Llegamos tarde a la ciudad de modo que sólo nos quedó tiempo
para cenar, aunque nuestra curiosidad nos llevó a caminar un rato. Con el Hotel
a unos metros de la muralla no te queda otra cosa que ingresar en ella y ver,
ver y ver qué es lo que hay. Y arrancamos por el lado equivocado. Con Montse a
mi lado y algo romanticones por la semipenumbra de las calles nos lanzamos. Craso
error. Arrancamos como primer calle por la “calle roja” de Nürember. Ventanas
iluminadas con mujeres seductoras y llamando a la clientela. Se dice que no hay
que caminar con una mujer al lado. Bueno, Si. Eramos dos y no mucha gente.
Podría decirse que era una “mala noche” para los sexy business. Les diría que había mas mujeres detrás de las
ventanas con sus impúdicas sonrisas y sus llamativas señas, que los que
paseábamos por la calle. Un par de vueltas a la esquina y terminamos en un
pequeño Markplatz con grandes y esbeltas fuentes que nos prometimos mirar con mayor
atención al día siguiente, a plena luz del sol.
Es así que, ya desde temprano, salimos para conocer la ciudad. El primer
motivo que nos acercó a esa ciudad era recordar su momento histórico (para
nosotros) más conocido como fue el juicio de Nuremberg, después de la guerra.
Seguro que se acuerdan de la película, con un reparto excepcional (Maximilian
Schell, Spencer Tracy, Burt Lancastr, Marlene Dietrich, Richard Widmarck,
Montgomery Clift y otros). Y el tema subyugante del juicio: pueden ser acusados
por crímenes que no existían y que sólo fueron denominados así luego de
cometerlos. Buen argumento. Los crímenes de lesa humanidad estaban presentes
desde La Haya en 1907 pero es en este juicio donde se sancionará en la práctica. Este juicio tuvo condenados
aunque no tantos, pero resultó un antecedente sumamente importante para el
futuro, naciendo de algún modo los derechos humanos como de lesa humanidad y
que la sociedad global podría juzgarlos. Un avance en el derecho internacional.
Aquí podrán terciar en los comentarios mis amigos Abogados o vinculados a los
Derechos Humanos para aclarar mejor las cosas. Dirigido contra 24 dirigentes
nazis supervivientes. Las sentencias a muerte fueron 11 ( y uno en ausencia), a
prisión perpetua 3, a veinte años dos, a 15 años uno y otra a 10 años. Tres
absueltos y dos sin condena (uno por
incapaz y el otro porque se suicidó el día antes de la sentencia).
Evidentemente que el tema de la segunda guerra, el nazismo y
las consecuencias tienen todavía memoria en el pueblo alemán. No sé cuánto en
la gente joven. De todos modos, subsisten los testimonios que hablan de esa
época.
El otro testimonio que vimos fue el famoso campo del
Zéppelin, un proyecto monumental para el nucleamiento de masas desde donde
Hitler dirigíría sus mensajes. Lo hemos visto infinidad de veces en los
noticieros y en las películas. Hoy sobrevive, con mucho yuyo en sus tribunas,
sin la imponente águila imperial en el centro. Se realizan allí festivales de
música pero no tantos como el espacio lo prevee. Su arquitecto, Albert Speer,
es también uno de los condenados a muerte en el juicio. Esta ciudad, muy nazi
en su momento, al terminar la guerra era el lugar ideal para realizar el
juicio: tenía edificios sin destruir y una cárcel al lado del propio juzgado
donde resguardar a los acusados. Al lado del campo del Zeppelin y sobre el lago
se encuentra un gran anfiteatro de reuniones, al mejor estilo del coliseo
romano. Hoy es un gran archivo histórico conocido comúnmente como el Dokuzentrum.
Luego volvimos al centro de la ciudad. Construida en los años
1000 tiene su río que es el Pegnitz, que
la cruza por el medio creando un hermoso paisaje medieval. Como en muchos de
los ríos y muchos de los puentes, los clásicos candados del amor que tuvieron
su origen en el Puente Milvio de Italia.
