y de cielo celeste, pero mirando la ciudad desde el cerro de era imposible verla con nitidez. Creía que sería una bruma del pacífico. Nos aclararon que era todo contaminación. Un problema real y que se agravará en el futuro.
Las calles anchas y las avenidas han permitido un nivel de circulación por la ciudad en forma rápida en todas las direcciones, así como también sus túneles subterráneos que corren por debajo del río Mapoco, permiten una agilización de un tránsito cada vez mas dinámico y complicado. Autos de todas gamas, colores y marcas. Ellos no fabrican uno solo. Todos los importan y con ventajas de precios que hacen que el parque automotor haya crecido tanto como el nuestro.


Los locales comerciales, particularmente aquellos de las firmas predominantes (Cencosud, Jumbo, fálabella) y dus distintas submarcas pululan por todos los barrios. Los grandes moll como Costanera Center y el Parque Arauco constituían centro de atracciones increíbles, particularmente por las innumerables llamadas de 50 % off (liquidaciones al por mayor).


En fin, fue un día de intensa recorrida. Nuevamente el centro cívico y la Plaza de Armas con su gente, sus pintores, sus artistas ambulantes, su gentío caminando. Las avenidas con su tráfico intenso. La noche nos tomó con mucho cansancio, ya de varios días Una cena rápida y a esperar el nuevo día. Sólo recordaba una conversación con un muchachito chileno, empleado de una librería que se quería venir para Argentina, que estaba cansando de Chile. Sólo le pudimos decir que se viniera a nuestro país pero que siempre tuviera las ganas de regresar ya que ahí estaban sus raíces. Al salir nos encontramos con un grupo lírico y coral que nos deleitó con varias arias clásica, concluyendo con nuestra sensibilidad a flor de piel cuando cantaron “nesum dorma”. Casi un mandato para seguir visitando Chile.

1/28/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 7. De Temuco a Santiago

La llegada a Temuco nos permitió disfrutar de un día especial de sol, de colorido, pleno de imágenes y sensaciones. Y con la presencia del Volcán Villarica como telón de fondo durante todo el día. El cansancio de varios días hizo que Temuco fuera lo que es. Un lugar para ir a dormir y seguir al día siguiente. Si bien llegamos a la tardecita faltaba una hora y media larga para anochecer. Entonces salí a dar una vuelta, encontrar algo parecido a un kiosko para comprar agua y otras cosas. La ciudad cerraba sus puertas. La zona de nuestro alojamiento parecía un microcentro financiero. Todos bancos y empresas importantes lo cual hablaba de un poder económico significativo. Sólo que la gente no andaba por sus calles. A partir de las ocho de la noche todo el mundo se mandaba guardar. Demoré varias cuadras en encontrar un supermercado abierto. Me tomé varios minutos para recorrerlo y ver a la gente que es lo que compra. Yo hice lo mío, aboné y volví sobre mis pasos otras tantas cuadras, esta vez bastante solo. Y no eran las 9 de la noche.



A la mañana siguiente recorrimos un poco la ciudad. Es una ciudad importante en la historia de la vida de Chile. Centro profundo de la Araucania donde la vida mapuche se desarrolló desde los tiempos inmemoriales y a la que desea regresar progresivamente. Hay pasos, hay convenios, hay ataques, hay idas y vueltas en la recuperación de estas identidades. Las dos esculturas mapuches que nos recibieron anoche marcan la presencia de su vida en la región.



Como tal es una ciudad de paso. Todo lo mas lindo que tiene Temuco está fuera de su ciudad, a los alrededores con sus lagos y sus ríos y sus paisajes siempre verdes. Unos dicen que es una ciudad dormitorio por su equidistancia entre Santiago y el Sur. Otros porque se relaciona con un nudo de caminos con varias de las regiones del centro. Un conjunto escultórico en el medio de su plaza de armas marca la integración de su historia. El soldado, el colono, Caupolicán, Alonso de Ercilla, escritor de la Araucana y la Machi, la sabiduría del pueblo en la imagen de una mujer, capaz de curar todas las dolencias, las del cuerpo y las del alma. Con sus manos levantadas al universo. Es el oráculo, es el consejo.







El otro hecho importante de Temuco es su Mercado. Es un atractivo turístico ineludible. La vida de la ciudad se expresa con sus aromas, sus colores, su gente, sus productos, con su dinamismo. Y no queda encerrado en las ocres paredes de su edificio, sino que se continúa en las calles adyacentes donde el desorden (a los ojos del turista) marca el bullicioso trabajo productivo de sus habitantes, su trabajo artesanal, el lugar donde la gente  adquiere lo que demanda su vida cotidiana y la que ofrece sus productos. Es para volver.





Luego de este recorrido iniciamos otra vez un largo recorrido de mas de 650 km hasta Santiago. Nos esperaban varias horas de excelente autopista y mejores paradores, pero había que aguantar varias horas de viaje. Ya el bullicio del bus entre los participantes del tour era distinto al del primer día. Se compartían las fotografías, se intercambiaban las tarjetas de contactos, se conversaban sobre las cosas, la vida, la familia y el viaje. Patricio, nuestro guía y coordinador, aprovechó para hacer silencio y terminar su siesta que nunca pudo hacer en los días anteriores. Era el momento de revisar las fotografías y eliminar aquellas mal tomadas o movidas. Era el momento de recordar aquellas instantáneas interesantes que no entraron en las bitácoras de los días anteriores.


Una parada obligada fue para admirar los Saltos del Río de la laja ubicados en la Región del Bio Bio. Con una altura de 40 a 50 metros sobre una pared volcánica produce una impresión increíble. Me hubiera gusta verlos con sus aguas a pleno desborde. Ese debió ser una tarea de la imaginación.



Con esta postal nos fuimos directo a Santiago. Un viernes a la tarde, de cambio de temporada turística, nos prometía una entrada a la ciudad densa y pesada. De modo que nos relajamos y continuamos el viaje.