12/12/2013

Bitácora de Pigue. Día tres.

El tercer día en Pigué es para recorrer su parque, disfrutar la sombra y el verde, los amplios lugares donde la gente del pueblo y de los pueblos vecinos vienen a disfrutar. Dos amplias piscinas públicas hacen la razón para para el verano. En el mismo hay espacio para todas las actividades deportivas y sociales. Uno de los lugares a no perdérselo es la visita al Museo de Pigué que en dos construcciones alberga documentación importante de la historia y de la cultura de la ciudad y la región.



Otra visita obligada es la del calvario. Hay que tomar la Av. Mitre y dirigirse hacia el sur. No lamenten el polvo del camino de tierra ya que llegar al cerro donde se encuentra el calvario tiene su mérito. Las distintas estaciones ubicadas en la pendiente de la sierra están prácticamente escondidas entre la nueva vegetación que se ha armado y que , responsables voluntarios del riego, pasan uno por tarde a  hacer su tarea.
El cerro es pequeño. Vale la pena subirlo caminando o en bicicleta. Si vas en auto, podes subir hasta la cima sin problemas. Sólo que tendrás que limpiar el polvo en un día seco. Las estaciones son muy construcciones con una decoración muy simple y delicada. Al final una gran cruz de hierro muestra su presencia  colosal para ser percibida desde muy lejos.
Y como un plus, se puede ver como desde un balcón una panorámica de la ciudad, de los campos alrededor, y las sierras del sistema Cura Malal al fondo. Un hermoso paisaje.






Y cuando volvés al pueblo a la tardecita, es importante hacer lo que hace todo el mundo, recorrer la avenida Casey , la “vuelta al perro” a paso tranquilo (casi desesperante) donde la gente se saluda, se mira pasar, ve quienes están sentados en un clásico del pueblo que es la Confitería Paris, donde todo el mundo alguna vez tuvo algo que ver allí. Y tal vez ahora, mas ya que cuenta con WI Fi. Se puede arrancar desde la estación y llegar hasta el modernizado hospital que se encuentra en la parte mas alta de la ciudad, y luego bajar por la otra mano de la Avenida Casey. Y a no desesperar….

Como no hay semáforos, muchos quieren doblar a la izquierda para ingresar a la calle España. Entonces, hay que tener una gran paciencia. Los viejos negocios han dado lugar a los nuevos, pero no ha habido una modificación arquitectónica al respecto. Uno solo de los negocios, mantiene su vieja estructura. Es el almacén de ramos generales de Miguel hermanos. Así se llamaba en mi época. No sé ahora. No importa eso. Ingresar al mismo es posible encontrar una escopeta junto a un rallador de queso o una juguera eléctrica.  Un facón para calzarlo en la cintura, cañas de pescar, semillas y todo lo que puede contener un especializado almacén urbano, junto a un bazar. Está todo. Y hay de todo. No se puede hablar de “cambalache” porque no es intención de repetir la ironía de la canción, sino mostrar que es posible encontrar de todo. De todo, dije. Probablemente sea el negocio mas antiguo que perdura en Pigue.
Hoteles hay dos o tres. En algunos se almuerza muy bien. Un buen restaurante se encontraba sobre la ruta 33 “san Francisco” ya no está.  Ni como edificación. Qué vendrá? No se sabe. Los comentarios son muchos, que van desde un shoping hasta algo novedoso… Habrá que esperar.
Ayer hablaba de los monumentos. Es cierto, está el clásico de San Martín en medio de la Plaza y muchos mas, como dijimos. Probablemente uno de los mas antiguos y originales es el monumento a la madre, en una de las avenidas (mas de uno se lo ha llevado por delante (falta de frenos). Su significado es atemporal y perdura con la misma sensibilidad. Para no redundar en este tema citaré uno mas y es el recuerdo a uno de los grandes de Pigue. Juan Carlos Cobián, hombre de tango que alguien alguna vez lo llamó por su fineza en la interpretación como el “Chopin del tango”. Seguramente y aunque no en forma dependiente existe otro tanguero famoso, conocido como el Señor del Tango, Fernando Soler. Nosotros lo conocimos con su nombre original y es a él a quien le he dedicado un hermoso cuento al estilo borgiano. Su nombre? Carlitos Táccari. Y en Pigué se lo quiere mucho….

