Camino a Múnich me llamaron la atención (y también lo vi en
otras ciudades a lo largo del camino) las “casitas de campo”. En realidad son
pequeñas parcelas de no más de 100-150 metros cuadrados, donde – previo
alquiler barato al estado – los germanos se dedican a las cosas que les
gustaría hacer en tiempo libre y en sus departamentos no lo pueden hacer.
Pequeñas quintas, totalmente cultivadas con flores, hortalizas, frutales y una
pequeña casa que no exceda los 10 metros cuadrados para guardar las
herramientas. Como condición del mantenimiento del alquiler figura que estén
trabajadas permanentemente, limpias y no se puede vivir en ellas durante la
noche. Se las descubre junto a las carreteras, en muchas zonas de terrenos
libres y muy juntas unas a otras. Una forma “ecológica” de utilizar el tiempo
libre y la producción hecha por las propias manos… No es nuevo esto. Ya desde
antes de la guerra se hacía y muchos aprovecharon para vivir escondidos en esos
lugares durante la misma.
München. Múnich. La ciudad de la cerveza. Y algo más… para
no ser tan mezquinos. En primer lugar, su río: El Isar, que nace en los alpes austríacos y luego de pasar por la ciudad y a lo largo de casi 300 km desemboca en el Danubio. Temprano iniciamos nuestra recorrida por esta ciudad.
Cuando se escucha su nombre de boca de los locales pareciera que dicen Mínga.
Por no tener una idea cabal volvimos a asombrarnos con una gran ciudad. Es la
tercera de Alemania, luego de Berlín y Hamburgo. Grandes sectores productivos e
industriales tienen instaladas sus fábricas en la región. WMW, VW, Mercedes Benz como representantes de la
industria automovilística. Siemens, Alliance entre otras. El
gobierno local fomenta el desarrollo de la industria de alta tecnología y
proyectos de investigación en los ámbitos de la biología, las tecnologías de la
información y aeroespacio .Grandes estadios: el olímpico (lugar de la matanza de los atletas judíos en
1972)y el Arena donde se consagró hace poco el Bayern Munich.
Si bien no fue muy dañada durante la segunda guerra mundial
tiene también su parte importante en la historia de la vida nazi. En 1923 en el
pub Bürgerbräukeller Hitler lanza
sus primeras consignas para la recuperación de Alemania luego de las duras
imposiciones impuestas tras su derrota de la primera guerra por el Tratado de
Versalles. No estuvimos en esa cervecería. En otra cercana, también muy
antigua: la Hofbräu keller, la
clásica H B de la ciudad. Mucho
entusiasmo, mucha gente, mucha cerveza y, esta vez, acompañadas con Würzburger
(salchichas) y sauerkraut. Lógicamente, tomamos la cerveza legítima, entre roja
y negra y en un porrón de un litro. ¡Pudimos con ella! ¡Exquisita! Al igual que
las salchichas.
Horas
antes habíamos visto dos cosas muy dispares entre si, pero monumentales ambas.
El Museo de la BMW. Un edificio de cuatro cilindros que llama poderosamente la
atención. Al momento en que fue construido resultaba absolutamente futurista.
Ingresamos a lo que es ahora el museo y sala de ventas de los automóviles.
Podes llevarlo en el momento. Probamos autos y motos, preguntamos precios, nos
hicimos los interesantes (o interesados?) y nos fuimos. Con varias fotografías
glamorosas…. Incluida la de la moto alquilada para pasar a Salzburgo. ¡Qué
susto que se agarró mi familia! No pudimos viajar porque no conseguimos casco!
Las
otras cosas monumentales son los palacios en los alrededores. Munich no escapa
a la historia de reyes, casamientos y sucesiones. Y por supuesto, castillos y
palacios y mucha riqueza y…..ya no queríamos saber más nada de reyes y
princesas. Me acordaba de aquello de María Elena Walsh: “Los castillos se quedaron solos, sin princesas ni caballeros, solos a
la orilla de un ríos, vestidos de musgo y silencio.” De todos modos, nos
guste o no, esas cosas existieron y forman parte de la historia profunda de la
ciudad. Mucho tiene que ver Von Bismarck a partir del S. XIX para hacer de
Alemania una verdadera nación. Hasta ese momento era la suma de principados y
reinos federados en el Sacro Imperio romano germánico, primero y luego , a
partir de la guerra franco prusiana, ya con todo el territorio integrado a través
d elos ferrocarriles se produce la aparición
del Deutsches Reich, como
imperio y después de la primera guerra, como república.
De
modo que seguimos con la ciudad real. Nos acercamos al centro y estaban de
fiesta. De mucha fiesta. Un pequeño october
fest con música, cerveza y toda la gente en die Marienplatz (es la columna de María que está en el centro de la
plaza y le da el nombre a la misma) del Neus
Rathaus. Un edificio neogótico realizado en el S. XIX. Tiene una cuadra de
ancho y casi 100 metros de altura. Si no se es detallista escucharías frases
como ésta: “qué bonita la catedral”. Pero no es la catedral. Ella está a la
vuelta y es muy hermosa. Con sus dos torres de cebolla. Es la Catedral de Nuestra
Señora o Frauenkirche. De estilo
gótico tiene sus dos torres características que permiten ser vistas desde
cualquier punto de la ciudad. Se las recubrió de verde al mejor estilo italiano
renacentista. Como quedaron bien, nadie se animó a discutir y asi quedaron y
así las hemos visto en estos días. Magníficas y relucientes, mientras bajo
ellas, el pueblo de Múnich disfrutaba su fiesta de aniversario ( Stadtgründungsfest). Y lo festeja con
una cantidad de espectáculos, reuniones, conciertos en distintos puntos de la
ciudad. Música bávara, bailes, mucha alegría y cada tanto alguna escandalosa
borrachera. Hombres y mujeres con sus trajes típicos, apropiándose profundamente
de la ciudad.
El
fin del día nos llegó muy rápidamente y con él la temida sensación de que el
viaje por Alemania se nos terminaba. Si bien lo seguíamos hacia Austria, el principal
objetivo ya se estaba dando por cumplido. Y con éxito. Todos los días con sol
al punto tal que María Rosa se animaba a decir que lo habíamos traído de
Argentina. ¡Y fue cierto!
Una última
cerveza al final del día y una discreta cena en el restaurant del Hotel marcaba
el fin de la etapa alemana, justo cuando comenzaban a caer las primeras gotas
de lluvia. Por la mañana deberíamos arrancar temprano a tomar el tren para
Salzburgo.
¡Auf
wiedersehen, Deutschland!
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