1/27/2015

Bitácora de viaje. Chile. Día 6. Pucón y Villarica

La navegación que realizamos ayer nos permitió comprender la total penetración que tuvo el Tsunami  luego del fuerte terremoto de 1960. La imagen del recorrido que hicimos muestra cómo pudo ser posible. No aclaré ayer que el terremoto fue el de mayor potencia de la historia habiendo roto todas las marcas de la escala de Richter y sus efectos se hicieron sentir en la Oceanía y también en el Japón.

Con pena abandonamos Valdivia. Una ciudad muy especial. Se la ve laboriosa y desarrollada, con esa mezcla de lo moderno y lo ancestral que tiene todo el sur chileno, que se muestra en los poblados pobres y al lado de extrañas riquezas. Los caseríos y los condominios privados, los pescadores  y al lado la universidad. Es una ciudad para volver y meterse en la profundidad de su vida.
Salimos con dirección al Lago Panguipulli, la tierra del puma y la región de los lagos. Y en particular, en plena región mapuche. Ellos son los “mapudungun”, los hombres de la tierra. Y dueños de grandes extensiones de tierra chilena. Poco a poco la van recuperando a fuerza de convenios y de presencia. Son hábiles trabajadores de la madera y los artistas mapuches lucen por sus estatuas y monumentos que lucen en muchos de los lugares de la región.



En Panguipulli pudimos observar un conjunto donde se encuentran integrados todos los elementos de la historia de chile: el chilote, el conquistador, el misionero. De los misioneros quedó una pequeña iglesia, muy diseñada y diferente de la que estábamos acostumbrados a encontrar. Del mismo modo que nuestros mapuches padecieron la conquista del desierto, ellos sufrieron la “pacificación de la Araucania” a fuerza espadas y del trueno de los fusiles. El lago azul iba a ser el primero de varios que visitaríamos a lo largo del día.



De ahí nos fuimos hasta Licán Ray (casi un nombre de tonada inglesa) que significa “la flor de la roca”, un pequeño pueblo a las orillas del lago Calafquén. Se desarrollaron con la madera del roble, del laurel y la lenga.







Una vez que dejamos el Calafquén, que quiere decir, simplemente, otro lago, nos dirigimos al lago Villarica. Nombre castizo hispano dado por algún conquistador en honor de alguna dama de alcurnia. Hablando con un referente mapuche me dijo no saber su significado ya que no estaba escrito ni hablado en la lengua mapudungun, mientras me contaba los significados de todos los nombres que le preguntaba. No porque yo fuera un especialista en recordar nombres, sino simplemente le leía los nombres del mapa y esta “hombre de la tierra” me los traducía. Así supe que Pucón es “la puerta de entrada”, Panguipulli es la “tierra del puma” donde se encuentra su espíritu. Temuco, a donde nos dirigiríamos a la tarde significa “temus en el agua” o una traducción mas acotada ”árboles en el agua”. Y así hasta que este mapuche, vestido solo con unos harapos realizaba sus oraciones a la energía del universo soplando un largo cuerno de varios metros y acompañado por un turista que mantenía el ritmo con un instrumento de chauchas secas (respetuosamente, porque no pregunté su nombre).



Más tarde nos dirigimos a Pucón rodeando el lago Villarica. Y ahí si nos encontramos con el volcán. Por fin. Sobre un cielo azul lucía con toda su elegancia y belleza, con sus cumbres de hielos eternos y sus pequeñas fumarolas para que no se olvide la gente de su fuerza interna que en cualquier momento puede otra vez dinamisarse. Si. Era el Volcán Villarica. Mas lejos y hacia su izquierda podíamos ver nuestro Lanin también con su altura imponente a pesar de la lejanía.


Pucon es la puerta de entrada a la Cordillera y por allí el encuentro a través de algunos pasos con la Argentina. Eminentemente turística con su hotelería de alta gama y un centro comercial para atender la demanda de mucha gente. Es un bello lugar con un telón de fondo excepcional y donde el lago es utilizado plenamente; bañistas, veleros, surfing. El turismo aventura preparado para todos. Por supuesto, en estos lugares hay para todos y no elegimos el mejor restaurant. El apuro por conocer en pocas horas el lugar nos hizo olvidar los buenos platos de la comida chilena de otros lugares. Suele pasar. No fue lo más importante.




Desde esta ciudad fuimos a Villarica, también sobre el mismo lago y con fondo de volcán. Otro target de turistas pero también repleta de ellos. Los chilenos suelen venir en masa en los meses de enero y febrero a disfrutar de sus lagos y del frescor de la temperatura. Si bien por la tarde hacía calor, al atardecer cuando nos dirigimos a Temuco ya el aire estaba cambiando a los frescores agradables que invita a ponerse una fina campera o algo sobre los hombres. Villarica nos dejó con ganas de su historia ya que parece ser que en esta pequeña ciudad se puede resumir toda la historia de Chile. La gran exposición de artesanía mapuche también nos dejó con las ganas de traer muchas cosas. Mucha madera y lana y de excelente calidad la oferta de artesanías. Nos queda picando, incluso a mi para revisar en otro momento y con más ganas. El turismo a veces tiene sus aceleradas que impide profundizar esas características profundas que definen los lugares. Con esta ganas de saber nos invitaron a subir al bus y a llegar a Temuco antes que cierren los negocios. Había algunos pasajeros que ya debían cambiar su dinero. Con más de la mitad del viaje los pesos chilenos habían desaparecido.
En la puerta del hotel una pareja de mapuches nos dió la bienvenida.

1 comentario:

  1. Una completa chulada vuestra bitácora de viaje. ¡Desde 2011! Lo único, nosotros recomendamos que la próxima ocasión de ir a Pucón, prueben una de las cabañas que hay (https://cabanasenpucon.com/) es una experiencia completamente diferente. ¡Un abrazo y suerte en los próximos viajes!

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