De hecho nos quedamos con las ganas de más Berlín. Con un
itinerario pactado no es posible quedarse. Quedará para otra vez. ¿Volveremos?
No recuerdo haber tocado esos objetos mágicos que te aseguran volver. ¿Los
había? No recuerdo, pero haremos algo para volver. Así, con esa nostalgia
partimos hacia Dresde.
Logicamente, el río. Esta vez, el Elba. Crecido y con todas
las consecuencias de haber inundado una semana atrás todas las partes bajas de
la ciudad. Se notan las consecuencias.
Dresde para los Alemanes, Dresden para los hispánicos es la
capital del estado federado de Sajonia. En la ciudad habitan medio millón de
habitantes. Contados los suburbios y poblaciones vecinas alcanza al millón y
medio. Con un río tan importante como el Elba (recuerden que pasará por
Hamburgo para desembocar en el Mar del Norte) y los cruces de carreteras y
autopistas, convierten a esta ciudad y a la zona en un verdadero corredor de
comunicaciones e intercambio. Eso significa comercio. Eso significa riqueza,
confort para los habitantes y en la mayoría de los casos, futuro. Que es lo que
todos los países queremos pero que no todos cuidan por igual.
Sólo cruzar el río ya te muestra una ciudad hermosa y
monumental. Su Catedral dedicada a la Trinidad es lo que se percibe en forma
inmediata. Cruzar un par de calles y adentrarse en ellas, uno se enfrenta con el Palacio Swinger, una
hermosa construcción barroca del S. XVIII. Lleva mucho tiempo recorrer todos
sus pabellones por lo que nuestra elección estuvo en observar sólo aquellos del museo de la cerámica. Hay tres áreas para
ver: toda la cerámica china y japonesa que decoró los palacios de E0uropa a
partir de los siglos XVI y XVII, la sala de la cerámica blanca y de los animales,
y la sala de la cerámica Meißen. Todas estas salas exponen la fina calidad y el
delicado trabajo de estas cerámicas en sus distintas formas y para sus
distintos destinatarios. Luce por si misma la cerámica de la vecina ciudad de
Meißen, siendo la frutilla del postre un conjunto de medio metro de altura que
no se su nombre pero podría ser algo así como la coronación de las artes. La
presencia del rey por un lado y las distintas artes personificadas en bellas
mujeres por el otro, hacen que el conjunto sea bello por sus formas y su
armoniosa combinación de colores. Y sobre todo, la técnica del cocido.
Si de algo nos
acordaremos de nuestro paseo por Dresden es del famoso “Desfile del Príncipe”
un largo friso de 100 metros en la Augustusstraße. Son casi 24000 azulejos de
porcelana de Meißen que reflejan la historia de marqueses, duques, príncipes
electores y reyes, con sus cabalgaduras, sus acompañantes, personas y animales
y una innumerable cantidad de detalles que bien valen ser mirados. El sólo
hecho de hacerlo desde la calle, en más de uno quedará ese molesto dolor de
cuello. Pero, quien le quita lo bailao?
En algún momento esta ciudad supo ser Patrimonio de la
Humanidad. A alguien se le ocurrió construir un puente a dos kilómetros del
centro histórico. Así Dresden se convirtió en la primera ciudad a la que le fue
quitado el titulo de Patrimonio. De todos modos, con título o sin título,
Dresden es una ciudad bonita (schönne Stadt) que merece su tiempo de paseo, observación
y asombro.
A Dresden
también se la conoce por un hecho lamentable en la segunda guerra. Semanas
antes de terminarse, fue terriblemente bombardeada, al punto de desaparecer la
totalidad de su centro histórico. Otra vez, las razones: estrategia, error de
cálculo, castigo? Se sabe que los ingleses (RAF) y los yanquis hicieron más de
mil operativos de bombardeos a la ciudad, descargando un furor de fuego nunca
visto. Tal vez en número de muertos no exceda a los de Japon,
Berlín o Hamburgo, pero ha quedado en el inconciente colectivo como el ejemplo
más duro del terror bélico y de la destrucción.
Así y todo, con la reconstrucción realizada, Dresden es hoy
un símbolo de ciudad bella y admirable, resultando su más bello símbolo, el
“Jinete de Oro”, dorado al fuego sobre cobre, en el Markplatz de la neus Stadt
que representa a Augusto el Fuerte, príncipe elector de Sajonia y Augusto II
Rey de Polonia. La figura es dorada al fuego de cobre clavado.
Antes de viajar hacia Nürember, con un trecho de muchos
kilómetros, durante el almuerzo pudimos observar la existencia de vinos
argentinos en la carta. Qué tul?
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