Ingresamos a media mañana en la Coruña. Ya el movimiento era incesante. No obstante, una imponente bruma no nos permitía visualizar la ciudad . La humedad del norte que viene del Cantábrico ocultaba hasta la torre de Hércules, punto señero donde la punta de España en el norte y en el oeste se conjugan. La torre, antiguo faro realizado por los romanos en el año 150 adquirió su forma actual a partir de 1790. Dicen que es el faro mas antiguo del mundo con sus 104 metros de altura. No subimos por las estrechas escaleras ya que la bruma impediría esa visión perfecta de la que todos hablaban.
La humedad y la bruma y el frío constituyen una buena razón para esa arquitectura de balcones cerrados con cristales que caracteriza a la ciudad. Grandes urbanizaciones se conjugan con las distintas formas de sus balcones. Por ello la llaman la "ciudad de cristal".
Caminar por sus calles y terminar en la Prazza de María Pita es la vuelta obligada. La plaza mayor de la heroina de la ciudad que combatió a los piratas ingleses de Drake en 1589 sigue siendo un hermoso homenaje a la mujer que durante toda una noche convocó a resistir.
A su derecha se encuentra el puerto importante sobre la ría. Toda la industria sale por esa puerta y por ella ingresa el petróleo a refinarse. Y el petróleo trae malos recuerdos. Dos barcos importantes encallaron en sus mares y vertieron el oro negro hasta el hartazgo. El Urquila en 1976 y, con peores consecuencias aún, el Egeo en 1992. Incendio, evaporación fue parte del desastre. El mayor con su vertido llegó a internarse en todas las rías de la Coruña, particularmente las altas hasta Betanzos. En total resultaron afectados unos 300 km de costa, limitando la actividad de más de 4.000 pescadores, mariscadores y operarios de depuradoras de moluscos y otras industrias relacionadas con la acuicultura. Las reclamaciones presentadas en concepto de indemnización llegaron a los 300 millones de euros.
Torre de Hécules, lime del Cantábrico con el Atlántico. |
Pirámide del Millenium, levantada por el Ayuntamiento en el año 2000. |
Las Rías Altas
Estas entradas del mar Cantábrico hacen un medio ambiente especial para la marisquería y para el turismo por la belleza de sus playas. Entradas muy profundas al continente mezclan las aguas del mar y del río y producen el microclima adecuado para el cultivo de mariscos y peces de muchas variedades. Y sobre sus orillas de mar tranquilo, cuando se produce la baja de la marea, aparecen las playas de arena fina ideales para el descanso. El verde del húmedo viento norte hace el resto, constituyendo el paisaje ideal para el turismo. Esas rías constituyen la base de un pueblo pescador. El monumento de las madres esperando a sus maridos que regresen del mar es elocuente. Y así, fuimos recorriendo y admirando cada una de las rías con sus pequeños y coloridos pueblos pegados a sus alrededores, serpenteando carreteras y descubriendo paisajes multicolores.
Monumento a las mujeres de los pescadores, a la espera de sus maridos, mirando al mar. |
El puente, que da nombre a la villa de Pontedeume, fue mandado construir por Don Fernán Pérez de Andrade, señor feudal de la casa de los Andrade, por privilegio otorgado por el rey Juan I. Todavía cuenta con restos de la obra de ingeniería civil de 1380 y 1386. Tenía en sus orígenes 79 arcos. Entre los arcos 20 y 21, existía una capilla de advocación al Espíritu Santo y un hospital para los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. En 1841 con las piedras de este hospital se enlosó la plaza de San Roque en la villa. En la entrada del puente se hallaban piezas escultóricas con los emblemas de la casa de los Andrade, un oso y un jabalí. El oso es símbolo de toda España (los hubo aunque parezca mentira en los primeros momentos de los íberos). El jabalí es mas normal y siempre ha sido el animal simbólico por excelencia para probar la valentía de los guerreros y caballeros asturianos y gallegos.
Betanzos
Esta villa, situada a 23 kilómetros de A Coruña, es una soberbia muestra de arquitectura medieval, con sus casas blasonadas y su barrio marinero que la dotan de soberbia belleza. Hoy Betanzos no tiene mar, pero antaño tuvo un floreciente puerto.
De antiguos castros surgió la romana Brigantium Flavium, y de ella la actual Betanzos. El rey Alfonso IX le concedió el mismo fuero que a A Coruña, comenzando así una nueva y próspera etapa. Sin embargo los protagonistas de su historia medieval fueron la poderosa familia de los Andrade y otros hidalgos que justifican el topónimo de Betanzos de los Caballeros.
Nobleza y burguesía atrajeron a los franciscanos, cuya iglesia, con el sepulcro de Fernán Pérez de Andrade "O Bó", constituye una obra cumbre del arte gallego de hacia 1400.
Muy cerca se levantaron los templos de Santa María del Azogue, con sorprendentes relieves flamencos en su retablo. y Santiago que unidos al peculiar trazado de las calles, restos de las murallas y de sus puertas conforman un sugestivo y hermoso conjunto urbano. En siglos posteriores se levantaron otros edificios de interés, entre ellos el destinado para Archivo del Reino, que no llegó a instalarse en él.
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