Llegué una semana tarde para probar la Omelette que se celebra (lo  digo así porque es un verdadero rito) el 4 de diciembre. Se rompen tantos huevos para hacer la omelette, como gente se hace presente para disfrutar el espectáculo y luego probar una porción. Me la deben! También hay otra celebración con gusto francés que es el Aligot, más sencilla y de no tan alto perfil como la Omelette pero que se degusta también en la ciudad.


No se puede ir de Pigüé sin haber comido algo rico. Estuve tres días. Una pavita al horno con papas y batatas asadas una noche, unos canelones caseros otro día y para cerrarla un buen lechón al horno con ensaladas varias y buenos vinos hecho por un cheff que promete y que es mi hermano. No se lo pierdan cuando cocina! Lo hace muy bien.
Mi estadía en Pigué se acababa. Siempre me gustó ver un hermoso edificio entramado que era el juzgado de paz en el cruce de las avenidas  Casey y Cabanettes. Se incendió hace varios años y  hoy queda un terreno vacío, casi estéril. Sólo un afiche me llamó la atención y es la deuda que la ciudad de la Plata tiene con un joven de Pigué: Miguel Bru.-



Hasta siempre.

12/11/2013

Bitácora de Pigüé. Día dos.

Pigüé es una colonia fundada por franceses. Pero siempre hay una historia anterior. Varias batallas contra los pueblos originarios dirigidos por Callvucurá  (batalla de Pi Hue), el Cacique Juan José Catriel (batalla de Cura Malal) han dado lugar a  nombrar algunas regiones. En esas batallas los pueblos originarios fueron derrotados y comenzaron a  aparecer en su lugar algunos fortines y fuertes para mantener “tranquila” (¿) la región que da nombre a las sierras (Cura Malal) y a la ciudad de Pigüé  después. Pi Hue era “el lugar de encuentro“ de los caciques que hicieron todo lo posible por defender sus tierras  ante el avance de la “modernidad” ( fusil,  ferrocarril,  telégrafo y alambrado). En ese empuje constante hacia el sur estos pueblos originarios fueron perdiendo tierras, gentes, nombres y también identidades. Las concesiones de campos a los “heroicos” soldados fueron simples papeles para ingentes riquezas: 300.000 ha al Coronel Plaza Montero… Hábiles contratantes como Eduardo Casey se hicieron con de todas ellas para armar lo que luego serían los localizaciones  futuras en Pigüé, Coronel Suárez y toda la región. Hoy no podemos cambiar la historia, pero si observarla con mayor cuidado.
Un inmigrante francés Clemente Cabanettes conoce a Eduardo Casey y llegan a un acuerdo de colonización. Envía a Francia a su amigo Francisco Issaly para que de la región natal de ambos (El Aveyron) convenciese a los ciudadanos franceses a poblar una colonia granjera en la zona. En 1884 aparecen las primeras 40 familias francesas que se establecen junto a las vías del ferrocarril del sud en la estación Pi hue.
Mirar las actas de fundación y los documentos nos permite releer los clásicos apellidos que hoy pueblan la ciudad; Isaly, Calmels, Mazars, Boudou, Cance, Bousqeut, Roubellac, Bras, Champredonde, Durán, Vigouroux, Soulié, Domergue y así hasta el cansancio. Nuestra infancia estuvo rodeada de todos esos apellidos que nos resultaban familiares.



