Salir
del hotel de New Jersey y dirigirse temprano hacia Manhattan es una gran
aventura. Al ritmo de Frank Sinatra, la letra de New York, New York, start spreading the news, You're leaving today
(tell him friend),I want to be a part of it, New York, New York repicaba
constantemente en nuestros oídos. El
colapso de automóviles a las entradas de los túneles y puentes puede generar
una demora de más de una hora. Es la primera experiencia. Ingresamos por la 42 St y pronto llegamos a 46 St y
Broadway donde se encuentra el punto de mayor concentración de gente en el
mismo momento.
Es el Times Square.
Con sus luces multicolores a las 9 de la mañana, sus llamativos edificios y el colorido
´múltiple y abigarrado de habitantes de todo el mundo que se concentran en ese
lugar. Fotos, miradas, observaciones es algo que no te cansa. Pasaríamos un par
de veces más por el mismo lugar y
siempre igual y distinto a la vez.
Desde
este punto iniciamos nuestra visita hacia el norte de Manhattam circulando por
la 6º Av hasta llegar al Central Park
y seguir hasta conocer Harlem. Más cerca
del centro el Harlem de los millonarios, luego de los profesionales y
ejecutivos y casi saliendo del condado las urbanizaciones de una clase media
que no sabe si irá hacia arriba o al revés.
No
podíamos dejar de ingresar en la Catedral
protestante de Juan El Divino. Inmensa, con de 180 metro de largo que se anota
en el ranking de los templos más grandes del mundo. In iniciada a fines del S. XIX, tuvo los
cambios lógicos y mezclas de estilos que la caracterizan. Se terminó casi cien
años después en pleno siglo XX ya que los presupuestos afectados se dirigieron
a atender obras de caridad en las épocas de las grandes guerras y de la crisis
de 1930.
A
la vuelta en dirección al sur por la 5º Avenida, circulando entre los palacetes
de los magnates, de los artistas y de los que se encuentran en la primera posición
económica (o creen estarlo por vivir en esos lugares). Momento especial es la Catedral de San Patricio. Una vueltita y
la dejamos para la tarde para verla con mayor tranquilidad, mientras seguímos
en dirección sur. Nos encontramos con los grandes edificios de Trump que no
sólo se sabe que vive ahí sino que también llevan su nombre. Y no en un formato
pequeño. Más adelante, otro signo del desarrollo de NY que es el Rockefeller
Center. La Quinta Avenida nos muestra no sólo el esplendor del dinero sino las
tiendas más famosas y por supuesto, caras, independientemente de dividir el
Manhattan en dos, hacia el Este y hacia el Oeste.
Más adelante el, Empire State Building , invitándonos a
subir a su mirador (y hacer la respectiva cola de espera) y Wall Street con su calle de negocios y
su inmenso Toro de bronce que no vimos por encontrarse rodeado por la multitud.
El
punto importante es justamente donde más ha sido golpeado el pueblo
norteamericano. En el lugar donde estaban las Torres Gemelas que cayeron aquel
11 S y donde luego debieron tirar abajo otros cinco edificios que habían
colapsado por las explosiones y los movimientos expansivos. Hoy son seis los
edificios construidos y el memorial donde se encontraban ambas torres. El lugar
impacta por si mismo, por el recuerdo y por el gran dolor que el pueblo
norteamericano sufrió en su gente, y que aún hoy todavía sufren las
consecuencias de aquel día, como inhalación de polvos, gases y químicos. Es
como si no hubiera terminado. Hay mucho respeto y las obras construidas como
memorial recuerdan eso.
Los miles de fallecidos ese día tienen cada uno su
lugar en las paredes, en la que las familias colocan una flor, una bandera, un
mensaje. El dolor sigue. El ambiente se completa con el monumento de Calatrava,
muy discutido entre los habitantes de la
Gran Manzana. Por una lado la silueta de una paloma y por debajo el oculus sobre el Metro de Nueva York.
Visto por nosotros, que no tuvimos que poner un peso para su presupuesto nos
gusta. Para los neoyorkinos le salió muy caro, con mucho atraso y con algo de
bronca. Siempre sucede.
Desde
ese lugar icónico de NY nos dirigimos a tomar una lancha para pasar por el otro
lugar que de define absolutamente a la ciudad. Una navegación alrededor de la
estatua de la Libertad no sólo era un paseo. Era confirmar la voluntad pacífica
en aquel momento de recibir a todos los inmigrantes que llegaban a las tierras
del norte. Los italianos molidos por sus crisis y su pobreza interna; los
irlandeses con su sequía y hambruna producidas por las enfermedades sobre la
papa, Los griegos, polacos y judíos y mucha gente del este también llegaron en
esos momentos.
La Estatua de la Libertad,
en la Ellis Island, regalo de Francia, los recibe y les indica con su antorcha (Liberty Enlightening the World) como
seguir hacia el territorio y como ganárselo. Cada inmigrante trajo su propio
sueño y por supuesto también debió adaptarse al sueño americano. Este es un
tema hermoso que se irá reproduciendo a lo largo del viaje.
Por
la tarde volvimos a ver la Catedral de
San Patricio. Para llegar antes del cierre nos tomamos un taxi y llegamos.
Para sorpresa un casamiento. No sabemos de quien pero creemos que no cualquiera
se casa en esa catedral, mas cuando afuera habíamos visto patrulleros y una
manada de patovicas cuidando. De todos modos con mucho pudor por la ceremonia
observamos por dentro el hermoso templo. Iniciada en 1858 y terminada en 1879
es un fiel reflejo del neogótico. Como toda catedral habrá querido ser el
templo más alto de la ciudad (sobrepasa los 100 metros en sus torres) pero la
realidad de los rascacielos hizo que quedara como una humilde aunque hermosa
construcción.
Ya
teníamos varias horas de caminata cuando siguiendo hacia el sur por la 5º Av
pasamos por el Rockefeller Center. Todo decorado con flores y preparado para
una gran fiesta. Algunos decían que se celebraría allí la boda iniciada en San
Patrick. No lo supimos aunque advertimos que estaba decorado con una inmensa
cantidad de arreglos florales, sillones y mantelería muy especiales. Como no era
nuestra fiesta seguimos caminando ahora en busca del bus que nos llevaría hasta
el hotel. Sólo nos quedaban fuerzas para ir hacia una hamburguesería cercana,
probar una pizza y un par de cervezas y esperar un nuevo día.
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