7/21/2013

Bitacora 2013. Día 20. Praga


Sigue la magia….!
Durante el desayuno nos prometimos que el día lo íbamos a tomar con mayor tranquilidad  por cuanto el anterior había sido sumamente intenso. No sólo por la caminata, sino porque nos devoramos a Praga como si nunca más pudiéramos volver. Cuando me emociono con lo que me gusta o disfruto, se me erizan los pelos de los brazos. Me sucede cuando escucho una bella canción o frente a un cuadro o una historia. Me pasó ayer con toda Praga.  Es la magia de la que hablo y que no puedo describirla. De modo que hoy, la decisión era volver a caminar un poco el centro con calma.
Ayuntamiento

Casa Danzante o "Ginger & Fred"

Así salimos. Nos tomamos tranvía 16 que nos llevaría al centro y cuando descendimos arrancamos para el lado contrario. Conclusión, a las pocas cuadras debimos tomar el tranvía 22  que nos dejó en la Old Torm, en las cercanías de la Alte Stadt, en el centro histórico. Ahí nos dedicamos a ver las cosas con las manos en los bolsillos, sin preocuparnos por las fotografías o el mapa del lugar. Disfrutar una ciudad. Caminamos un largo rato mezclándonos con las gentes de todas las lenguas y razas. Hindúes a montones parecían ser el grupo emergente del turismo actual. Japoneses y coreanos ya son hartamente repetidos. Lo hicimos hasta que se nos ocurrió que nos estaba faltando algo. 
Rio Moldava

Lateral del Castillo hacia el Barrio Malá Strana

Lateral del Castillo en la bajada al Barrio Malá Strana

El Clementinum. Yo me lo tenía programado desde mi salida de La Plata y casi me olvidaba. Logramos contactar y programamos  (pagamos) una visita guiada a las cinco de la tarde por la biblioteca y nos quedaríamos al concierto de las seis, en la capilla de los Espejos. Armado así el programa nos fuimos a almorzar para regresar al centro a la media tarde. La tarde se estaba poniendo agobiante por el calor y resultaba prudente parar un rato.
El Clementinum, biblioteca barroca del 1500

Qué es el Clementinum? Fuera del itinerario turístico, es una biblioteca barroca fundada en el siglo  XIII pero fueron los jesuitas que en el s. XV le dieron todo un desarrollo con la impresión de libros (tenían imprenta propia) y la creación de un observatorio astronómico. La biblioteca tiene una colección de 20.000 ejemplares editados ellos. No se observan ejemplares de copias medievales. Estos se encuentran en el Museo Nacional. Y en el amplio salón pueden verse los globos terráqueos que utilizaban los estudios de aquella época. Hay historias raras alrededor de esta biblioteca entre ellas la de un jesuita que quemó más de 30.000 ejemplares por considerarlos heréticos…. (recuerden que en Praga estuvieron los husitas, anteriores a Lutro). Siempre se las agarran con los libros….! La biblioteca en una semipenumbra, con los lomos de los libros blanquecinos…. ¡Cómo no recordar la biblioteca del Monasterio del Nombre de la Rosa de H. Eco!
El recorrido siguió por la sala de los instrumentales astronómicos y se nos permitió subir a la torre (52 metros) a través de una escalera de madera tan medieval como incómoda. La vista desde ese lugar, de la Praga actual, hermosísima.

desde la torre del Clementinum

desde la torre del Clementinum

desde la torre del Clementinum
Biblioteca

La visita que estaba programada en inglés (igual pagamos, por aquello de pay per view), terminó siendo en castellano porque el guía era hijo de padre cubano. Para delicia nuestra.


