7/27/2016

Bitácora de viaje – Día 10 – Caernarfon - Liverpool


El día amaneció temprano ya que debíamos tomar el Ferry en el puerto de Dublín para cruzar a la isla de la Gran Bretaña. Me impresionó el Ferry ya que parecía un moderno crucero. Dos o tres pisos para los vehículos y cinco pisos para los pasajeros de los vehículos, ya que no se puede embarcar como “pasajero de a pie”. 
Moderno, cómodo, con cine y medios audiovisuales incluidos y una vista del mar del Irlanda importante. Desembarcamos en el puerto de Holyhead que está situado en la isla de Anglesey, Gales del Norte. Se encuentra en una posición estratégica, protegido de la montaña Holyhead y por un inmenso  rompeolas de más de 2 km de. Sobre  aguas profundas se encuentra siempre en actividad por encontrarse  situado en la costa del mar de Irlanda a poca distancia de varios centros urbanos importantes, tanto en el Reino Unido e Irlanda.


Tras cruzar el puente Britannia llegamos a Caernarfon, un pueblo medieval declarado Patrimonio de la Humanidad, situado a la orilla del mar en el territorio de Gales. Un impresionante castillo dominando la bahía sobre sale en un paisaje de callejuelas medievales, en ese castillo desde el S. XIV son coronados los herederos a la Corona principalmente aquellos que devienen del Príncipe de Gales.


El castillo tiene una pinta hermosa y bien situado pero no lo visitamos. Un poco porque ya vimos muchos de ellos y otro porque no se encuentra vestido y preparado para vivir en forma permanente que es la ventaja que ponen para ser visitados. De todos modos, una vista de este castillo me produjo una sensación de antigüedad olvidada y me hizo recordar aquellos hermosos versos de María Elena Walsh (la música la ponen los que la recuerden):
 Los castillos se quedaron solos,
sin princesas ni caballeros.
Solos a la orilla de un río,
vestidos de musgo y silencio.

A las altas ventanas suben
los pájaros muertos de miedo.
Espían salones vacíos,
abandonados terciopelos.

Ciegas sueñan las armaduras
el más inútil de los sueños.
Reposan de largas batallas,
se miran en libros de cuentos.
Los dragones y las alimañas
no los defendieron del tiempo.
Los castillos están solos,
tristes de sombras y misterio.
Esta ciudad reclamó originalmente la capitalía de Gales y lo fue oficialmente hasta que en 1955 lo fue la ciudad de Cardiff. No obstante esta ciudad (probablemente olvidada por muchos argentinos) fue propuesta para ser hermanada con la ciudad patagónica de Trelew. La razón estaba que en Caernarfon  nació Lewis Jones, idealizador de la colonización galesa y fundador de la misma en Argentina. Esto fue en el año 2015 pero no he encontrado noticias sobre este tema. Alguien me contestará seguramente.



Rodeando las playas tanto de Gales como de Inglaterra llegamos a Liverpool. Ciudad portuaria por excelencia, fue la base de la política esclavista y colonial de Inglaterra durante varios siglos, transformándose en el segundo puerto en importancia después de Londres. Durante la revolución industrial, junto a Manchester, constituyeron el polo exportador más grande productos manufacturados.


El liverbird es internacionalmente reconocido como el símbolo de la ciudad de Liverpool. En el edificio Royal Liver Building, de cincuenta metros de altura, se hallan las estatuas de dos de estas aves o liverbirds, con sus alas desafiantes, que representan el espíritu indomable del pueblo de la ciudad. Uno de ellos, el macho, apunta hacia el mar para vigilar la llegada de intrusos; el otro, la hembra, mira a la ciudad como símbolo de protección a su familia. 


Nuestro conocimiento de esta ciudad arranca por parte del fútbol del Club de Liverpool y de la música por ser la ciudad de los Beatles. Su museo enclavado en las áreas portuarias más importantes al punto de ser declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad. Si bien llegamos bien entrada la tarde, la lluvia y el cansando nos bloqueó todas las posibilidades de salida de modo que solamente pudimos recorrer los alrededores de nuestro punto de referencia que era el hotel. Una verdadera lástima, en la que nosotros mismos somos esclavos de nuestra propia programación del tiempo.

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