 Realmente Francisco Issaly no sólo fue el que hizo las gestiones para traer su gente sino que los acompañó, viajó con ellos y vivió las vicisitudes de la instalación y de los primeros años. Su vida se identifica con su sueño y su sueño no fue otra cosa que esta ciudad. No hay en ella un monumento digno  a su trayectoria, tal como los hay de Eduardo Casey y Clemente Cabanettes. ¿Es una deuda de honor y gloria que en algún momento el pueblo tendrá que cumplir?



Y ahí comienza la verdadera historia del pueblo, con sus  luces y sombras, sus esperanzas y dolores, que son las que nos permiten llegar hasta hoy. Con casi 15.000 habitantes reconocemos en ellos las distintas identidades que fueron dando color y calidad a la ciudad. Como toda ciudad de inmigrantes lo primero que se crean son las instituciones de solidaridad. Así nace el Cercle Francais. Toda la vida de la gente se desarrollaba allí, los problemas, los sueños, las falencias y los aniversarios. Allí  se juntaban el “14 juillet” para cantar la Marsellesa y aprovechaban para hablar de su tierra francesa y de sus sueños criollos en sus propios dialectos;  divertirse,  comer las comidas francesas y bailar la bourrée.
 Luego fueron llegando los españoles y con ellos también sus sueños y problemas que intentaron resolver en la sociedad de socorros mutuos, al igual que los franceses, al igual que todos los inmigrantes. Nos han legado una arquitectura hermosa y un teatro español que últimamente remodelado, está preparado para brindar las mejores actuaciones en visión, escenarios y sonido. No quedan restos de lo que fue el famoso Prado Español, donde nuestros mayores disfrutaron los carnavales con la mejor música y el baile de épocas pasadas.
Los italianos llegaron también con sus propios sistemas de ayuda colectiva La Sociedad de Mutui Socorri se asemeja a los anteriores y muestra de ello es aquel viejo cine Teatro San Martín con un piso en pendiente para la instalación de las butacas o en horizontal para sus reuniones sociales.
Llegaron los sirios libaneses, más españoles después de la guerra civil republicanos y anárquicos. Alemanes del Volga. Pero siempre la ciudad fue considerada una colonia francesa.

Allí nacieron al amparo de ellos los colegios privados religiosos de La Salle que educaron desde el comienzo a todos los hijos de las familias que pudieran abonar los costos e incluso el internado, ya que podrían venir de ciudades vecinas, incluso de Coronel Suárez. Igual el Colegio de niñas L´Enfant Jesus.




Estos colegios juntos al N· 3 y al Nº 5 fueron el fuerte educativo del pueblo. Antes de que el siglo XX llegara a su mitad se crea el jardín de Infantes nº 1 de que muchos de la tercera juventud fuimos alumnos fundadores. En una ciudad en la que hay tanta oferta educativa comienzan a aparecer los hombres importantes en el arte, en la política, en la educación, con compromiso social, con una reivindicación permanente por vivir mejor. Y esa es su mayor razón para considerar como moderna y progresista esta bella ciudad.
Y si la ciudad tiene una característica especial es una ingente cantidad de recordatorios y memoriales en sus calles y avenidas. Pequeños monolitos, reseñas o estampas de la historia y de sus personajes y de la vida del pueblo se encuentran reflejados en ellos. Las fotos que siguen son una pequeña muestra.










12/10/2013

Bitácora de Pigüé. Dia uno.

Pigüé!....Flor,ché ! Es el conocimiento “ fullero”que alguna gente tiene de mi pueblo, particularmente cuando ha recibido una buena mano de cartas en el truco. En la Plata hay dos locales comerciales que han elegido el nombre Pigüé por su hermoso significado “Lugar de Encuentro”. De hecho, no tienen nada que ver con el lugar. De modo que los he invitado a visitar esta ciudad.

