7/24/2013

Bitacora 2013. Día 23. Wien (Viena)



Nuestra visita por Großweikesdorf nos separó por un día de nuestras compañeras de ruta a las que encontramos esta mañana en el desayuno. Coincidimos en salir a caminar sin apuro, pasear por los hermosos lugares que hemos visto, hacer una visita guiada a la Opera e ir a almorzar a los jardines del Stadpark. Y con esa decisión y, también,  algo de cansancio que ya comenzaba a aparecer, salimos a caminar.


Primero la Opera.  Ingresamos por la entrada principal y ya en el lobby tuvimos los primeros datos de su historia. En el Escenario y mirando a la platea nos dijeron que durante la guerra fue esa parte la que se incendió totalmente y que fueron reconstruidas las plateas y palcos y el nuevo escenario. Casi 2500 espectadores pueden estar en la sala con sus asientos asignados y sus tickets pagados. Caros, por supuesto. Pero también hay de 4  y de 3 euros. Los de cuatro, detrás de la platea, apoyados sobre un caño y de pie. Y el de 3  eurosen el clásico paraíso (ya no se dice “gallinero”). De todos no me imagino aguantar parado las cinco horas de Las Walkirias que van a pasar esta noche. Miraré un rato por la pantalla gigante en el lateral derecho. Las distintas salas, los decorados, los gobelinos y los frescos pintados son magníficos. Aunque en la restauración no se han realizado de la forma original sino con mucha economía. La historia de La flauta Mágica y su personaje Papageno me quedaron grabados(será por el nombre del hotel?) y sus grabados figuran en los pinturas de las salas de ensayo. Entre una de ellas están las imágenes de los músicos más importantes que han pasado por ese lugar. Hay uno que es el gran abandonado y ausente.  Verdi que es reconocido muchos años después y solo su firma aparece está en las veredas laterales de la Opera. Era muy difícil para la Monarquía aceptar una ópera como el Nabucco , donde las rejas impedían la libertad y ésta volaba como “pensiero sull alli doratti” . Años después, cuando se democratizó la dirección del teatro,  Verdi ingresaró con todos los honores. Pero no su rostro en la sala de los músicos. Es verdad. La Statdoper de Viena es uno de los teatros más importantes y de mayor prestigio y tradición musical en el mundo.





Luego, seguimos por la Karlplatz para admirar la  Karlskirche o Iglesia de San Carlos Borromeo, que estando en misa no quisimos ingresar. Fuera un gran estanque de agua con un hermoso parque. Dos cosas nos llamaron la atención. En primer lugar, la forma de separar los caminos de los lugares con césped (para que no lo pisoteen tanto) es poner una barrera de bancos de plaza. ¡Si!. Bancos de plaza. Y la gente se sienta, toma sol, lee el diario o algunos trabajan con sus laptops (seguro que hasta wifi tendrían). Y la segunda: son los dispenser públicos de agua  que existen en la calle como modo de incentivar a consumir agua natural. Dicen que el agua de Viena viene (¡!!) de los Alpes y que es tomable. Vimos que mucha gente lo hacía, de modo que cargamos nuestras botellas de agua, tomamos del “chorrito” como se dice y disfrutamos esa agua fresca….de la montaña en plena ciudad.
Justamente sobre la calle de los Anillos (Ringstraße) existen en la misma plaza dos obras simétricas de Art Noueveau que forman parte de lo que se llama el  Otto Wagner Pavillon, obras que más adelante fueron adaptadas como ingresos al Metro de Viena.




Sobre la misma avenida llegamos hasta la Stadplatz a visitar sus jardines, surcado por el río Wien. Este,  comparando con el Danubio es una lágrima.  El parque es de estilo inglés, con infinidad de variedades de plantas y arreglos florales, matizados con fuentes, estanques, estatuas, glorietas, lugares para caminar, descansar y comer. Un memorial importante es la estatua de Johan Strauss  (hijo) y un ámbito musical se encuentra  sobre uno de los laterales: el Kursalon donde se realizan festivales y conciertos prácticamente durante todos los días del año. Y ahí en el Stadpark nos quedamos a almorzar. Luego nos prometimos una pausa de siesta porque realmente la temperatura era agobiante.


Si Viena es conocida como la capital del Vals, es justo que así lo sea, ya que los músicos han encontrado en esta ciudad no sólo un lugar de nacimiento sino también de desarrollo: Schubert, Strauss padre, Mozart y muchos otros que no están en las listas de nuestros conocidos.
Lo mismo la ciencia humanística ha tenido entre sus hijos a Freud, a K. Popper, a L. Wittgenstein. De Viena son también Niki Lauda, Fritz Land, Fred Zinnemann. Y no vamos a comenzar la cita de los monarcas y familias reales porque sería interminable. En 1918, luego de la guerra, Austria sufre por un lado la desmembración de su territorio, Wien adquiere el título de capital de la República naciente. Forma parte de la Comunidad Europea y de Schengen y su moneda es el euro. Su calidad de vida, tal como aparece a los ojos del turista es excelente. Está primera en la lista de calidad de vida, no sólo por la limpieza, prolijidad y seguridad de la ciudad, sino también por el gran espacio verde que contiene y por las grandes posibilidades que ofrece tanto a la educación, a la cultura y al entretenimiento. El Centro histórico de Wien está declarado como Patrimonio Histórico de la Humanidad.

Luego de las cinco de la tarde salimos de vuelta. Nos quedamos un rato largo mirando por la pantalla gigante la representación de las Walkirias en la Opera. Luego seguimos hasta el Dom, visitando las distintas casas de souvenirs y mirando las vidrieras de las grandes casas comerciales (menos mal, cerradas a esa hora). Luego,  tomamos la calle Graben donde se encuentran también las grandes marcas y las terrazas más importantes (y abiertas un domingo por la tarde). Allí nos encontramos con la Pestsäule o la columna de la peste.  Una de las obras escultóricas más importantes de la ciudad. Fue el emperador Leopoldo I que prometió contruirla si él y la ciudad sobrevivían a la peste. Pero él no huyó de la ciudad. Se quedó. Rarísimo!!! En 1683 se la construye en madera. Es un triángulo con la santísima trinidad. A lo largo del tiempo se la reconstruye y se le recrean objetos hasta que desaparece la madera y emerge un conjunto escultórico barroco de alto vuelo con partes de cobre dorado al fuego. No se puede uno no detenerse. No sólo nos llamó la atención por su forma, por donde estaba colocada, sino también por el trabajo y la belleza del conjunto.




Ya oscurecía. Nos quedamos en una terraza (Una Hofbräu) a tomar una cerveza vienesa original. La última de Viena... Era la despedida. Con un trozo de Apfelstrudell ya que el Sacher no cumplió nuestras expectativas. Luego caminando despacito hacia el hotel nos fuimos con la última mirada del tejado esmaltado de la catedral de Viena.



Auf wiedersehen, Wien…!

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