7/10/2013

Bitacora 2013. Dia 9. Berlín


Salimos temprano desde Hamburgo hacia a Berlín. La llegada a esta ciudad resultó compleja. Muchas vueltas en el bus, esquivando cortes y construcciones, cercas y carteles que te iban redirigiendo  hacia algún lugar. Calles cerradas, plumas incalculables, metros de cañerías de color azul de varias pulgadas (dicen para extraer el agua subterránea), muchas máquinas y herramientas en todo el camino.  Dicen que Berlín se reconstruye es forma cotidiana. Esta es la idea que te ofrece la ciudad. Por fin llegamos hasta el Alexanderplatz y a nuestro hotel. Inmenso como  construcción, como pequeña resultó la habitación ofrecida. En plena avenida Under der Linden, el Park Inn al lado de la torre de la Televisión era inconfundible para el caso de que nos sucediera lo de Hamburgo. Su fachada de 6800 paneles de vidrio se muestra imponente. Seguirá altivo o caerá bajo la piqueta de la remodelación? Dicen que si…



Las mismas dificultades que encontrábamos para circular en el bus las tuvimos cuando quisimos hacerlo zu fuß (caminando). La propuesta de hacerlo hasta la Puerta de Brandeburgo no dio resultados.  Muchos obstáculos, mucha gente, mucha distracción que te hace detener a cada rato y observar. De todos modos, fuimos por la noche. En el Bus y con un guía. Pasamos por el barrio Judío en plena ebullición, a pesar de ser sábado, aunque era el tercer día consecutivo de sol en la ciudad.

Sólo caminar te permite saber que Berlín es tan cosmopolita como New York, París o Londres. Uno tenía una imagen pequeña, no sé por qué, pero no verdaderamente dimensionada a lo que es la ciudad. De ahí la sorpresa. En ese barrio se mezclan sin piedad los bares, las terrazas  y las tabernas con los ateliers más importantes del arte de Berlín. Este barrio se creó en los albores del II imperio con inmigrantes judíos del Este (Rusia, Polonia, Besarabia) y allí se desarrollaron desde una pobreza inicial.

La segunda parte del paseo tiene que ver con la reunificación de Alemania (noviembre del 90). Un proceso que arranca con la división de Alemania luego de la guerra en cuatro partes, y con la partición que hace la Unión Soviética creando su línea de separación. Y construye el muro para impedir el paso del este hacia el oeste. La línea existe y todavía quedan restos del muro. Pero si uno no sabría nada de eso, no se daría cuenta de cómo fue dividida la ciudad. Mucho más aún desde que las autoridades de gobierno recuperaron su Reichtag y las nuevas oficinas del gobierno en la zona (Parlamento y Cancillería.




Berlín te habla desde cada esquina y siempre el mismo mensaje: la guerra y el crimen de los nazis, el holocausto y la unificación de las dos Alemanias. Estas cosas la saben los alemanes y ahora se orgullecen de desarrollar otro estado, aún aquellas partes de economía cerrada, declinante y exclusiva como era la del este. Los alemanes occidentales sufrieron la división, por las diferencias, por el muro, por el desigual desarrollo. Y también empujaron para que el muro se caiga. Hoy reconstruyen todos los edificios que estaban en la avenida, verdaderos palacios y, por si fuera poco, mientras reconstruyen arriba, por abajo, en el mundo subterráneo, están construyendo una nueva línea del metro.

Es en el barrio del Postdam donde la ingeniería y el desarrollo, acompañados de la planificación, donde se alcanzó el máximo desarrollo y visión de lo que debería ser una ciudad integrada: tres grandes torres construidas a nuevo, por concurso y con las condiciones de que un tercio de la edificación fuera para vivienda, el otro tercio para oficinas y negocios y el último tercio para entretenimientos (cines, locales comerciales, restaurantes y bares. Ejemplo claro es el edificio del Sonny Center.







Mientras Berlín termina por reconstruirse, nosotros la seguimos mañana.

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