Camino a Hamburgo nos cruzamos con Hameln. Un
lugar para pasar desapercibido aunque
inmediatamente nos viene a la memoria el nombre que conocimos desde chicos,
Hamelin y de ahí rápidamente nos vamos al cuento. ¿Se acuerdan? Si. El del flautista.
Nunca olvidé este cuento porque siempre lo narraba de la misma forma a cada uno
de mis hijos: “Había una vez un hombre,
alto y flaco, con una pluma en el sombrero y una flauta, bajo el brazo…” y
así seguía la historia.
Pues bueno, Hameln es una ciudad de no más de
60.000 habitantes con una gran concentración económica vinculada a lo cultural
y a lo turístico. Es una de las tantas ciudades que forman el “camino de los
Hermanos Grimm” o “el camino de los cuentos” ya que esta forma cultural tiene
una presencia muy profunda en la vida alemana.
Por supuesto, hay un río, el Weser y una
iglesia, aunque lo más representativo es la casa del flautista, die Rattenfängerhaus que data de 1602
con la inscripción de la partida de los niños. El centro de la ciudad tiene
unas casas burguesas muy vistosas, con ricas decoraciones, pareciendo realmente
un verdadero museo al aire libre. Los balcones o saledizos son lo más observado
por los turistas.
Y por supuesto, siguen las ratas…Las hay a
montones. Unas, de bronce, como marcas en la vereda para guiar a los
visitantes, y las demás bajo mil formas, en los escaparates como souvenirs,
regalos, decoraciones, libros, und so
weiter.
A la una de la tarde, la parada obligada es en
la Hochzeithaus, la casa de las
bodas, donde un enorme carrillón reproduce el cuento del flautista, primero
llevándose las ratas, y en una segunda vuelta a los niños, quedando solamente
los dos sobrevivientes, el cieguito y el rengo.
La ciudad muestra como característica
esencial su estilo arquitectónico, denominado el Weser, tomado del nombre de su
río: ricas decoraciones en los frontones con hileras de diamante y volutas,
máscaras y figuras, escudos de armas, etc. Las casas más importantes, como la
del flautista, la casa Leist que es el museo de la ciudad, la casa capitular
son las expresiones más significativas. Las formas piramidades de sus
terminaciones y el clásico entramado de estucos y madera con niveles cromáticos
muy notorios hacen que el paso por esta ciudad sea recordado y asociado al
cuento infantil por un lado y al glamoroso colorido por el otro.
Con la sonrisa de haber regresado un poco a
nuestra propia infancia, con varias bolsas de souvenirs (todas con la imagen de
una simpática ratita), seguimos viaje camino a Hamburgo al que llegaríamos al
anochecer.
(para
ver días anteriores pueden revisar en mis notas del Face o ir al blog: http://bitacoradeviajedehaw.blogspot.com.ar.
Gracias por el interés.
En el
blog las fotografías se encuentran ordenadas y relacionadas al texto. No así en
el Face.
Por
lo que – si les gusta – pueden probar leyendo en el blog. Gracias
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