7/04/2013

Bitacora 2013. Dia 3. Frankfurt am Main

Bitacora 2013. Dia 3. Frankfurt am Main
El Río Maine, al momento de volver a cruzarlo, para llegar otra vez hasta el centro, se encontraba sumamente crecida. Das Hochwasser (la inundación en el centro de Europa, tal como la titulan los diarios) se siente mucho en sus ríos interiores. Seguramente en los próximos días se hablará del Rhin y del Elba que finaliza en Hamburgo. En el centro, el río estaba casi al desborde. Por supuesto, no se podía acceder a las escalerillas de los muelles para subir a los barcos atracados.


Nuestro objetivo tempranero era llegar hasta la casa de Goethe, cuya vivienda te retrotrae al romanticismo del S. XVIII. Una hermosa colección de pinturas en su museo hacen que la visita – ya de por si – fuera un hermoso placer. Su casa no fue una kleine Haus.  Por el contrario, es muy grande, casi palaciega, situada en el centro de la ciudad, donde desfilaban escritores, pintores, hombres del poder, músicos y artistas de la nueva generación del “Sturm und Drang” (tormenta y fuerza), gran movimiento dinámico que levantó a todas las artes de Alemania en ese siglo.



Visitar una casa de un escritor, de un artista clásico te permite imaginar muchas cosas, de su vida, de su actuación. Los objetos que para él fueron cotidianos para nosotros son testigos de su vida. El mobiliario, la distribución de las habitaciones, las paredes con sus cuadros, sus ventanas y sus cortinas nos llevaron en un momento a la fuerza y al dinamismo de un movimiento literario del romanticismo alemán. Casi con pudor uno se retira de la casa, sintiendo en el brazo que se han erizado los pelos de pura emoción. Nunca visité una casa con la emoción con la que pude ingresar a la de Goethe.
Luego, obvio, lo de siempre, buscar un lugar para almorzar. Lo hicimos al solcito (apareció por primera vez para nosotros y también para los alemanes luego de 100 días de nubes), en la Torre del Insel.  Cerca de la Rathaus. Lo hicimos luego de buscar un pantalón más liviano en las grandes tiendas de ropa que aparecían en la zona.



Volviendo quisimos darle una mirada algo más profunda a la catedral. Construida tardíamente a partir de 1415 y terminada en el siglo siguiente, tienen formas propias dentro del gótico alemán. Tal vez su mayor característica sea la torre que reproduce la corona imperial. En ella se reunían los siete electores (príncipes y arzobispos) para elegir al emperador. La catedral ha sido símbolo de la unidad nacional de Alemania, especialmente durante el siglo XIX. Aunque nunca ha sido sede episcopal, era la iglesia más grande de Fráncfort del Meno y su papel en la política imperial hizo de esta iglesia uno de los edificios más importantes de la historia imperial, y justificó el uso de la apelación de catedral imperial (Kaiserdom). En la segunda guerra sufre los destrozos de las bombas caídas al punto tal que todo el interior quedó incendiado. Reconstruida a partir de 1950 es un hermoso monumento y testimonio histórico para conocer.




Pero más allá del centro histórico, existe una ciudad moderna, inalcanzable con la vista hacia el cielo, de edificios imponentes y modernos. Es la ciudad de la Messe, de las exposiciones internacionales, del dinero, de la producción. Muchos de esos edificios corresponden a los Bancos globales. No es una ciudad abarrotada de habitantes (casi 700.000) pero muchos de ellos son bancarios. Trabajan todos y también de las aldeas y ciudades vecinas. Basta ver en las calles los trajes oscuros y camisa blanca con corbata en los hombres y las mujeres  con sus tailleur también oscuro. Tampoco es la capital del estado de Hesse, sin  embargo su importancia deviene de su historia, de sus caminos comerciales, de su Medievo burgués. Siempre lo ha sido - y ahora mas - el verdadero nudo de comunicaciones comerciales no sólo de Alemania sino de toda Europa. Es la sede del Banco de la Comunidad Europea y como tal incentiva la construcción de nuevos edificios compitiendo en altura y belleza con los otros bancos globales que también están en lo mismo: Alemania, China, Japón, USA. Por eso mismo, la ciudad sigue creciendo.





Regreso a casa pudimos ver a los rollers. Cientos de ellos en una maratón extraordinaria pasaron por calles y puentes. Ellos mismos organizaban el tránsito y sólo al principio y al final un par de patrulleros acompañando.




Por la noche debíamos encontrarnos en el hotel con los organizadores del tour “Alemania total” del que participaríamos. En la cena apareció por primera vez Die Gemüsse Suppe  (sopa de verduras) que – seguramente - no nos abandonaría hasta el final del viaje.

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