A las 8,30 en punto (o clock) el
bus que sería nuestro móvil durante varios días partió de Londres hacia la
ciudad de Cambridge. La persistente llovizna con que arrancamos el paseo se
transformaría a lo largo del día en un constante chaparrón. Luego nos
enteraríamos que no impidió que los londinenses fueran a participar con su voto
en el operativo Brexit (Britania for exit). Un recorrido a lo largo del
Támesis, el cruce del río y y en tono slow
vamos serpenteando las callecitas hasta
encarar la autopista que nos iría llevando progresivamente hacia el norte.
Luego de un día en Londres nos hemos de
acostumbrar al pound (la libra con
sus centavos en pennys), a la milla
en la nomenclatura vial y a esa forma de conducir por la izquierda a la que en
absoluto no estamos acostumbrados. Por suerte, la practicidad de los ingleses
llena de carteles la calle y nos obliga a mirar hacia ambos lados para no
perder de vista nuestra situación como peatón (pedestrial). Mas de un susto nos llevaremos en estos días.
El primer destino Cambridge. Me
hacía recordar los años de mi
facultad donde muchos textos de la
historia medieval que estudiamos junto con la escuela francesa, estaban
editados en esa Universidad. No parece una universidad sino una ciudad
universitaria con sus 31 College,
distintas formas de distinguir las enseñanzas(facultades) que se ofrecen. Junto
con la Universidad de Oxford es la universidad mas antigua de Inglaterra.
Fundada en 1209 es una universidad pública en la que hay que dejar una pila de
pounds (libras) para poder estudiar y graduarse.
La ciudad es encantadora.
Traspasando el Río Cam (Cam bridge = puente sobre el río Cam), nos encontramos
con los distintos Cólleges. No pudimos ingresar en ellos ya que era día de
graduaciones. Fiestas por todas partes. Padres y familias acompañaban a quienes
se graduaban ese día. Estos con sus togas y uniformes especiales. Aquellos de
punta en blanco. Nos detuvimos ante el gran reloj de oro que con tres pequeñas
luces de led marcaba la hora, minutos y segundo. Lo interesante no era que
fuera de oro puro, sino que sobre el mismo se movía un pequeño monstruo el
“cronófago”, que se come el tiempo, cosa que a los ingleses parece interesarles
y mucho. No hay que perderlo al tiempo… El rato que nos quedamos observándolos
fue uno de esos ejemplos. El monstruito nos comió el tiempo. Tiene algo que ver con aquello de "tempus fugit", el "carpe diem" o el clásica "hagámoslo ya".
Camino hacia el norte pasamos por
un bosque particular. Los carteles viales indicaban Sherwood y el recuerdo
salta al instante. Robin Hood y los comentarios y reflexiones y recuerdos desde
la niñez hasta Roussel Crowe llenaron el tiempo que demoramos hasta llegar a un
nuevo destino.
York
Fundada en el 995 por seis monjes
que vinieron de la isla vecina de Lindifarme, luego que los vikingos atacaron
la abadía y eliminaron a sus gentes. Llegaron a Durham con el cadáver de San Cutberth
(Huberto?). Es una tradición que en cada catedral de Inglaterra debe estar el
cuerpo de un santo.
Una mirada por los patios de la
catedral, las callejuelas que van bajando del cerro, pequeñas, verdaderos
laberintos alrededor de una calle principal que baja desde la catedral hasta el
río (siempre el río). Esta vez es el Río Wear que transita en forma violenta
entre las rocas de este pequeño desfiladero que ha encontrado para su curso.
También una universidad (es la
tercera de Inglaterra) con una quincena de Cólleges y un gran prestigio entre
sus graduados. Como toda ciudad estudiantil, la vida nocturna es amplia, los
pub abiertos y hacia uno de ellos confluimos. La cerveza, excelente.
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