1/28/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 7. De Temuco a Santiago

La llegada a Temuco nos permitió disfrutar de un día especial de sol, de colorido, pleno de imágenes y sensaciones. Y con la presencia del Volcán Villarica como telón de fondo durante todo el día. El cansancio de varios días hizo que Temuco fuera lo que es. Un lugar para ir a dormir y seguir al día siguiente. Si bien llegamos a la tardecita faltaba una hora y media larga para anochecer. Entonces salí a dar una vuelta, encontrar algo parecido a un kiosko para comprar agua y otras cosas. La ciudad cerraba sus puertas. La zona de nuestro alojamiento parecía un microcentro financiero. Todos bancos y empresas importantes lo cual hablaba de un poder económico significativo. Sólo que la gente no andaba por sus calles. A partir de las ocho de la noche todo el mundo se mandaba guardar. Demoré varias cuadras en encontrar un supermercado abierto. Me tomé varios minutos para recorrerlo y ver a la gente que es lo que compra. Yo hice lo mío, aboné y volví sobre mis pasos otras tantas cuadras, esta vez bastante solo. Y no eran las 9 de la noche.



A la mañana siguiente recorrimos un poco la ciudad. Es una ciudad importante en la historia de la vida de Chile. Centro profundo de la Araucania donde la vida mapuche se desarrolló desde los tiempos inmemoriales y a la que desea regresar progresivamente. Hay pasos, hay convenios, hay ataques, hay idas y vueltas en la recuperación de estas identidades. Las dos esculturas mapuches que nos recibieron anoche marcan la presencia de su vida en la región.



Como tal es una ciudad de paso. Todo lo mas lindo que tiene Temuco está fuera de su ciudad, a los alrededores con sus lagos y sus ríos y sus paisajes siempre verdes. Unos dicen que es una ciudad dormitorio por su equidistancia entre Santiago y el Sur. Otros porque se relaciona con un nudo de caminos con varias de las regiones del centro. Un conjunto escultórico en el medio de su plaza de armas marca la integración de su historia. El soldado, el colono, Caupolicán, Alonso de Ercilla, escritor de la Araucana y la Machi, la sabiduría del pueblo en la imagen de una mujer, capaz de curar todas las dolencias, las del cuerpo y las del alma. Con sus manos levantadas al universo. Es el oráculo, es el consejo.







El otro hecho importante de Temuco es su Mercado. Es un atractivo turístico ineludible. La vida de la ciudad se expresa con sus aromas, sus colores, su gente, sus productos, con su dinamismo. Y no queda encerrado en las ocres paredes de su edificio, sino que se continúa en las calles adyacentes donde el desorden (a los ojos del turista) marca el bullicioso trabajo productivo de sus habitantes, su trabajo artesanal, el lugar donde la gente  adquiere lo que demanda su vida cotidiana y la que ofrece sus productos. Es para volver.





Luego de este recorrido iniciamos otra vez un largo recorrido de mas de 650 km hasta Santiago. Nos esperaban varias horas de excelente autopista y mejores paradores, pero había que aguantar varias horas de viaje. Ya el bullicio del bus entre los participantes del tour era distinto al del primer día. Se compartían las fotografías, se intercambiaban las tarjetas de contactos, se conversaban sobre las cosas, la vida, la familia y el viaje. Patricio, nuestro guía y coordinador, aprovechó para hacer silencio y terminar su siesta que nunca pudo hacer en los días anteriores. Era el momento de revisar las fotografías y eliminar aquellas mal tomadas o movidas. Era el momento de recordar aquellas instantáneas interesantes que no entraron en las bitácoras de los días anteriores.


Una parada obligada fue para admirar los Saltos del Río de la laja ubicados en la Región del Bio Bio. Con una altura de 40 a 50 metros sobre una pared volcánica produce una impresión increíble. Me hubiera gusta verlos con sus aguas a pleno desborde. Ese debió ser una tarea de la imaginación.



Con esta postal nos fuimos directo a Santiago. Un viernes a la tarde, de cambio de temporada turística, nos prometía una entrada a la ciudad densa y pesada. De modo que nos relajamos y continuamos el viaje.

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