Sigue la magia….!
Durante el desayuno nos prometimos que el día lo íbamos a
tomar con mayor tranquilidad por cuanto el
anterior había sido sumamente intenso. No sólo por la caminata, sino porque nos
devoramos a Praga como si nunca más pudiéramos volver. Cuando me emociono con lo
que me gusta o disfruto, se me erizan los pelos de los brazos. Me sucede cuando
escucho una bella canción o frente a un cuadro o una historia. Me pasó ayer con
toda Praga. Es la magia de la que hablo
y que no puedo describirla. De modo que hoy, la decisión era volver a caminar
un poco el centro con calma.
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Ayuntamiento |
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Casa Danzante o "Ginger & Fred" |
Así salimos. Nos tomamos tranvía 16 que nos llevaría al
centro y cuando descendimos arrancamos para el lado contrario. Conclusión, a
las pocas cuadras debimos tomar el tranvía 22 que nos dejó en la Old Torm, en las cercanías de la Alte Stadt, en el centro histórico. Ahí nos dedicamos a ver las
cosas con las manos en los bolsillos, sin preocuparnos por las fotografías o el
mapa del lugar. Disfrutar una ciudad. Caminamos un largo rato mezclándonos con
las gentes de todas las lenguas y razas. Hindúes a montones parecían ser el
grupo emergente del turismo actual. Japoneses y coreanos ya son hartamente
repetidos. Lo hicimos hasta que se nos ocurrió que nos estaba faltando algo.
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Rio Moldava |
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Lateral del Castillo hacia el Barrio Malá Strana |
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Lateral del Castillo en la bajada al Barrio Malá Strana |
El
Clementinum. Yo me lo tenía programado desde mi salida de La Plata y casi me
olvidaba. Logramos contactar y programamos
(pagamos) una visita guiada a las cinco de la tarde por la biblioteca y
nos quedaríamos al concierto de las seis, en la capilla de los Espejos. Armado
así el programa nos fuimos a almorzar para regresar al centro a la media tarde.
La tarde se estaba poniendo agobiante por el calor y resultaba prudente parar
un rato.
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El Clementinum, biblioteca barroca del 1500 |
Qué es el Clementinum? Fuera del itinerario turístico, es una
biblioteca barroca fundada en el siglo
XIII pero fueron los jesuitas que en el s. XV le dieron todo un
desarrollo con la impresión de libros (tenían imprenta propia) y la creación de
un observatorio astronómico. La biblioteca tiene una colección de 20.000
ejemplares editados ellos. No se observan ejemplares de copias medievales. Estos
se encuentran en el Museo Nacional. Y en el amplio salón pueden verse los
globos terráqueos que utilizaban los estudios de aquella época. Hay historias
raras alrededor de esta biblioteca entre ellas la de un jesuita que quemó más
de 30.000 ejemplares por considerarlos heréticos…. (recuerden que en Praga
estuvieron los husitas, anteriores a Lutro). Siempre se las agarran con los
libros….! La biblioteca en una semipenumbra, con los lomos de los libros
blanquecinos…. ¡Cómo no recordar la biblioteca del Monasterio del Nombre de la
Rosa de H. Eco!
El recorrido siguió por la sala de los instrumentales
astronómicos y se nos permitió subir a la torre (52 metros) a través de una
escalera de madera tan medieval como incómoda. La vista desde ese lugar, de la
Praga actual, hermosísima.
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desde la torre del Clementinum |
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desde la torre del Clementinum |
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desde la torre del Clementinum |
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Biblioteca |
La visita que estaba programada en inglés (igual pagamos, por
aquello de pay per view), terminó siendo en castellano porque el guía era hijo
de padre cubano. Para delicia nuestra.
Lo que seguía era el
concierto en la Capilla de los Espejos. No me salen las palabras. Probemos: ¡Huauuuuuu!
¡Na jaaaa! ¡Miraaaaa! ¡Qué se yo! Una sala hermosísima! Originalmente una
capilla dedicada a la Anunciación de la Virgen con muchos espejos a los lados y
en los techos, entre los frescos hermosamente pintados. La sensación de
infinitud es increíble. De multiplicación de la belleza! Y más increíble fue
cuando comenzó la música.
