Normalmente el último día de un viaje es un bodrio. Preparar
la vuelta, maletas, pasajes, chek in por la web, chek out del alojamiento y
maletas en consigna. Los encargos
olvidados y los programas de viaje
dejados para el último día.
Así fue cuando ese lunes nos enteramos que TODOS los museos
se encontraban cerrados con lo que nos quedamos sin nada. Sin “La Chascona”, la
casa de Neruda en Santiago, en honor de
su gran amor, de cabellera revuelta y
enmarachada, Doña Matilde. Sin el Museo de Bellas artes, sin el Museo de Don
Benjamin Vicuña Mackena. Y por supuesto el calorcito de Santiago que no te
permitía muy largas caminatas…
En el Frutillar |
En Valdivia |
Revisar las fotografías nos permitió encontrar algunas cosas
sueltas no mostradas durante el desarrollo del viaje pero que suelen ser
originales, o disparatadas como las que siguen: un banco de una plaza en Pingupulli,
estatuas de arena en Viña del Mar, una palmera mal ubicada en un edificio de
Viña. Disparate total. Y otras más
En Paguipulli |
O las flores de los jardines vecinos que siempre son más
hermosas, que las propias.
O nosotros mismos que realmente no nos hemos fotografiado ya
que como nos conocemos no necesitamos mirarnos dos veces.
En la Sebastiana |
Y cuando el calor apretó nos quedamos tranquilos leyendo y
revisando fotografías en el lobby a la espera del transfer que
nos llevaría al Aeropuerto. Por supuesto que el avión salía bastante tarde a la
noche por lo cual nuestro tiempo de espera fue bastante. De todos modos, todo
pasa y uno encuentra cosas por hacer. Cuando nos quisimos acordar estábamos
atascados (taco) en algún lugar camino al aeropuerto y el tiempo comenzaba a
acordarse. Varios jumbos por salir en el aeropuerto nos hacia ver que había mas
gente que en las plazas rumbo a no sé qué lugares (aunque todo parecía indicar
que la mayoría viajaba a Miami).
El viaje a Chile se acabó. Tuvimos la suerte de contar con
un guía inteligente y sensible, Patricio Aresti, a quien agradecemos su
constante acompañamiento y preocupación. También un agradecimiento a Mauricio,
el chofer que nos transportó a lo largo de 2500 kilómetros con absoluta
profesionalidad. Ni una sola frenada brusca, habla muy bien de la atención
puesta por nuestro piloto.
Gracias a esas personas que al primer día del viaje, fueron totalmente desconocidas y que luego, al final, te las encontrabas a cada momento con cariño y cordialidad (en el comedor,en el ascensor, en algún paseo, o incluso en asientos contiguos en el avión de regreso Muchas gracias a Sussy, a Laura, a Adolfo, a Marta y José Luis. De todos ellos nos quedamos con algo, con parte de sus sonrisas o de su seriedad, de sus reflexiones, del buen humor , de sus preguntas o de sus aguantes. Suponemos que ellos también tendrán algo de lo n uestro. Es uno de los mejores detalles de un viaje compartido.
Y un agradecimiento especial a Noelia y a Carlos Lombardi,
personalizando a Confort Turismo de La Plata que nos han organizado y
programado un excelente viaje y que hemos vuelto con la satisfacción de haberla
pasado muy bien.
Pasear, recorrer, hablar, detener a alguien para comenzar por
una tontera y quedarte hablando treinta minutos, comprar y preguntar te vincula
con la gente del lugar. Con la hermosa gente del lugar que, cuando habla de Argentina por primera vez
estaba en primer lugar San Martín, de quien guardan eterna generosidad. Esta
gente ha sido magnífica en todas las cosas, lo que genera el marco de
satisfacción completa.
Hasta dan ganas de
volver en el tiempo, unos cuarenta y cinco años atrás en el que hicimos
nuestros primer viaje y gritar lo que gritaba su gente en los días calientes de
las elecciones del 70: ¡Viva Chile, mierda!
A nuestros hermanos chilenos, muchas gracias.
Y, por supuesto, muchas gracias a todos los lectores. ¡Será hasta el próximo viaje!
Y, por supuesto, muchas gracias a todos los lectores. ¡Será hasta el próximo viaje!