7/27/2013

Bitácora 2013. Día 26. Montserrat




La consigna era encontrarnos en la Plaza España para tomar el tren hacia el Monistrol de Montserrat. Tomamos el tren temprano con la idea de estar al mediodía para escuchar el Lirolay cantado por los niños cantores del Monasterio. Llegamos con el ferrocarril a un punto luego de una hora y algo y subimos hasta el Monasterio en el Cable Carril. Unos cinco minutos de subida intensa y con inmejorable vista del entorno de la montaña del Montserrat. Luego de caminar unos cuantos cientos de metros llegamos al Santuario.


Cuando hablamos del Montserrat  (Mont Serrat ) nos referimos a dos cosas. Una, al macizo rocoso a 60 km al noroeste de Barcelona, al que se accede de muchas maneras. Nosotros lo hicimos en tren. Para los no catalanes significa Monte serrado o serruchado por la forma con que ha sido cortada la montaña. En algún  momento de la historia hubo un plegamiento de la región y aparecieron estas montañas, no más altas de los 1200 metros, con todas las características de ser anteriormente un lecho marino. Cosa hermosa sería encontrar pequeñas valvas o conchas marinas en la montaña!


Y lo segundo que significa es justamente el lugar de veneración de la Virgen del Montserrat. La historia y la leyenda nos dicen que en ese lugar encontraron, en el S. XII y en la Santa Cova, la imagen  de la virgen, una estatua románica, bastante oscura por la que se la llamó “la Moreneta”. Y a partir de ese momento comienza todo un proceso de espiritualidad creciente que parte de erigir pequeñas ermitas o capillas hasta la construcción del inmenso e increíble Monasterio Benedictino de Montserrat que es el que conocemos actualmente y que resulta ser un centro de peregrinación permanente. A lo largo de su historia, este monasterio, fue incendiado (ejércitos napoleónicos, ), saqueado vandálicamente y destruido varias veces y siempre reconstruido. La zona montañosa en la que se alberga no es de granito, sino de conchilla endurecida por los siglos, por lo que cualquier desprendimiento importante suele hacer daños inmensos.





Pero no fuimos a ver al Monasterio sino a la “Moreneta”. De ahí viene el nombre de mi esposa (resultado de la promesa de su madre, y como resultado fue su nacimiento el mismo día de la festividad). Y si la Moreneta hizo cosas increíbles puede seguir haciéndolas, ya que lo único que pedimos es que si está “llena de gracia” derrame algo sobre lo que deseamos y sentimos. Para llegar al Camarín, que se encuentra justo sobre el altar mayor, hay que pasar por una portalada de alabastro donde se encuentra grabadas  distintas escenas bíblicas y del santoral. En los pasadizos, frescos y pinturas importantes se encuentran a lo largo del  recorrido. La talla de la “Moreneta” es de madera  de  95 cm de alto y, salvo las manos y los rostros de la Virgen y del niño que son oscuros, el resto es de color dorado. No son oscuros.  por la madera sino – se dice – por el humo de las velas encendidas mientras se encontraba en la Santa Cova.




Ingresar al Camarín de la Virgen nos llevó casi dos horas debido a la gran cantidad de gente que – seguramente – tenía similares intenciones a las nuestras. Una de las placas indica que Montserrat es prima hermana de muchas devociones populares como la de Luján, Fátima, Lourdes, Aparecida. Desde el S. XIX es la patrona de Catalunya y esa es una de las grandes razones de la peregrinación a la montaña. Sobre los 1200 metros en que se encuentra enclavado el monasterio y la basílica, distintas plazas ordenan el conjunto de edificios que lo componen, como el Museo, el claustro benedictino, distintos monumentos alusivos a la religiosidad del contexto y las áreas de servicios (tiendas de souvenirs, restaurants, kioskos, etc).




Más tarde, subimos a través del funicular para llegar hasta las partes más altas de la montaña, desde donde se puede apreciar hacia los distintos lados los campos y las ciudades aledañas, así como una panorámica muy importante del Monasterio. La tarde de calor y de broma impedía buenas fotografías.




Una vez que bajamos y en los veredones del mismo, nos despedimos de la “Moreneta” y comenzamos a descender para tomar el tren de regreso a Barcelona.

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