 Y es verdad, Pigüé es una hermosa ciudad que vale la pena ser visitada y el visitante, entre asombrado y sin saber porqué. Antes de retirarse hacia su lugar de origen, descubrirá que es un verdadero “lugar de encuentro”. La tranquilidad del lugar, la cordialidad de su gente y , seguramente, alguna nueva amistad, le permitirá disfrutar la clave de este significado.
Llegué a Pigüé como tantas otras veces, casi de memoria y dispuesto a encontrarme con mi familia, particularmente con mi madre que luce espléndidamente sus noventa años. Sólo que esta vez realicé un recorrido para mostrar esta ciudad a mis amigos y seguidores de la bitácora.
Hacia el sur de la provincia de la provincia de Buenos Aires, a 600 Km de la capital o de La Plata, esta ciudad es cabecera del Partido de Saavedra. Fundada el 4 de diciembre de 1884 se la reconoce como una colonia francesa, donde arribaron casi dos centenas de occitanos de la ciudad de Rodez y se establecieron en la región. La elección del lugar es sobre la pendiente de un pequeño cerro y la traza de la ciudad tiene todo el esquema de los pueblos de la provincia de Buenos Aires. Un par de plazas, una principal sobre  amplias avenidas que la cruzan. Frente a una de ellas la Iglesia, un gran colegio y algunas dependencias públicas. La Iglesia dedicada a Nuestra Señora de Lujan luce esbelta con su torre blanca y su reloj (actualmente en hora). Y esto resulta importante porque cada media hora, la campana del reloj de la iglesia marca el tiempo. Como antiguamente, las campanas indicaban las horas, del trabajo y del descanso, de la vida y de los funerales y de la convocatoria al culto, siempre tres  veces antes de la misa.


La pendiente del cerro (unos 300 metros sobre el nivel del mar) la hacen agradable y pintoresca. En mi niñez hacíamos “culipatín” sobre la escarcha congelada al lado de los cordones de la vereda y así avanzábamos un par de cuadras. Mas que eso hubiera sido un desastre. Su población no sobrepasa los 15.000 habitantes lo que permite tener una escala acorde para una inmejorable calidad de vida. Se la puede caminar en todas las direcciones, aunque la mayoría de la gente elige el gran parque  municipal para hacerlo que se encuentra a la entrada de la ciudad llegando por la ruta desde Bahía Blanca o desde el norte. No sólo disfrutan la tranquilidad de la vida pueblerina, sino que, a la vez, disfruten de la conectividad global que les permite tener canales de TV propios, radios AM y FM locales e internet. Si conocés un piguense en el FACE o en el Twiter los conoces a todos…


Como entrada obligada desde esa ruta, uno se encuentra con un paisaje verde de árboles y parquizado. Hay que prestar atención al cruzar la via del ferrocarril y entrar de lleno a la ciudad, buscando sus adoquinadas avenidas, con muchos árboles en sus veredas y en sus canteros centrales. Algún  cantero de rosas rojas recuerda que alguna vez existieron miles de ellas al punto de pretender erigirse en “capital provincial de la Rosa”. Pero no fue asi.

A poco de entrar uno se encuentra con dos edificios de propiedad horizontal y toma una idea rara de la situación. Mira y hacia lo alto de la avenida principal (Av. Casey) se encontrará con otro edificio  también de varios pisos. En realidad son esos los que existen, no más, símbolo de que alguna vez alguien pretendió un modelo de vivir en cuatro metros cuadrados cuando sobraba espacio y calidad de aire y de verde para todos. Hoy, en el centro, quedan terrenos libres para hacer lo que deseen. Por suerte, fueron solo esos tres… Entre aquellas construcciones de principios de siglo veinte, imponentes y que todavía lucen prolijamente arregladas. La nueva arquitectura se la encontrará no tanto en el centro sino en los nuevos barrios que se están formando donde cada cual impondrá la jerarquía de su posición social, su gusto o su límite de hasta donde alcance. Los terrenos se fueron consumiendo al punto tal que las últimas casas limitan con el campo, habiendo desaparecido la “sección  quintas” que normalmente en la ciudad de tipo española generaba una amplia amortiguación entre lo que era el campo llano y la vida urbana.
Y así fue cumpliendo año tras año y desarrollando una vida social, política y educativa intensa. Varios colegios secundarios. Algunos llegaron de la mano de los franceses como el de La Salle  (originalmente para varones) o L´enfant Jesús (originalmente para niñas), escuelas secundarias técnicas, primarias diversas y también áreas vinculadas con la Universidad del Sur (Bahia Blanca. La escuela llamada de "las monjas" exhibe en su entrada una hermosa gruta, replicando la clásica gruta de Lourdes.

