7/14/2013

Bitacora 2013. Día 13. Nüremberg y Rhotemburg


Llegamos tarde a la ciudad de modo que sólo nos quedó tiempo para cenar, aunque nuestra curiosidad nos llevó a caminar un rato. Con el Hotel a unos metros de la muralla no te queda otra cosa que ingresar en ella y ver, ver y ver qué es lo que hay. Y arrancamos por el lado equivocado. Con Montse a mi lado y algo romanticones por la semipenumbra de las calles nos lanzamos. Craso error. Arrancamos como primer calle por la “calle roja” de Nürember. Ventanas iluminadas con mujeres seductoras y llamando a la clientela. Se dice que no hay que caminar con una mujer al lado. Bueno, Si. Eramos dos y no mucha gente. Podría decirse que era una “mala noche” para los sexy business. Les diría que había mas mujeres detrás de las ventanas con sus impúdicas sonrisas y sus llamativas señas, que los que paseábamos por la calle. Un par de vueltas a la esquina y terminamos en un pequeño Markplatz con grandes y esbeltas fuentes que nos prometimos mirar con mayor atención al día siguiente, a plena luz del sol.



Es así que, ya desde temprano,  salimos para conocer la ciudad. El primer motivo que nos acercó a esa ciudad era recordar su momento histórico (para nosotros) más conocido como fue el juicio de Nuremberg, después de la guerra. Seguro que se acuerdan de la película, con un reparto excepcional (Maximilian Schell, Spencer Tracy, Burt Lancastr, Marlene Dietrich, Richard Widmarck, Montgomery Clift y otros). Y el tema subyugante del juicio: pueden ser acusados por crímenes que no existían y que sólo fueron denominados así luego de cometerlos. Buen argumento. Los crímenes de lesa humanidad estaban presentes desde La Haya en 1907 pero es en este juicio donde se sancionará  en la práctica. Este juicio tuvo condenados aunque no tantos, pero resultó un antecedente sumamente importante para el futuro, naciendo de algún modo los derechos humanos como de lesa humanidad y que la sociedad global podría juzgarlos. Un avance en el derecho internacional. Aquí podrán terciar en los comentarios mis amigos Abogados o vinculados a los Derechos Humanos para aclarar mejor las cosas. Dirigido contra 24 dirigentes nazis supervivientes. Las sentencias a muerte fueron 11 ( y uno en ausencia), a prisión perpetua 3, a veinte años dos, a 15 años uno y otra a 10 años. Tres absueltos  y dos sin condena (uno por incapaz y el otro porque se suicidó el día antes de la sentencia).





Evidentemente que el tema de la segunda guerra, el nazismo y las consecuencias tienen todavía memoria en el pueblo alemán. No sé cuánto en la gente joven. De todos modos, subsisten los testimonios que hablan de esa época.

El otro testimonio que vimos fue el famoso campo del Zéppelin, un proyecto monumental para el nucleamiento de masas desde donde Hitler dirigíría sus mensajes. Lo hemos visto infinidad de veces en los noticieros y en las películas. Hoy sobrevive, con mucho yuyo en sus tribunas, sin la imponente águila imperial en el centro. Se realizan allí festivales de música pero no tantos como el espacio lo prevee. Su arquitecto, Albert Speer, es también uno de los condenados a muerte en el juicio. Esta ciudad, muy nazi en su momento, al terminar la guerra era el lugar ideal para realizar el juicio: tenía edificios sin destruir y una cárcel al lado del propio juzgado donde resguardar a los acusados. Al lado del campo del Zeppelin y sobre el lago se encuentra un gran anfiteatro de reuniones, al mejor estilo del coliseo romano. Hoy es un gran archivo histórico conocido comúnmente como el Dokuzentrum.





