7/08/2013

Bitacora 2013. Dia 7. Hamburg (Hamburgo)


Moin.Moin. Parece ser el saludo de esta ciudad, al igual que el clásico Tschüss, pero con cantito incluido. Toda la energía del desarrollo hanseático permanece intocable, a lo que hay que agregar el progreso tecnológico y los nuevos sistemas de comunicación portuaria y sus nuevas claves de la logística (puertos, nuevos y grandes barcos, miles de contenedores encima de un solo barco, y otros  tantos miles apilados en las estibas de los puertos.



La ciudad, también destruida por la guerra, sobrevive a cada calle  por que avanzamos. Si algo está mal o molesta se crea algo nuevo. Vale la densidad demográfica y es mucho mas importante la nueva densidad que se crea (espacio para más gente y a la vez, nuevos territorios verdes). Parece magia. Es sólo planificación y desarrollo. Sobre el río Elba y a su desembocadura se han establecido casi 100 Km de puerto, tantos puertos en los tantos kilómetros que demorará el Elba en llegar hasta el mar del Norte.



 De tradición escandinava, la libertad y la tolerancia pueden resultar las categorías salientes y percibidas por nosotros. Más allá de la fe, el coraje, la justicia y la concordia que son los valores que aparecen en forma de estatuas en las alturas del Rathaus (Ayuntamiento o Municipio en nuestras tierras). Alrededor de los miles de canales que van estructurando la ciudad se desenvuelven lagos interiores, múltiples espacios verdes y grandes avenidas donde el tránsito luce agitado y dinámico, aunque ordenado. Y a veces también, lento dada la gran cantidad de autos, bus y camiones que la transitan.

Casi con 5 millones de habitantes, contados los de los suburbios y estados vecinos, es la segunda ciudad luego de Berlin. Vigente e importante desde el siglo IX. Durante la segunda guerra, ciudad estratégica por excelencia,  fue destruida en un 70 %. Hoy luce toda reconstruida.


Caminar por sus barrios es tarea titánica porque su escala es muy grande. De todos modos, varias de las cosas que vimos impresionan muchísimo. La Rathaus es un edificio renacentista construida en el s. XIX, con una gran plaza enfrente y en un barrio donde se extienden todas las tiendas de marcas importantes y los shopping para delicia de los turistas.



Nos impresionó la Iglesia de St. Michelis (Miguel), protestante, por su belleza y su disposición. Es la primera vez que vemos una iglesia protestante con tanta belleza. Por lo general, suelen ser austeras y muy sencillas. Esta ha sido originalmente católica, pero al momento del paso al protestantismo, han respetado sus contenidos  y luce tal cual era. Un incendio la desvastó a principios del siglo XX pero fue reconstruida de acuerdo con los planos originales. Su interior majestuoso de mármoles y bronces, contiene el púlpito con forma de punta de barco, símbolo del amor de los navegantes que siempre venían a esa antigua iglesia. Su torre, era el vínculo con los marineros, un centro de investigación astronómica y el punto mas alto de la ciudad, desde allí se daba la hora a toda la ciudad de Hamburgo.





El otro barrio importante, que no visitamos de noche, es el de St. Pauli, donde está la calle de la Große Freiheit (gran libertad) que es una de las tantas que constituyen el barrio rojo de la ciudad. Detrás de él,  los puertos donde atracan los grandes barcos y cruceros, entre ellos el Quen Elizabeth II, al que siempre acompañan todos los veleros cuando entra y sale de la rada.




Seguramente podemos decir que nos quedamos con las ganas de seguir conociendo Hamburgo. Es una ciudad que se merece varios días y una vista aérea para comprender el tamaño y poderío de la ciudad.

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