Los distintos barrios que se han creado de la mano del estado o del municipio tendió a cubrir necesidades de las familias trabajadoras, de familias de jubilados, de estudiantes para que no se fueran de la ciudad, y de jóvenes para arraigarlos a la tierra. Trabajo nunca faltó. No sólo porque desde la segunda mitad del S. XX se estableció un arsenal militar y un gran molino harinero, sino también por la dinámica del campo, ya que se fueron estableciendo negocios de maquinarias agrícolas, concesionarias de autos, logrando una intensa actividad comercial e industrial. Esta última se vió impulsada con la creación del parque industrial a la entrada la ciudad. Tuvo su época dorada cuando una de las industrias instaladas era la fábrica de Addidas que generó más de 600 salarios que quedaban en el pueblo, impulsando un comercio activo y moderno.

Hoy la ciudad exhibe un proceso económico interesante, ni tanto ni tan poco. 





No existe una pobreza estructural excluyente y a veces uno puede equivocarse pensando en un bienestar sublime cuando ve un parque automotor tan amplio en unidades y modelos, como insoportable a la hora de la “vuelta del perro” en las tardecitas del sábado y el domingo. Esa misma cantidad de reordena en el parque para hacer un asado, o tomar mates o festejar un cumpleaños de chicos, en las tardes asoleadas del invierno o cuando se busca el fresco de los árboles en el verano.

10/17/2013

Bitacora de viaje. Tandil. Día 3.


Nuevamente la mañana apareció neblinosa y fresca. Por supuesto que repetimos la rutina ya que cuando uno está fuera de casa, estas repeticiones no molestan. Desayuno. Natación en la piscina y a las once de la mañana, con algunos tímidos rayos de sol que querían abrir el ambiente salimos con el canasto del mate.
Nuestra primer parada fue el Monumento al Fundidor. Una bella imagen y un perfecto sentido de homenaje al trabajo a veces invisible de un pueblo. Está puesto sobre la colina donde se encuentra junto al lago.  Ideal para matear mirando hacia el paisaje. 



Un largo puente sobre el coronamiento de la represa permitía el paso de uno al otro lado. Y el variopinto juego de la gente en movimiento: un abuelo pescando son sus dos nietitos, jóvenes en jogging  haciendo su  jornada matutina de caminata, ciclistas en fila, muchas personas caminando libremente y como “ocupando el tiempo” y demasiados autos para un mediodía de una ciudad a la que uno pensaba que siendo feriado a esa hora podría seguir descansando.

La traza de la ciudad de Tandil es muy simple. De acuerdo con el sistema español. Una cuadrícula de 10 por 16 manzanas con la plaza principal (Independencia) en el centro y a sus costados la Iglesia, el colegio principal, los edificios públicos y algún edificio construido para ser banco. Esta cuadrícula principal está rodeada por avenidas rápidas que circundan el cuadrado e integran los barrios que se abren hacia la ciudad grande que comienza a ser Tandil. Un barrio apretado contra los cerros y avenidas llevando a los salidas para todas las direcciones donde la ciudad quiera conectarse: Mar del Plata, Azul,  a Buenos aires o La Plata por Ayacucho, a Las Flores por Rauch  y al sur por la ruta 74 hasta Juárez. La ciudad ha crecido hacia sus cuadro lados ocupando espacios importantes. Un gran campus de la UNICEN y muchos espacios verdes esparcidos por toda la ciudad, tanto públicos (plazas o parques) como privados (clubs deportivos de fútbol, de rugby, de hockey, básket, de polo. Y espacios algo más exquisitos como la Posada de los Pájaros, las estancias y muchos lugares para pasear y caminar. Las ofertas son muchas y no hemos podido con todas. Nos hemos quedado con las ganas del “Camino” de los pioneros” como de la “sierra del Tigre”.



