1/29/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 8. Santiago

Un título mejor podría ser Santiago, el descubrimiento. Estuvimos con Montserrat por esta ciudad hacía justo cuarenta y cinco años atrás, en nuestra época de mochileros. En los momentos calientes de la puja electoral entre los Monios y Allende que terminará con la victoria de este último. Aquella visita fue breve. Una librería donde paraba Neruda a quien no ubicamos por quince minutos, una conversación con la dirigencia del Fech, una visita al centro cívico, plaza de Armas y la alameda para terminar comiendo una pescada sobre papel de estrasa en el Río Mapocho. Por la noche nos acercamos a Los Andes para regresar al día siguiente haciendo “dedo”. Lo logramos. Esta vez la visita es mas tranquila, con mas tiempo y con mayor cobertura de las cosas que vimos y, por supuesto, un gran Santiago que no habíamos tenido en cuenta en nuestra preparación del Viaje. 

Mirar hacia arriba y encontrarnos con una multitud de edificios de titanio y crista no lo imaginábamos para esta ciudad. Si lo vimos con toda naturalidad en Frankfurt. Por que no la misma naturalidad con nuestros hermanos chilenos? Chile creció y mucho. Como muchos países latinoamericanos. Con deudas pendientes. Es cierto, pero con un crecimiento admirable. Pienso en una burguesía nacional que – a la inversa de Argentina – deja sus morlacos en el país y se notan en las construcciones, en el comercio, en las inversiones. No por nada, existen grandes inversores chilenos en Argentina (Jumbo, Falabella, Lan…) Los “vacios” terminan siendo focos de atracción.  


También hay deudas que tienen con los chilenos: particularmente los jóvenes en el tema de la educación y los viejos con el tema de las pensiones privadas. Mucha gente grande trabajando en tareas no acordes porque necesitan seguir capitalizando sus pobres pensiones del futuro. Probablemente hayan avazado mucho con la pobreza. No me parece que haya habido avances similares en la inclusión. En fin, apreciaciones de nuestros vecinos. También a nosotros nos faltan muchas cosas…


Las nuevas construcciones en las Condes, Providencia y Vitacura han hecho renombrar a la capital chilena como Sanhattan, comparándola con la ciudad del norte. No es tan así pero hay muchas cosas que la identifican. Al igual que el smog. Estuvimos en una tarde hermosa de gran sol y de cielo celeste, pero mirando la ciudad desde el cerro de era imposible verla con nitidez. Creía que sería una bruma del pacífico. Nos aclararon que era todo contaminación. Un problema real y que se agravará en el futuro.
Las calles anchas y las avenidas han permitido un nivel de circulación por la ciudad en forma rápida en todas las direcciones, así como también sus túneles subterráneos que corren por debajo del río Mapoco, permiten una agilización de un tránsito cada vez mas dinámico y complicado. Autos de todas gamas, colores y marcas. Ellos no fabrican uno solo. Todos los importan y con ventajas de precios que hacen que el parque automotor haya crecido tanto como el nuestro.


Los locales comerciales, particularmente aquellos de las firmas predominantes (Cencosud, Jumbo, fálabella) y dus distintas submarcas pululan por todos los barrios. Los grandes moll como Costanera Center y el Parque Arauco constituían centro de atracciones increíbles, particularmente por las innumerables llamadas de 50 % off (liquidaciones al por mayor).


En fin, fue un día de intensa recorrida. Nuevamente el centro cívico y la Plaza de Armas con su gente, sus pintores, sus artistas ambulantes, su gentío caminando. Las avenidas con su tráfico intenso. La noche nos tomó con mucho cansancio, ya de varios días Una cena rápida y a esperar el nuevo día. Sólo recordaba una conversación con un muchachito chileno, empleado de una librería que se quería venir para Argentina, que estaba cansando de Chile. Sólo le pudimos decir que se viniera a nuestro país pero que siempre tuviera las ganas de regresar ya que ahí estaban sus raíces. Al salir nos encontramos con un grupo lírico y coral que nos deleitó con varias arias clásica, concluyendo con nuestra sensibilidad a flor de piel cuando cantaron “nesum dorma”. Casi un mandato para seguir visitando Chile.

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