Llegamos la noche anterior a esta ciudad, como para cenar e
ir a dormir. Realmente fue un día intenso (como todos, hasta ahora, pese a que
le había prometido a mi mujer que este viaje sería tranqui y descansado). Ya
temprano por la mañana salimos a conocer esta ciudad del estado de
Baden-Wurtenberg, también conocida como el Palatinado. De los años de la
universidad, uno la recuerda como la universidad más antigua de Alemania y por
otro lado recordamos la “mandíbula de Heidelberg”, pieza prehistórica que data
la existencia del hombre en el lugar por la mandíbula encontrada hace 600.000
años. Pavada de registro!
Esta ciudad es pequeña, en el valle del río Neckardt y por
esas cosas de la vida no fue tan destruida por los aliados de la II Guerra, como
por el ejército francés, muchos años
antes, cuando se disputaban el patrimonio de la región. Esto de los reyes y sus
familias y sus dinastías y las miles de combinaciones familiares (futuras
sucesiones y heredades) en el centro de Europa es una historia aparte y
complicada a la vez. No insistiremos en ello. Y a esta altura de la
civilización, no me banco eso de la monarquía. Ninguna por si quedan dudas…
Lo primero que hicimos fue cruzar el río y encontrar la
Universidad. Edificio reconstruido varias veces. La historia nos refiere que
esta universidad fue fundada en 1336 directamente por una bula papal. Como los
alemanes no podíar estudiar en Paris, y Bolognia les quedaba muy lejos, se
instituyó la Universidad. Y tendrá un papel importante en la historia del
humanismo y la reforma, con Lutero y con Calvino y sus distintas formas de
apreciar el protestantismo. Su biblioteca es de casi un siglo después. Otro
siglo más tarde Lutero, en la misma biblioteca, defenderá sus 95 tesis que
previamente había presentado en forma pública en la iglesia del Palacio de Wirtenberg.
Los intelectuales más importantes de Alemania han pasado por sus aulas, Max
Weber, Karl Jaspers, Martín Heidegger y muchos otros.
La ciudad no tiene donde expandirse por eso resulta pequeña.
Está entre dos montañas y el río que cruza por el medio. Su historia es una
lucha de monarcas, de poderíos económicos y de impulsos de expansión, todos
ocultos bajo la fachada de una guerra religiosa entre católicos y hugonotes, o
entre palatinos y franceses. Su economía actual está cimentada en investigaciones y resultados de la
universidad. Es bueno saber que se la considera como una Universidad de élite.
Dos habitantes de cada diez son alumnos de la Universidad. Entre los recursos
conocidos figura el SAP AG (Systemanalyse und
Programmentwicklung)realizado a pocos kilómetros de Heidelberg en la ciudad de Walldorf.
Y esta ciudad aparece vinculada
también al castillo que existe sobre la montaña. Es una inmensa ruina
reconstruyéndose de acuerdo con los planos originales. En realidad el castillo
lo constituyen varios edificios, algunos de los cuales ya no existen y en su
interior se puede encontrar el Museo de Farmacia, lugares para realizar espectáculos
de luz y sonido, conciertos y recitales.
Desde sus jardines se tiene una espectacular vista de Heidelberg así como su río y la montaña que se encuentra al frente donde
sus construcciones parecen colgadas de la misma. La subida al castillo puede ser zu fuß (caminando),
en coche o en funicular, lo que es mucho maá agradable y pintoresco. Y en ella se encontrará - dicen - el tonel mas grande del mundo. Fuimos a ver si era cierto. Pareciera que si. Por lo menos, mas grande que el del Vino Toro que tenemos en Mendoza.
La ciudad es barroca. La Iglesia
del Espìritu Santo de los católicos, tienen su correlato en otra iglesia del
mismo nombre, pero de los católicos. Uno de los príncipes católicos fue el gran
elector del imperio sacro germánico con sede en esta capital.
Con un buen café tomado en una de
las terrazas de la Haupplatz, probando las exquisiteces de una buena pastisserie
nos despedimos con destino a Francia.