 


Lo que seguía era el concierto en la Capilla de los Espejos. No me salen las palabras. Probemos: ¡Huauuuuuu! ¡Na jaaaa! ¡Miraaaaa! ¡Qué se yo! Una sala hermosísima! Originalmente una capilla dedicada a la Anunciación de la Virgen con muchos espejos a los lados y en los techos, entre los frescos hermosamente pintados. La sensación de infinitud es increíble. De multiplicación de la belleza! Y más increíble fue cuando comenzó la música.
Capilla de los Espejos

Capilla de los Espejos

Capilla de los Espejos



El concierto estaba pautado para las seis de la tarde. En punto. Por haber contratado la visita guiada teníamos la primera fila de asientos reservados (¡un lujo!) con los músicos a tres metros y el órgano (en el que alguna vez interpretó algunas melodías Mozart) a cinco metros. Y entonces aparecieron el Aria de Bach, la pequeña serenata nocturna de Mozart, el Ave María de Schubert o el Kanon de Pachelbel. No se pierdan de escuchar esta canción. Es sólo una repetición progresiva de sonoridades muy simples y que te llenan el corazón. Anterior a Bach, un maestro! Varias melodías mas hasta llegar al plato fuerte: Smétana y su Moldava, Dvorak y su Vals. Estos dos últimos, los más célebres músicos de la República Checa. Y al final, las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Imaginen al órgano e imaginen y disfruten sus sonidos,  en esa capilla. Justamente en ese Capilla de los Espejos! El acompañamiento, una “chamber ensemble” con dos violines, una viola y un cello. Realmente, una suerte, una buena elección y una tarde admirable. No llegábamos a 100 personas que al final aplaudimos de pie y la que se llevó la mayoría de los aplausos fue la primer violinista. ¡Na Jaaaaa!
Capilla de los Espejos
Se puede decir que la magia de Praga está en su música, con Smétana, con Dvórak, con Mozart, que  vivió en esta ciudad y compuso su célebre ópera Don Giovanni. Y también están Kafka y Kundera, de la literatura. Por algo hay tantos teatros, tantos museos, tantos conciertos y tantos centros de ciencia en la ciudad. No sé si es posible hablar de Praga como capital del barroco. Pero casi…. Ni qué decir de su arquitectura. Praga es un cruce de caminos en el centro de Europa. Supo recibir de cada uno de ellos lo más importante y se autoconstruyó como ciudad hermosa, completa, mágica.  Hasta el Art Nouveau está presente. Rainer María Rilke dijo de su ciudad natal: “es un poema épico de la arquitectura”. Por decir algo….  Y para no ser menos, dos premios Nóbel, uno en química y otro de la paz (Bertha Felicitas Sophie, von Suttner).


 Salimos a la calle con sonidos por todos los lados. No alcanzaban los oídos para almacenarlos. Previo paso por el reloj astronómico (nuevamente) y sin gente que te pase por encima, nos dirigimos a la gran Plaza Wenceslao (antiguamente el viejo mercado de caballos), que termina con el hermoso edificio del Museo Nacional.  Frente al mismo se encuentra el conjunto ecuestre de Wenceslao, acompañado de varios santos. Junto a este monumento y un poco más pequeño, está el memorial  donde se recuerdan a los jóvenes caídos luego de la Primavera de Praga, entre ellos  Jan Palach.
Plaza Wenceslao hacia el Museo nacional

Museo Nacional

Ya caía la noche cuando decidimos volver a nuestro hotel. Ramiro, un rosarino, dejaba para los paseantes los marcados compases de canciones de Piazzola. El sol ya se había ocultado tras el cerro del castillo y una semipenumbra luminosa nos marcaba el final del día. Pocos paseantes a esa hora. Más allá, los taxistas discurseaban entre sí mientras esperaban que algún pasajero los llamara. Así hicimos nosotros y nos dirigimos al barrio del Andel a buscar nuestro restaurante favorito. El Corleone. Unas pizzas de Praga nos harían bien en esa calurosa noche de despedida. Y no faltaron las cervezas.
Anocheciendo en la Plaza Wenceslao desde el Museo Nacional

Ramiro y Piazzola



Hasta la próxima, Praga!

No hay comentarios:

Publicar un comentario