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Capilla de los Espejos |
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Capilla de los Espejos |
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Capilla de los Espejos |
El concierto estaba pautado para las seis de la tarde. En
punto. Por haber contratado la visita guiada teníamos la primera fila de
asientos reservados (¡un lujo!) con los músicos a tres metros y el órgano (en
el que alguna vez interpretó algunas melodías Mozart) a cinco metros. Y
entonces aparecieron el Aria de Bach, la pequeña serenata nocturna de Mozart,
el Ave María de Schubert o el Kanon de Pachelbel. No se pierdan de escuchar
esta canción. Es sólo una repetición progresiva de sonoridades muy simples y
que te llenan el corazón. Anterior a Bach, un maestro! Varias melodías mas hasta
llegar al plato fuerte: Smétana y su Moldava, Dvorak y su Vals. Estos dos
últimos, los más célebres músicos de la República Checa. Y al final, las Cuatro
Estaciones de Vivaldi. Imaginen al órgano e imaginen y disfruten sus
sonidos, en esa capilla. Justamente en
ese Capilla de los Espejos! El acompañamiento, una “chamber ensemble” con dos
violines, una viola y un cello. Realmente, una suerte, una buena elección y una
tarde admirable. No llegábamos a 100 personas que al final aplaudimos de pie y
la que se llevó la mayoría de los aplausos fue la primer violinista. ¡Na
Jaaaaa!
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Capilla de los Espejos |
Se puede decir que la magia de Praga está en su música, con Smétana,
con Dvórak, con Mozart, que vivió en
esta ciudad y compuso su célebre ópera Don Giovanni. Y también están Kafka y
Kundera, de la literatura. Por algo hay tantos teatros, tantos museos, tantos
conciertos y tantos centros de ciencia en la ciudad. No sé si es posible hablar
de Praga como capital del barroco. Pero casi…. Ni qué decir de su arquitectura.
Praga es un cruce de caminos en el centro de Europa. Supo recibir de cada uno de
ellos lo más importante y se autoconstruyó como ciudad hermosa, completa,
mágica. Hasta el Art Nouveau está
presente. Rainer María Rilke dijo de su ciudad natal: “es un poema épico de la arquitectura”. Por decir algo…. Y para no ser menos, dos premios Nóbel, uno en
química y otro de la paz (Bertha Felicitas
Sophie, von Suttner).
Salimos a la calle con
sonidos por todos los lados. No alcanzaban los oídos para almacenarlos. Previo
paso por el reloj astronómico (nuevamente) y sin gente que te pase por encima, nos
dirigimos a la gran Plaza Wenceslao (antiguamente el viejo mercado de caballos),
que termina con el hermoso edificio del Museo Nacional. Frente al mismo se encuentra el conjunto
ecuestre de Wenceslao, acompañado de varios santos. Junto a este monumento y un
poco más pequeño, está el memorial donde
se recuerdan a los jóvenes caídos luego de la Primavera de Praga, entre ellos Jan Palach.
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Plaza Wenceslao hacia el Museo nacional |
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Museo Nacional |
Ya caía la noche cuando decidimos volver a nuestro hotel.
Ramiro, un rosarino, dejaba para los paseantes los marcados compases de
canciones de Piazzola. El sol ya se había ocultado tras el cerro del castillo y
una semipenumbra luminosa nos marcaba el final del día. Pocos paseantes a esa
hora. Más allá, los taxistas discurseaban entre sí mientras esperaban que algún
pasajero los llamara. Así hicimos nosotros y nos dirigimos al barrio del Andel
a buscar nuestro restaurante favorito. El Corleone. Unas pizzas de Praga nos
harían bien en esa calurosa noche de despedida. Y no faltaron las cervezas.
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Anocheciendo en la Plaza Wenceslao desde el Museo Nacional |
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Ramiro y Piazzola |
Hasta la próxima, Praga!
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