7/29/2016

Bitácora de viaje – Día 12 – Londres

No quisimos perder tiempo y aprovechamos dos x uno. El bus turístico (The Big London) no solo nos llevaría a donde queríamos visitar sino que a la vez sería de medio de transportes para este día. Debíamos tomarlo en la esquina del hotel, frente al Hyde Park y volveríamos por la tardecita al mismo lugar.


El primer objetivo fue el British Museum. Es el más grande y probablemente el más visitados de los museos. Sus colecciones abarcan todos los temas, desde los arqueológicos, históricos, hasta los temas menores de interés para la gente. Mucha gente y por supuesto, nuestra tradicional afirmación de que “los ingleses se robaron todo”. Y ahora la muestran y gratis. 


Esta afirmación parecería grosera pero en estos días ha aparecido una información de algunos diputados británicos, que – luego del brexit – presentaron en Westminster un proyecto para devolver los famosos “mármoles de Elgin” a Grecia. Corresponden a los frisos del Partenón de Atenas. 
De este modo, pero ahora por parte de los ingleses se vuelve a poner otra vez sobre la mesa lo que significa el “patrimonio” y la “identidad cultural” de los pueblos. No sé en que terminará esto, pero no creo que por ahora los “mármoles” cambien de lugar. 
De todos modos, apreciar la belleza de los mismos y muchas otras cosas “robadas” y “muestreadas”  es interesante. Creo que todos los museos (incluidos el nuestro, de La Plata) tienen cosas de las que por razones patrimoniales se tendrán que desprender alguna vez (pero ese es otro tema=.
El paseo interminable por las salas interminables del museo (queda bien la frase) se hizo eterno y corto a la vez. Descubrir aquellas piezas que uno admiró siempre en las fotografías de los libros de historia, verlas ahora generaban ese sarpullido de pelitos de la piel que se te paran. 
La roseta
Esa emoción se transformó en éxtasis frente a la piedra “de la roseta”, ese trozo de mármol que encontrado por las tropas de Napoleón permitió la interpretación de toda la estructura jeroglífica de la cultura egipcia. Emoción, momentos admirando como si uno pudiera sacarle información y por supuesto, no en soledad, ya que todos el mundo pensaba lo mismo que nosotros, y éramos muchos en el mismo momento.

Y así fuimos pasando de sala en sala hasta que necesitamos un rato de descanso. Nos sentamos, un poco de agua y a seguir. El próximo paso, la Iglesia de St Pauls. 





Es la Catedral y sede de la iglesia anglicana, colocada en el lugar más alto de Londres. Comenzada su construcción en el año 604 se la transforma en un estilo barroco ya el S. XVII, luego del gran incendio de Londres de 1666. Mucho de esta ciudad tiene que ver con ese famoso incendio. Su gran cúpula es vista desde gran parte de la ciudad y no quedó seriamente dañada durante el gran raid bombardero de Alemania en la II Guerra Mundial., aunque algunas bombas detonaron y produjeron muchos destrozos. Muestro una hermosa y terrible fotografía de época tomada por el fotógrafo Herbert Mason desde la azotea del Daily Mail en Tudor Street, mostrando la catedral envuelta en humo.





Nuestra tercera visita se dirigió al Tower Bridge (El Puente de Londres), que cruza al Támesis. Mezcla especial de puente colgante, basculante y palacio medieval. El diseño era un puente basculante de 244 m de longitud y 7 m de anchura, con dos torres de 65 m de altura. La distancia central de 61 m entre las dos torres se divide en dos levas, que pueden elevarse hasta un ángulo de 83 grados para permitir pasar el tráfico fluvial. A pesar de que cada leva pesa más de 1000 toneladas, están contrapesadas para minimizar la energía requerida para elevarlas, lo que lleva un minuto... Actualmente, la maquinaria hidráulica original todavía abre el puente, aunque ha sido modificado para utilizar aceite en lugar de agua, y motores eléctricos han sustituido el lugar de las máquinas de vapor y los acumuladores. Las antiguas salas de máquinas están abiertas al público. El puente fue inaugurado en 1894, seis años tras ocho años de construcción.


Muchísima gente circulando en ambas direcciones caminamos la totalidad del puente y de los accesos. Y se obtienen las más hermosas fotografías de la Londres moderna que comienza a aparecer en los nuevos barrios con sus edificios de cristal y titanio.




Siguiendo las posibles combinaciones del bus turísticos nos acercamos hasta el Palacio de Buckingham para observar sus parques, el palacio de la monarquía y la gente (mucha) que al igual que nosotros, compartía el pobre sol que había salido en esos momentos.


 El Palacio de Buckingham sirve a Su Majestad la Reina tanto de despacho y residencia como de cuartel general de la administración de la Casa Real en Londres. 
Este es hoy en día uno de los pocos palacios reales en activo que quedan en el mundo. En la actualidad, los Salones de Estado son utilizados frecuentemente por la Reina y otros miembros de la Familia Real para recibir y agasajar a sus huéspedes en visitas y ceremonias oficiales. En los meses de agosto y setiembre, durante las vacaciones anuales que la Reina hace en Escocia, los 19 Salones de Estado del Palacio son abiertos al público para visitas.

Luego de dar unas vueltas por el parque y sentarnos a aprovechar los momentos de sol, volvimos al bus como para iniciar el regreso a nuestro hotel. Habíamos optimizado mucho los tiempos y pudimos observar algunos lugares muy especiales como  Picadilly Circus, las orillas del Támesis y la Abadía de Westminster. Paseamos por su parque pero ya era tarde para ingresar. Nos quedamos con las ganas. La estructura gótica normanda nos sobrepasaba. Algunos intentos de sobrepasar las líneas fueron impedidos por los servicios de guardia que con un simple “Time out”.



De vuelta al Hyde Park y previamente a retirarnos al hotel fuimos a buscar un restaurant italiano para comer una pizza con un par de cervezas. Estas estaban buenas. La pizza, a esperar. Las argentinas  siguen siendo las mejores. Ni hablar de aquellas que sirven en “Los inmortales” en la calle Corrientes.

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