Siempre, en todo recorrido, nos hemos encontrado con una ciudad encantadora, bella y existe una razón para ello. Esta vez fue Strattford upon Avon (al lado del río Avon).
Se trata nada más ni nada
menos que de la ciudad donde nació William Shakespeare.
¿Lo conocen? Seguro. Si no lo ha sido por la lectura de sus libros, lo fue por las películas o por las narraciones (Romeo y Julieta, Hamlet) y si no tal vez por la música. Pero, siempre, hemos oído hablar de él. Como de Cervantes.
Pasar por su casa te llena de esa emoción respetuosa. No entramos. Nos dijeron que no existe nada de su época. Salvo el cascaron externo de la casa el resto es distinto. No fue así cuando visitamos la casa de Goethe en Frankfurt que la tienen como la dejó el autor. Realmente un verdadero testimonio de su vida. En este caso, una pena. No obstante, mucha gente con ese pensamiento y ese respeto por un autor que ha trascendido todas las barreras del Reino Unido, de la lengua inglesa para ser parte, como dicen algunos,” no del tiempo, sino de la eternidad”.
Y uno, mientras va caminando se hace la misma pregunta que se hacía Hamlet “Ser o no ser” o recordaba esos amores imposibles de Romeo y Julieta. Fue el creador del teatro isabelino, aquel recinto hexa y octogonal con dos o tres pisos para los espectadores.
No ha sobrevivido ninguno de ellos ya que eran de madera y uno lo puede recordar si ha visto Shakespeare Apasionado. Sus personajes, capaces de hacer el bien o el mal, o ambas cosas, se distinguen siempre por su libertad. El teatro, la poseía, todos los géneros literarios han sido recorridos por este gran autor. Su ciudad lo recuerdo con amor. En todos lados se respira esa admiración y tal vez el mejor homenaje es ese teatro que se encuentra junto al río Avon, lleno de cisnes y aves y pájaros multicolores. Es el RSC (Royal Shakespeare Company). Una hermosa construcción sobre el río y el parque, donde las más grandes personalidades del teatro y del cine han trabajado en sus escenarios (Paul Scofield, Diana Rigg, Peter Weiss, Judi Dench, Alan Bates, Kennet Bragham, Harold Pinter, Glenda Jackson, por citar algunos).
¿Lo conocen? Seguro. Si no lo ha sido por la lectura de sus libros, lo fue por las películas o por las narraciones (Romeo y Julieta, Hamlet) y si no tal vez por la música. Pero, siempre, hemos oído hablar de él. Como de Cervantes.
Pasar por su casa te llena de esa emoción respetuosa. No entramos. Nos dijeron que no existe nada de su época. Salvo el cascaron externo de la casa el resto es distinto. No fue así cuando visitamos la casa de Goethe en Frankfurt que la tienen como la dejó el autor. Realmente un verdadero testimonio de su vida. En este caso, una pena. No obstante, mucha gente con ese pensamiento y ese respeto por un autor que ha trascendido todas las barreras del Reino Unido, de la lengua inglesa para ser parte, como dicen algunos,” no del tiempo, sino de la eternidad”.
Y uno, mientras va caminando se hace la misma pregunta que se hacía Hamlet “Ser o no ser” o recordaba esos amores imposibles de Romeo y Julieta. Fue el creador del teatro isabelino, aquel recinto hexa y octogonal con dos o tres pisos para los espectadores.
No ha sobrevivido ninguno de ellos ya que eran de madera y uno lo puede recordar si ha visto Shakespeare Apasionado. Sus personajes, capaces de hacer el bien o el mal, o ambas cosas, se distinguen siempre por su libertad. El teatro, la poseía, todos los géneros literarios han sido recorridos por este gran autor. Su ciudad lo recuerdo con amor. En todos lados se respira esa admiración y tal vez el mejor homenaje es ese teatro que se encuentra junto al río Avon, lleno de cisnes y aves y pájaros multicolores. Es el RSC (Royal Shakespeare Company). Una hermosa construcción sobre el río y el parque, donde las más grandes personalidades del teatro y del cine han trabajado en sus escenarios (Paul Scofield, Diana Rigg, Peter Weiss, Judi Dench, Alan Bates, Kennet Bragham, Harold Pinter, Glenda Jackson, por citar algunos).
Recorrer las orillas del río, en forma
descansada y disfrutando del verde, del rumor suave del agua, del siseo de los
cisnes nadando cerca, seguramente a la espera de algún cereal de nuestra parte
fue un momento sumamente agradable. Recorrer el parque y llegar hasta la
Iglesia a la que no pudimos ingresar por que se celebraba un matrimonio,
debimos conformarnos con mirarla desde fuera (y es muy bonita igual) para
comenzar a retroceder por el camino andado y seguir viaje.
La próxima parada fue Oxford. De algún
modo, una para deseada. Siempre conocida por los libros, por los grandes
pensadores que salieron de su universidad, por las innumerables películas que
la tienen como escenario, llegar y caminar sus calles es un momento muy
particular.
Su universidad, la más antigua de
habla inglesa, es junto con la de Cambridge la más importante. Fundada a fines
del S. XI para evitar que los ingleses se educaran en Paris, se comenzaron a
congregar en distintas casas-habitaciones que con el tiempo resultaron los
famosos Cólleges o lugares donde se enseñan las asignaturas más importantes, ya
sean de grado, de postgrado, por especialidades o por géneros (sólo hombres o
mujeres).
Las malas lenguas dicen que en lo científico anda adelante la de Cambridge en cambio la de Oxford se distingue por las ciencias humanísticas. Inverificable. Más de 40 cólleges con sus bibliotecas, sus capillas y sus campus conforman parte de esa ciudad.
El resto es una ciudad industrial, no muy grande, pero importante, particularmente en automotores. Los últimos primeros ministros de Inglaterra han egresado de Oxford. Políticos, Arzobispos Medallistas olímpicos y escritores completan la suma: Lewis Carol (Alicia), Aldous Huxley, Oscar Wilde, Tolkien (el señor de los anillos), Grahan Green. Economistas como Adam Smith y matemáticos como Albert Einstein pasaron por allí.
Las malas lenguas dicen que en lo científico anda adelante la de Cambridge en cambio la de Oxford se distingue por las ciencias humanísticas. Inverificable. Más de 40 cólleges con sus bibliotecas, sus capillas y sus campus conforman parte de esa ciudad.
El resto es una ciudad industrial, no muy grande, pero importante, particularmente en automotores. Los últimos primeros ministros de Inglaterra han egresado de Oxford. Políticos, Arzobispos Medallistas olímpicos y escritores completan la suma: Lewis Carol (Alicia), Aldous Huxley, Oscar Wilde, Tolkien (el señor de los anillos), Grahan Green. Economistas como Adam Smith y matemáticos como Albert Einstein pasaron por allí.
Pero no es solo un escenario para la
ciencia. Lo es también para el cine. Todos recuerdan algunos lugares de esta “ciudad
de las agujas” en muchas de las películas filmadas ahí, Desde Harry Potter, Alicia
en el país de las maravillas y algunas series de detectives.
La partida de Oxford se hizo bien
entrada la tarde y llegamos a Londres para la cena. Ese fue el momento de la
despedida con el grupo con el que anduvimos a lo largo de diez días. La
organización de Europamundo fue excelente. Por el recorrido elegido, sus
hoteles, el cumplimiento de todo lo ofrecido y por habernos brindado una
coordinadora de lujo como ha sido Verónica Rao García, quien con su acento portugués
nos acompaño y brindó no sólo información sino también calidez y amistad. Un
beso grande, Verónica.
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