10/23/2017

Bitácora de viaje. Día 3. New York

New York es justamente bella por la imposibilidad de abarcarla bajo una sola mirada. Lo poco que hemos visto de Manhattan nos llevó a mirar también un poco de los otros condados o distritos como el Bronx,  Queens o Brooklyn, que también por sus características especiales resultan también inabarcables.


Ingresamos al Bronx desde el ser (que viene a ser el norte de Manhattam) y allí nos encontramos con un mundo de contrastes. Es la región de mayor superficie y de menor densidad poblacional. Nos dijeron y lo hemos visto en las películas sobre la antigua peligrosidad del barrio y la imposibilidad segura de entrar en él. Eso fue antes y quedó allá en los finales del S.XX. 
Hoy parece un distrito seguro y tranquilo. Su composición hace que el 50 % de la población sea latina y el 35 % afroamericana (concepto con el que se diferencia a los negros descendientes de esclavos). Estos últimos nos resulta difícil diferenciarlos por los preconceptos que tenemos pero para ellos es muy simple ya que esa definición constituye su identidad.



El Bronx tiene sus íconos característicos. Uno es el Yankee Stadium,  uno de los clubes mas importantes de las ligas de Beisbol y que ganó más de 22 veces la serie mundial. En contraste, es el barrio que mayor criminalidad tuvo en el siglo pasado y que disminuyó gracias a la política de Giuliani, de mano dura y tolerancia cero. Pero cuando suceden estas cosas a veces se deja el  huevo de la serpiente y ese fue el mayor poder de la policía entonces y que se desembarrancó con distintos casos que resultaron de impacto mundial. Volver al equilibro entre el orden y el poder es una problemática actual, particularmente luego del caso de la muerte de Amadou Diallo, ejecutado por policías y liberados por la justicia blanca. La atención universal puso el ojo en estos temas que de tanto en tanto suelen aparecer en Estados Unidos.

El Queens es otro distrito, el mas grande de los de todos, donde están los dos aeropuertos mas importantes, el JFKennedy y el De la guardia. Fue el distrito colonizado por ingleses y holandeses en gran número. Zona de barrios residenciales de alto nivel adquisitivo hacia el norte, y barrios populares, entre ellos el latino, en el centro, sobre la zona de Flahing Meadows donde lo hemos visto triunfar a nuestro Del Potro. Eso de barrios latinos es  cierto ya que por donde pasa el tren elevado se pueden observar muchos negocios con cartelería en castellano.



Tal es así que muchos latinos que no salen del Queens pueden pasar toda su vida sin necesidad de aprender el  inglés.
Paramos a comer en un café colombiano. El tránsito se había hecho insoportable. Siendo domingo, los distritos se llenan de actividades, maratones, reuniones sociales, procesiones que hacen que las calles por las que uno deseaba circular por lo conocidas se transforman en verdaderos nudos y apretones.


Brooklyn en realidad fue el antiguo barrio obrero de New York, casas y urbanizaciones preparadas para la gran masa trabajadora. Con el tiempo comenzó a adquirir fuerza de transformación y hoy es un barrio elegido por los grandes que no desean vivir en Manhattam y que lo pueden hacer muy bien en el Brooklyn. Casi todos recordamos las películas de Woody Allen sobre el tema. 

Entre sus contrastes se puede ver la comunidad judía ortodoxa (Sat Mar), hermética, casi una repetición histórica del guetto. Ellos viven sus vidas, nadie los molesta y no les gusta que invadan ni su intimidad ni su identidad. Vive casi en los límites de la zona de los mercadillos tan sorprendentes de Brooklyn. 




Cruzar el puente que lleva su nombre pudo ser nuestro objetivo, pero los 38 grados de las 2 de la tarde nos desanimó. Lo vimos en su plenitud y marca, eso si, una de las importancias de New York.


Caminamos otra vez por las calles del centro, con sus luces del mediodía hasta que nos tomamos un taxi para dirigirnos al Met (Metropolitan Museum of Art) donde nos pasamos un par de horas disfrutando joyas del arte que por primera vez las pudimos ver en su belleza, en su magnitud y en su originalidad. Un mundo de gente pululando por sus salas. La convocatoria había sido la exposición de Rodin y realmente fue un lujo. Entre los originales descubrimos el Gauguin Maa María. Una belleza. Amamos ese cuadro ya que una lámina del mismo acompaña nuestro dormitorio desde nuestro casamiento. 




Regresamos en un bus público hasta la 5ª. y Broadway y ya nos dirigimos a tomar el metro para llegar a nuestro hotel en New Jersey. 









En quince minutos estábamos del otro lado del río Hudson. Anochecía. Desde la ribera opuesta se podía ver con magnificencia a Manhattam iluminada y bella.



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