Arrancamos temprano con lluvia. Paraguas en mano salimos a
conquistar Moscú. Nuestra primer parada en el mirador del río Moscova para ir
entrando en clima antes de ingresar al Kremlin, con sus largas escaleras, sus
sistemas de control y sus grandes colas de turistas. Esto no lo pudimos evitar.
Más aún, debimos convivir con ello y ese fue nuestro espíritu para los dos
próximos días.
El Kremlin es de por si una gran fortaleza y dentro de ella se
encuentra un complejo de edificios institucionales gubernamentales y
religiosos, como por ejemplo, la torre, algunos palacios y cuatro catedrales.
Todos dentro de la muralla.
Ya desde el periódo soviético el Kremlin es sinónimo del poder de Rusia. No visitamos la armería que es la que guarda las joyas del gobierno ruso, sus preciadas armas y las coronas de la monarquía. Si pudimos apreciar las catedrales que se engloban dentro de lo que hemos visto en el anillo de oro. Sólo que mucho mas grandes, mas solemnes y muchísimo mas ricas en joyas, arquitectura interna, decoración. El barroquismo de los iconostasios y las grandes coberturas de oro de los marcos, tronos hacen de estos testimonios que uno se asombre muchísimo. Pese al conglomerado de gente que estaba mirando lo mismo que nosotros, era posible admirar esta belleza religiosa.
Desde la revolución de 1917 el Kremlin volvió a ser la sede del Gobierno,
hasta este momento en San Petersburgo. Las águilas bicéfalas (símbolos del
zarismo) fueron sustituidas por las
estrellas de rubi )rojas) símbolo del socialismo. A partir del 1991 se crea el
museo nacional de Rusia que comprende este complejo con la Armería y las
catedrales, el campanario de Ivan el Terrible y otros edificios.
Los íconos mas importantes de la historia como el cañon del Zar, de 1200 mm de calibre y de unas
cuantas toneladas de peso. Nunca fue utilizado, aunque llama la atención por su
poderío. Son importantes los relieves que muestra. La cureña original quedó
destruida cuando el ejercito napoleónico ingreso a Moscu (1812) pero fue luego
restaurada. Otro ícono es la campana del Zar. Pesa 200 toneladas y tiene una altura de seis metros
con igual diámetro, En un incendió se quemó el campanario y la campana se cayó
y se rompió y quedó tal cual la vemos ahora.
Luego salimos a la Plaza Roja. Imponente por el colorido de las
murallas. Si bien la llovizna se había propuesto arruinarnos el paseo, salimos
a la plaza por lo menos a caminar parte de sus casis tres manzanas de
superficie que tiene albergando los grandes símbolos de Rusia. El mausoleo de
Lenin, la Iglesia de San Basilio y todo el marco comercial que hacen las
edificaciones a su alrededor.
La “roja” más que indicar el color de los ladrillos de la muralla,
o el color rojo del comunismo, es llamada asi como fonéticamente significa
“bonita” y ese calificativo es real.
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Luego de almorzar rápidamente hicimos una visita muy particular. Entrar en el metro de Moscú y recorrer algunas de sus estaciones clásicas por los decorados especiales que contienen. Más allá de bajar en las escaleras mecnánicas casi 60 metros y andar un par de estaciones, nos detuvimos en la Mendeleiv que recuerda a la tabla periódica.
La de ucrania con sus pinturas en las paredes recordando las regiones, su pueblo y sus trabajos vinculados a la agricultura. Otra dedicada a Bielorrusia con sus tallas sobre mámol en los cielorrasos .La Mayakowki, dedicada a este líder comunista en el mejor estilo ArtDecó; la Plostchad, dedicada a la revolución comunista y a sus lineres.Otras estaciones con pinturas, con estatuas de bronce. Viajar y cambiar de direcciones durante casi dos horas y media nos llevaron a reconocer una buena parte de la obra del metro que tenía por objeto, como todo icono comunicativo, generar identidad entre los pobladores y grandeza para los visitantes. Una experiencia recomendable.
Por la noche tuvimos la suerte de ir a un espectáculo de mucho nivel artístico. El Ballet Nacional Ruso «Kostroma» , en el Folk Theatre ha presentado Show Nacional Ruso de Danzas: es un programa que narra la historia de Rusia y la vida de su pueblo, donde el tiempo y los horizontes se abren gracias a los poderes infinitos del arte de la danza. Los momentos cruciales de la historia, las tradiciones y costumbres de la Rusia multinacional reflejan la diversidad cultural de centenares de etnias autóctonas que se unen para formar la amplia y singular cultura del pueblo ruso. El Show sumerge al espectador en los tiempos del Bautismo de Rusia, la Rusia Imperial y la URSS. Muestra la vida de los pueblos del Extremo Norte, Siberia, las Estepas del Sur, de los Montes del Cáucaso y la Rusia Central.
El show ha sido extraordinario. Con una perfecta unión de folclore,
cantos épicos y apuntes líricos. Representa diferentes vertientes de la cultura
rusa - la cultura soviética, la urbana, la rural y la militar. Gracias a la
interpretación magnífica de diferentes personajes como la madre, la hija, el
hijo, el marido y el guerrero, representantes de diferentes generaciones, los
artistas llegan a reflejar el indescriptible espíritu del pueblo ruso.
Realmente un musical de alto nivel artístico que nos dejó con ganas de mas.
Pero todavía no había terminado el día.
El bus nos esperaba para llevarnos a pasear por las avenidas
iluminadas. Los grandes shopping con sus marcas occidentales lucian a pleno. En
un momento, frente a la Òpera comenzamos a caminar, paraguas en mano como para
alejar la lluvia que nos había acompañado durante todo el dia. Llegamos
caminando hasta la Plaza Roja y disfrutar de la iluminación de los monumentos,
de las galerías comerciales, de la Iglesia de San Basilio. Pareciera un
derroche de luz. Lo es sólo que la energía en Rusia es suficiente y se utiliza
en las ciudades. Para el poblador, la factura tiene un valor simbólico,
representando momentos del pasado socialista. Ya era tarde cuando regresamos al
hotel. Al día siguiente no comenzaríamos tan temprano por lo que decidimos
volver a al Restaurant y pedir unas rabas y un rissotto de mariscos. Esta vez
con un vino blanco bien frío. De Australia. Muy bueno.