Y un clásico imperdible: Die Nürnberger Rostbratwurst, salchichas con carne de cerdo, tocino, sal, pimienta y orégano, asadas a la
parrilla se comen dentro de un kleines
Brot. Una
tentación que vale la pena en el HaupMarkplatz
del lugar… Caimos en ella.
Una visita a la Frauenkirche,
un paseo por la Albrecht-Dürer-Straße, donde se encuentra la casa donde
vivió Durero, y un recorrido por las callecitas medievales dentro de la muralla
nos permitieron disfrutar una vez más Eine
Schönne Stadt, una hermosa ciudad. Luego del almuerzo, donde saboreamos un
exquisito codillo de cerdo seguimos a nuestro próximo destino. Como llegamos
pronto, la siesta en el micro quedó para otro momento.
Rothemburg
No sabía que estaba esta ciudad en
nuestro itinerario y de haberlo sabido no le hubiera dado importancia. Error.
Al llegar a ella y caminar unos pasos me di cuenta del asombro que me produjo.
Un verdadero enclave medieval, en un cerro con una alta muralla rodeando la
ciudad. Desde sus parapetos y a lo largo de todo el perímetro se puede observar
los distintos aspectos que tiene el valle a su alrededor: mucho verde, bosques,
sembradíos, castillos.
Su centro histórico se salvó de la destrucción ordenada en la II Guerra que sólo destruyó las partes bajas de la misma. Por ello, se encuentra en un estado excelente, llegando a ser una encantadora ciudad para el asombro. Su historia no parece importante. Creada en el S. X tuvo su desarrollo en forma independiente hasta que formó parte del estado de Baviera.
Su centro histórico se salvó de la destrucción ordenada en la II Guerra que sólo destruyó las partes bajas de la misma. Por ello, se encuentra en un estado excelente, llegando a ser una encantadora ciudad para el asombro. Su historia no parece importante. Creada en el S. X tuvo su desarrollo en forma independiente hasta que formó parte del estado de Baviera.
En primer lugar, su río, el Tauber, la
atraviesa en su parte más baja. Su fundación data de los años 900 y siendo una
ciudad céntrica absorbió los avatares de las distintas guerras que se
desarrollaron en su región. Salvada – según la leyenda - por un largo y buen
trago de vino de 3 litros y un cuarto de un saque (ni se nos ocurrió imitarlo) logró
que impedir la sentencia de su propia destrucción y así mantuvo su desarrollo
como una romántica ciudad de Baviera. Cualquier fotografía que se saque saldrá
buena y no será por el fotógrafo.
Tiene varias cosas que son muy dignas
de observar. En primer lugar su cartelería realizada en hierro forjado y
detalles de bronce. Con esa transparencia que permite ver lo que sigue sin ser
áspera a la vista. Mucha imaginación y trabajo. La clásica edificación del
suroeste de Alemania con sus paredes entramadas y variado colorido, permiten
encontrar viejas construcciones con sus vestigios señoriales. La casa de los
artesanos (Handwerkerhaus), la Franziskannerkirche (Iglesia del Monasterio de
San Francisco), la Iglesia de San Juan y
los distintos museos como el de muñecas y juguetes, el museo medieval
del Crimen, son razones permanentes para observar, admirar y asombrarse.
¡Na Ja! El asombro más importante se
produce cuando ingresamos a la Käthe Wohlfahrt. ¡Na Ja! Todo lo que alguien
necesita para armar su árbol de Navidad está allí, en todos los tamaños, en
todos los colores, en la imaginación portentosa. Por eso también alguien llama
a esta ciudad “Rothenburger Wehnachtswerkstatt” Es la marca que todos los
alemanes respetan cuando se trata de decorar y celebrar la navidad. Laboriosas
pizas únicas, realizadas en materiales de alta calidad como el vidrio, la cerámica o la madera con pinturas a
mano. Al fondo del local comercial se encuentra el Museo Alemán de la Navidad,
donde se muestran los adornos de antaño, los distintos y mil formas de festejar
la Noche de navidad. ¡Na Ja! Viendo los arbolitos de navidad de casi cuatro
metros de altura, nos conformamos con uno sólo de 25 cm. De alto Espacio
en las maletas que le dicen…
¡Na Ja!
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