Nuestro programa de paseo se inició temprano. Desayunar y
salir. Casi diría “buscando la sombra” porque ya a las 8 de la mañana el calor
y el sol fuerte comenzaban a sentirse. Al final del día nos encontraría
totalmente agotados y deshidratados, por la intensa caminata que teníamos por
delante y por el excesivo calor que íbamos a padecer. No lo sabíamos al inicio
de la mañana.
De entrada, cruzamos el río hacia la ribera del centro
histórico y lo costeamos pasando por el Teatro Nacional hasta llegar al Puente
de Carlos IV. Buena decisión de hacerlo temprano. Recién estaban los pintores,
los vendedores ambulantes, algunos artesanos, armando sus puestos. Y ese
puente, casi vacío, lo pudimos cruzar y volver observando todo sin la presión
de los turistas.
¡Y aquí comienza la magia de Praga! Hecho en el siglo XIV, apoyado
sobre sus grandes arcos, constituía la única forma de cruzar un río que tiene
entre 600 a 800 metros de ancho. Era la comunicación del castillo con la Alte Stadt, y era el eje de comunicación
de la europa occidental con la oriental. Tiene 16 arcos y tres torres, dos en
la ribera del castillo (el barrio Malá Strana) y una sobre el centro de la
ciudad vieja. Y su portado es un verdadero ejemplo de construcción civil en
estilo gótico. ¡Un puente gótico!Con casi 30 estatuas reviven la historia
religiosa de la ciudad, con sus santos y sus patronos, venerados a lo largo de
la historia. La frutilla del postro la constituye la estatua de San Juan Nepomuceno, con sus grandes
significados. Luego nos enteramos que lo que veíamos eran replicas de los
originales resguardados en el Museo Nacional. Y a lo largo de la visita por ese
puente no podía dejar de resonar en mis oídos la melodía de Smétana.
Luego nos dirigimos a la plaza del Zentrum, justo para
escuchar las diez campanadas del reloj astronómico y ver hermoso carrillón. Ya
no estábamos solos. Una multitud se había concentrado para comenzar las
visitas. Mil veces vi la fotografía de ese reloj y lo sigo admirando con mucha
pasión. No lo sé porqué, Pero cada vez que lo veo me sale el germano ¡Na Jaaa! Nos
juntamos con un grupo en un Free Tour, coordinado por un checo que hablaba
español: Jirka. Y comenzamos a recorrer
la ciudad de manos de este apasionado checo que nos hacía vibrar con sus
movimientos y su lenguaje a lo largo de las tres horas que pasaríamos juntos.
El recorrido fue tan hermoso como intenso. Otra vez la magia!
En algún momento busqué algún lugar donde comprar agua porque el día (y no
habíamos llegado al mediodía) se estaba poniendo muy caluroso. Recorrimos la
plaza de la ciudad vieja, escuchamos las explicaciones correspondientes al
reloj astronómico y en todo momento aparecía la difícil y sacrificada historia
de Praga. Con sus políticos, sus monarcas y sus religiosos. Pasamos por la
Universidad Carolina y el Teatro estatal de Mozart hasta llegar a la Plaza
Wenceslao. Vimos la gran avenida y no la recorrimos en ese momento y nos
prometimos hacerla en cualquier otro.
El tema era seguirlo a Jirka. Cada vez más apasionado
hablándonos en contra de los jesuitas y de los comunistas de la
Checoeslovaquia. Y con el mismo amor y pasión, hablar de la Primavera de Praga.
(Se acuerdan de la Insoportable levedad del ser, de Kundera: “El hombre
nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de
compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores", ambientada en
esa Praga que quería una vez más su libertad).
Seguimos
por la torre de la pólvora y por la casa municipal pasando por Iglesia de San
Jaime. En un momento nos encontramos con la estatua de Kafka. El es un personaje que
vive en esa ciudad (todavía!). Y se nota que vive! Y por ese lugar entramos al
barrio judío, para escuchar las terribles historias del guetto, de la sinagoga
española, el holocausto en Terezín y muchas historias hasta llegar al
Cementerio Judío.
Ya a esa altura de la mañana y previo descanso en una
cervecería donde nos despachamos una birra fresca, los pelos de nuestros brazos
se nos erizaban. Todo era muy emocionante. Me hizo recordar a El cementerio de
Praga de Humberto Eco, y me da la impresión de que el autor quiso reproducir su
novela del mismo modo que el cementerio: Tumbas, unas sobre otras, constituían
un universo terrible donde sería difícil descubrir una sola de las identidades.
El ser de Eco es una serie de juxpaposiciones de personajes tan similar a la
juxtaposición de las múltiples tumbas que se fueron amontonando en este lugar.