Strasbourg
¡Qué sorpresa que nos causó esta ciudad alsaciana!
El primer impacto que te produce es su Catedral. Gótica y
totalmente distinta a lo que conocemos como la de Notre Dame de Paris, la de
Chartres o la de Reims. Es un gótico que se sobrepasará a si mismo, totalmente
decorativo, tanto en sus fachadas como en sus vitrales. Las líneas delgadas de
sus columnas, de sus líneas hacia lo alto nos lleva a pensar en la necesidad de
la contemplación de lo trascendente. A veces me pregunto, si no hubiera sido
mejor iglesias anchas y espaciosas donde la gente (si, la gente, the people,
die Leute) estuviera más presente. El pueblo y sus necesidades, y si hay tiempo
y ganas, lo trascendente.
Pero estas cosas, te matan. La imaginería, el diseño y los
artistas que dedicaron toda su vida a la construcción de estos nonumentos
“monumentales” (vale la redundancia). Una ciudad “tironeada”, como todas las de
Alsacia y Lorena, que en otras épocas fueron alemanas, luego francesas, por fin
alemanas y finalmente francesas…, tienen su expresión en el arte y en su
necesidad de juxtaposición de estilos y de excesos. En el interior, el órgano
encajonado en una especie de nido de golondrina, se nota en una forma
extraordinaria, al igual que su púlpito y el reloj astronómico de los doce apóstoles,
ubicado en uno de los laterales.
Seguimos caminando por entre las calles y canales y nos
encontramos con “La petite France”, un hermoso barrio, muy pintoresco donde
habitaban todas las cofradías de trabajadores, los pescadores, molineros y
curtidores. Son muy vistosas las casas de los curtidores, precisamente porque
en los altos (tejados abiertos con galerías) se secaban los cueros. Las aguas,
todas las aguas (las servidas y las de lluvia y las de las tareas) iban todas a
parar a las calles que no eran otra cosa que
canales que se dirigían al ríos. Siempre el río en las ciudades. Y esta
vez se llama… No es que me olvidé. Hay muchos ríos en esta ciudad y todos
confluyen hacia el Rhin, límite geográfico entre Alemania y France por esa
región. Los distintos ríos que crean islas y canales en la ciudad son el Bruche,
el Aar y el Río Ill (ill) que rodea a La petite France como si fuera una isla y
lo transforma en un enclave medieval. Eso de las aguas y los canales y los
vertidos parece simpático hoy pero fue realmente asqueroso y mucho mas; fue
epidémico, al punto de perder la ciudad casi el 50 % de sus habitantes con las
clásicas pestes que se formaban por esas razones. En la Gran Isla muchas
iglesias, calles con nombres de trabajos y muchas construcciones que vimos en
la zona de Baviera pero que aquí tienen su culmen: son las casas de entramado.
Los molinos a la entrada del Río y los puentes cubiertos (para realizar el
comercio) no hablan más que de una zona rica y progresista a los costados de la
gran ruta comercial que es el Río Rhin y que se une con el Hansa del Norte que
vimos en Hamburgo y Lübeck.
La otra gran característica de esta ciudad es justamente la
ciudad como sede del Parlamento Europeo con sus grandes y modernos edificios,
el del Parlamento, el de consejo de Europa y el Palacio de los Derechos
Humanos. Estos edificios, construidos con conceptos arquitectónicos actuales y con
dejos de futurismo, constrastan no sólo con la isla medieval sino también con
los edificios renacentistas y neo que se fueron construyendo a lo largo de los
S. XVIII y XIX.
Antes de esta visita almorzamos en una pizzería frente a la
catedral. Tuve que sacar a relucir mi empolvado francés para comer algo que
quisiéramos. Gracias a las palabras mágicas “S’ il vous plait” y “Merci” y
respeto con buen humor nos comimos unas exquisitas pizzas francass, acompañadas
con un gustoso vino rojo de la zona.
A la tardecita regresamos a Alemania. Au Revoir!
No hay comentarios:
Publicar un comentario