Luego volvimos al centro de la ciudad. Construida en los años 1000 tiene su río que es el Pegnitz, que la cruza por el medio creando un hermoso paisaje medieval. Como en muchos de los ríos y muchos de los puentes, los clásicos candados del amor que tuvieron su origen en el Puente Milvio de Italia.
Y un clásico imperdible: Die  Nürnberger Rostbratwurst, salchichas con carne de cerdo, tocino, sal, pimienta y orégano, asadas a la parrilla se comen dentro de un kleines Brot. Una tentación que vale la pena en el HaupMarkplatz del lugar… Caimos en ella.








Una visita a la Frauenkirche, un paseo por la Albrecht-Dürer-Straße, donde se encuentra la casa donde vivió Durero, y un recorrido por las callecitas medievales dentro de la muralla nos permitieron disfrutar una vez más Eine Schönne Stadt, una hermosa ciudad. Luego del almuerzo, donde saboreamos un exquisito codillo de cerdo seguimos a nuestro próximo destino. Como llegamos pronto, la siesta en el micro quedó para otro momento.


Rothemburg
No sabía que estaba esta ciudad en nuestro itinerario y de haberlo sabido no le hubiera dado importancia. Error. Al llegar a ella y caminar unos pasos me di cuenta del asombro que me produjo. Un verdadero enclave medieval, en un cerro con una alta muralla rodeando la ciudad. Desde sus parapetos y a lo largo de todo el perímetro se puede observar los distintos aspectos que tiene el valle a su alrededor: mucho verde, bosques, sembradíos, castillos. 


Su centro histórico se salvó de la destrucción ordenada en la II Guerra que sólo destruyó las partes bajas de la misma. Por ello, se encuentra en un estado excelente, llegando a ser una encantadora ciudad para el asombro. Su historia no parece importante. Creada en el S. X tuvo su desarrollo en forma independiente hasta que formó parte del estado de Baviera.



En primer lugar, su río, el Tauber, la atraviesa en su parte más baja. Su fundación data de los años 900 y siendo una ciudad céntrica absorbió los avatares de las distintas guerras que se desarrollaron en su región. Salvada – según la leyenda - por un largo y buen trago de vino de 3 litros y un cuarto de un saque (ni se nos ocurrió imitarlo) logró que impedir la sentencia de su propia destrucción y así mantuvo su desarrollo como una romántica ciudad de Baviera. Cualquier fotografía que se saque saldrá buena y no será por el fotógrafo.

Tiene varias cosas que son muy dignas de observar. En primer lugar su cartelería realizada en hierro forjado y detalles de bronce. Con esa transparencia que permite ver lo que sigue sin ser áspera a la vista. Mucha imaginación y trabajo. La clásica edificación del suroeste de Alemania con sus paredes entramadas y variado colorido, permiten encontrar viejas construcciones con sus vestigios señoriales. La casa de los artesanos (Handwerkerhaus), la Franziskannerkirche (Iglesia del Monasterio de San Francisco), la Iglesia de San Juan y  los distintos museos como el de muñecas y juguetes, el museo medieval del Crimen, son razones permanentes para observar, admirar y asombrarse.







¡Na Ja! El asombro más importante se produce cuando ingresamos a la Käthe Wohlfahrt. ¡Na Ja! Todo lo que alguien necesita para armar su árbol de Navidad está allí, en todos los tamaños, en todos los colores, en la imaginación portentosa. Por eso también alguien llama a esta ciudad “Rothenburger Wehnachtswerkstatt” Es la marca que todos los alemanes respetan cuando se trata de decorar y celebrar la navidad. Laboriosas pizas únicas, realizadas en materiales de alta calidad como el  vidrio, la cerámica o la madera con pinturas a mano. Al fondo del local comercial se encuentra el Museo Alemán de la Navidad, donde se muestran los adornos de antaño, los distintos y mil formas de festejar la Noche de navidad. ¡Na Ja! Viendo los arbolitos de navidad de casi cuatro metros de altura, nos conformamos con uno sólo de 25 cm. De alto Espacio en las maletas que le dicen…



¡Na Ja!

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