Un espacio que nos convocó fue la estación del ferrocarril (antes Roca) Ferrobayres. Casi no se usa para pasajeros. Si para el servicio de cargas. Originalmente el tren llegaba desde Ayacucho y  como siempre ha sucedido con este servicio, los pueblos se han desarrollado rápidamente a su alrededor. No sólo por el transporte de cereales y animales, sino también por el transporte de minerales extraídos de sus canteras. Los 90 fueran trágicos para todos los trenes y también para esta ciudad. El camión para una ciudad, en ese entonces en la cima del autopartismo, no alcanzó y la crisis noventista hizo disminuir no sólo la posibilidad de cargas sino también la disminución de esa especializada tarea productiva. Una empresa de envergadura fue la Metalúrgica Tandil, fundada en 1918 que llegó a tener en su apogeo mas de 2000 operarios. Hoy doscientas familias están pendientes  de soluciones definitivas ya que denuncias de vaciamiento les está creando una crisis social importante.
El ferrocarril ha dejado su estación intacta y en ella se realizan las actividades propias del transporte y se usa también para actividades culturales. Es un hermoso espacio constructivo y a la vez un espacio verde con posibilidades de comunicación y entretenimiento.

Durante el día caminamos y caminamos el centro recorriendo sus calles principales. Hermosos edificios que llaman la atención no sólo por su diseño típico de principios del siglo XX, sino tambien por su conservación y estilo.


Existe un pequeño centro comercial a cielo abierto (mal denominado peatonal según su diseñador,  otra vez mi amigo Roberto Porta), muchas calles comerciales con marcas de ropas, mezcladas con perfumerías, restaurantes, ferreterías, casas de electrodomésticos al lado de gimnasios. Y en los cafes, la gente. Compartiendo con sus amigos una conversación o una gaseosa o tal vez, hablando del personaje sentado solo en una mesa, con su sombrero y su corbatín. Ese que nos hizo asombrar con una sola mano, inmensos juegos de malabarismo con las cartas. La magia y el asombro. Siempre lo admiré a René Lavand  (porque fue capaz de hacerme asombrar y sonreir con sus juegos) y me dió gusto verlo bien a punto de disfrutar su cafe. En fin, ese complicado convivir de distintas formas comerciales es justamente una de las características de la buena calidad de vida que tiene el Tandilense y que disfruta el turista.: La tranquilidad del pueblo con toda las ofertas de la gran ciudad a la mano.

La hora de la cena nos llegó muy rápido. El chef de la hostería nos deleitó con unas ensaladas verdes y un timbal de arroz junto con arrollado de pollo. Un postre de helado y la conversación de mesa a mesa entre los comensales hizo que la misma durara un poco más. Todos sabíamos que a la mañana siguiente emprenderíamos el regreso a casa.
La hostería nos brindó una correcta hospitalidad con el trato de su gente, y con la puesta en si misma. Prolijanmente decorada con flores )clivias y amarylis entre otras), cuadros y objetos diversos que ofrecían una imagen de equisita calidad.





Al igual que tallas florentinas de no mas de 40 cm. Verdaderas joyas del S. XIX, tal vez herederas de la escuela de tallistas que hemos visto muy similares en el Palazzo Pizzi allá lejos y hace tiempo.

Realmente nos iremos de Tandil con muchas ganas de regresar.
Se lo pasa bien!













Buenas noches y hasta la próxima.