Pasamos
por el metrónomo de Praga y terminamos en el hall del Teatro Nacional donde
allí terminaron de narrarnos la historia del país. Verdaderamente sufrido,
sacrificado en sí mismo y por terceros países, incluidos Alemania y Rusia, para
quienes no tienen ni piedad ni perdón. De todos modos, la historia subsiste. La
despedida con Jirka, en el Rudolfinum (la sala de conciertos más importante de
la ciudad) fue muy intensa y a la vez muy emotiva por la historia personal (o
no?) que nos contó. Pero estuvo muy buena!
Era la
una de la tarde y el calor a plomo. Igualmente nos comprometimos visitar el
castillo y la catedral esa tarde. A las tres. De modo que nos sentamos en algún
lugar para picotear algo y a las tres estábamos nuevamente frente al
reloj astronómico para seguir introduciéndonos en la vida de la ciudad.
Así fue
como cruzamos el río y tomamos el tranvía 22 para dirigirnos al castillo.
Pasamos por los puentes levadizos (el famoso foso de los ciervos)y cruzamos los
distintos patios hasta llegar a la catedral.
¡Oh! ¡Mein
Gott! Que belleza es esa catedral que se te aparece de golpe una vez que
transpusiste la puerta del patio numero no me acuerdo. Seguro que sería el
tercero o el cuarto. Pero ¡qué belleza! Dedicada a San Vito y un par de santos.
Es lo mas expresivo en cuanto arte gótico en Praga. El Dom significa muchas
cosas, la independencia y libertad de la zona de Bohemia, justamente porque los
antecedentes no son germanos sino más bien del gótico francés. Y es una
catedral que sufre muchas interrupciones porque las influencias de los husitas
(antecesores de la reforma protestante) tienen mucho que ver con la historia de
Praga. Ellos (los husitas) saquean la catedral porque están en contra de toda
la magnificencia. Al poco tiempo (por herejes?) son derrotados y vuelve otra vez la monarquía
a expresar su poder en lo religioso, su magnificencia en las construcciones y
su autoritaristo sobre la gente. Qué de reflexiones nos dejan todas estas
cosas. Parecen banalidades, pero no lo son.
Y a medida que te adentrás en la historia de los checos, los respetás
aún mas. Han sufrido mucho. En historias, en traiciones, en holocaustos….
Es así como a través del palacio real
y de la catedral se nos va metiendo la historia de Praga y de su república
checa hasta que llegamos al callejón del oro, pequeña calle en la que
trabajaron los orfebres y artesanos de la historia checa. Hoy centro de comercialización de artesanías
prolijas de vidrio, de cristal. Así como también otros productos como muñecos,
marionetas y mil y un productos más. Es hermoso el paseo ya que las casas, pintadas de distintos colores, forman
un cuadro paisajístico ideal para la imaginación. Justamente en la casa nº 22
vivió Franz Kafka del que no es ni necesario hablar. Todos lo conocemos. Y en
toda Praga se respira su existencia. Magia?
Y a partir de ese momento comenzamos a
bajar. Escaleras interminables acompañadas por 36/38º de temperatura. Ni hablar
de la sensación térmica en una ciudad húmeda como lo es Praga. Un par de
gaseosas nos hidrataron momentáneamente. Pero veíamos que nos faltaba mucho para
llegar al río y había que hacerlo caminando.
Desde el palacio comenzamos a ver una
increíble panorámica de Praga. Vistosa, con sus techos de teja roja y sus
grandes construcciones. Y la cuesta abajo seguía... Así, caminando despacio,
llegamos a la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias para visitar al Niño
Jesús de Praga. Siempre tenemos un niño que necesita y esa era nuestra
intención. Siempre hay una oración para hacerle a ese Niño….
Seguimos bajando por el barrio Malá
Strana hasta llegar al pie del puente Carlos IV. Pasamos por un paredón que si bien no tiene
nada de histórico tiene mucho de significado. Es el muro de John Lennon. Así lo
llaman. Cuando muere en 1980 a la mañana
siguiente aparece pintado con sus canciones. La policía o la realpolitik
presuponiendo un brote de anarquismo o libertad, repinta el muro. Y así
sucesivamente durante mucho tiempo hasta que dejaron de hacerlo. Solamente una
parte no se repintó. Y era donde aparecía la palabra “Laska”. Y ahí quedó como un testimonio de la
rebeldía y de la constancia del pueblo.
Ya no teníamos ni fuerza para subir
los cincuenta escalones que nos ponían en el nivel del puente. De modo que ante
un pedido nuestro la visita terminó allí. Nos explicaron los últimos detalles y regresamos por esa misma ribera hasta
nuestro hotel. Los informes de la TV de esa noche registraban mas 40 º de sensación térmica. Llegar a nuestro
hotel nos costó muchísimo. En un pequeño comercio compramos agua y algunas
cerezas y esa fue nuestra cena. Pero nos quedaba la sensación increíble de
haber caminado a Praga hasta lo último. Valió la pena.
Nos dormimos con la palabra del muro: ¡Laska! ¡Amor! ¡Qué genial!
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