7/16/2013

Bitacora 2013. Día 15. Freiburg und Meelsburg


Lo más pintoresco de esta mañana es llegar temprano al Markplatz de Friburgo y observar cómo es el armado de los puestos de los feriantes de esta ciudad. Herencia de las ferias medievales, transhumantes que iban de una ciudad a otra con sus carromatos, sus carpas, sus divertimentos y se instalaban varios días para intercambiar sus productos. Hoy la feria, en la Plaza del mercado, a la sombra de la hermosa catedral, incluidos los sonidos de las hermosa melodías que surgían del órgano tempranero del templo, se llena con sus flores, plantas, semillas, frutas y verduras, juguetes de madera, artesanías en madera, vidrio, cerámica y cera y el infaltable olor de la mostaza para saborerar las innumerables ofertas de salchichas, también innumerables en sus variedades. Ajetreo en el trabajo sin otros observadores que nosotros y nuestro grupo de paseantes. Entre el murmullo de los trabajadores y el potente sonido del órgano del Dom, la plaza comenzaba a latir en esa mañana que prometía sol y calor para todos.

Si hay una catedral difícil de fotografiar es esta. Se la debe encuadrar desde cualquier ángulo de alguna calle liberada de transeúntes, autos o camiones. También en esta ciudad la construcción se encuentra a pleno por lo que cada cual encontrará el punto adecuado para su mejor foto. A esa hora, el sol te entra en la cámara en forma directa si querés tomar la fachada completa del Dom. Difícil? No creo para los que saben, pero para mi lo es. Horribles salen las fotografías. Y lo que es peor, uno quiere sacar el ambiente, con sus perfumes, con sus ruidos y con su música y eso sólo los artistas lo saben lograr.






Caminamos un poco entre las calles y vemos todavía las casas de entramado. Dicen que es la última ciudad del sur en la que veremos estas construcciones. Una de ellas nos llama la atención. Es una casa de piedra de arenisca roja. Es la casa de los comerciantes que,  al igual que la Rathaus, se lleva la admiración de los turistas.





La vuelta por el centro hay que realizarla con cuidado. Freiburg es una ciudad universitaria y como tal existen 400 km de bicisendas, donde los ciclistas son los que tienen prioridad. Ya lo dijimos antes. Y estamos aprendiendo a ubicarnos en las sendas de los peatones. Donde te descuidas, te llevan puesto!
Cuando volvimos el Markplatz había cambiado de ambiente, ahora era ruido, lleno de gente que venía a buscar su verdura y su fruta. Alguno, la especies y las semillas.



 Los turistas mirando juguetes y cerámicas para encontrar souvenirs triple “B” (bueno, bonito y barato). Ya el olor de las salchichas se confundía con otro clásico que es una salsa hecha con yogur y cebollas. Elegimos la salchicha de Freiburg con esa salsa y salimos caminando para el bus disfrutando un tentenpié mañanero al mejor estilo germano.


Schwarzbald
Y así con la alegría y el sol de la mañana partimos rumbo al Lago Bodensee, conocido como Lago Constanza. Ya estamos en el sur de Alemania, Lindando a través del lago con Suiza y con Austria. Por ahí se quiere entreverar Liechenstein, pero no le alcanza. Es muy chiquito. Ciertamente es un camino de verde intenso y pintoresco, cubiertos de sembradíos y plantaciones de todo tipo. Y el bosque. Siempre el bosque. Al lado de las carreteras y sobre la ladera de las montañas. El camino sinuoso, a lo largo de cientos de kilómetros genera variaciones hermosas para la vista: aldeas, tejados, campanarios, casitas y siempre el verde y siempre el bosque.



 Nada ha quedado sin plantar, vemos trigo, alfalfares y pequeños campos de pastoreo con sus fardos cuadrados o redondos. Hortalizas, frutales y viñedos. No queda un lugar sin estar producido. Esta es la forma para llegar al lago Bodensee, transitando la SchwarzBald (La selva negra). Qué decir, de tanto verde y tantas montañas forradas de una arboleda que nos cuesta identificar, más allá de los pinos, los abetos y abedules! La montañas no son muy altas, por lo que el verde tranquilamente llega hasta las cimas. En nuestro sur el verde no sobrepasa los 1600 metros y a partir de allí la rústica roca, mejorada en el invierno con los manchones de nieve. Por aquí transcurrimos casi ingresando al verano. No hay nieve aunque nos dicen que las temperaturas son frías. Excesivamente frías. Ríos y lagos conviven en este inmenso bosque. Pareciera que es el Titisee el más conocido y turístico antes de llegar al Bodensee.
Para nosotros Selva negra es igual a una exquisita torta. Y es así: Crema, chocolate y frutos del bosque conforman la Schwarzwaldtorte, así como también la Zbiewelnkuchen (tarta de cebollas), normalmente bien acompañados por exquisitos Federweisser (vino joven). A lo que puede agregar la indisimulada cantidad de chacinados, cervezas un so weitere Delikattessen.



Un clásico de la Schwarzwald es el reloj, el famoso Cucú (o cuco como le dicen allá). Bajo todas las formas, relojes grandes, chicos, souvenirs, con maquinaria suiza, japonesa, con elaboración de mano de obra toda de ahí. Al punto que también tienen la Cucohaus que es el Cucú mas grande que dicen figurar en el Guinnes.

Meersburg
No nos dimos cuenta que el día se había nublado a la llegada al lago Costanza de modo que nos dirigimos a Mellsburg. El lago te impresiona, con sus sesenta kilómetros a lo ancho. A lo lejos se ve la otra orilla, Suiza, desde donde parten y llegan los ferrys.



Llegamos para el almuerzo y con muchas ganas de caminar ( subir y bajar) por las callecitas empinadas de esta pequeña ciudad. Otra ciudad medieval en nuestro itinerario con lo que conlleva formas constructivas distintas, castillos y casas de los grandes comerciantes y pescadores. Estos mantuvieron su actividad hasta hace un par de décadas y ocupaban toda la parte baja de la ciudad. Ahora, son estacionamientos y terrazas que van rodeando los servicios de ferry que transitan por todo el lago. Hacia arriba, los castillos, las iglesias y las historias que se han tejido a lo largo de los más de mil años de existencia de esta ciudad.
Zona de viñateros se expresan en los nombres de las distintas calles. Hemos visitado su iglesia que es católica, pero construida con todas las características de una iglesia protestante. No sé si habrá muchas pero para nosotros ha sido un sorpresa.



Al lago ingresan las primeras aguas del Rhin y salen por el oeste para ir incorporando afluentes y transformarse en una de los poderosos ríos del centro de Europa.



En lo alto del cerro  el Alte Schoos (viejo castillo) muestra su presencia sobre la ciudad y resulta el gran atractivo para los turistas. Relokes Cucú resultan el gran atractivo como souvenirs los que terminaron sorprendiéndonos a todos los pasajeros del bus camino a Munich. Comenzaron a sonar a las cinco de la tarde. Hora del te? O la necesaria despertada de la siestita hacia  München. El camino estaba algo intenso y  pesado. Era viernes y todo el mundo salía para un fin de semana de sol y – como en todos los lados – las carreteras y autopistas muy cargadas, algunas al punto de saturación. Todas las cosas que pensábamos hacer en la próxima ciudad, quedaron como “ganas” en el tiempo de la carretera.

Tschüss.

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