A las 8,30 en punto (o clock) el
bus que sería nuestro móvil durante varios días partió de Londres hacia la
ciudad de Cambridge. La persistente llovizna con que arrancamos el paseo se
transformaría a lo largo del día en un constante chaparrón. Luego nos
enteraríamos que no impidió que los londinenses fueran a participar con su voto
en el operativo Brexit (Britania for exit). Un recorrido a lo largo del
Támesis, el cruce del río y y en tono slow
vamos serpenteando las callecitas hasta
encarar la autopista que nos iría llevando progresivamente hacia el norte.

Luego de un día en Londres nos hemos de
acostumbrar al pound (la libra con
sus centavos en pennys), a la milla
en la nomenclatura vial y a esa forma de conducir por la izquierda a la que en
absoluto no estamos acostumbrados. Por suerte, la practicidad de los ingleses
llena de carteles la calle y nos obliga a mirar hacia ambos lados para no
perder de vista nuestra situación como peatón (pedestrial). Mas de un susto nos llevaremos en estos días.


El primer destino Cambridge. Me
hacía recordar los años de mi
facultad donde muchos textos de la
historia medieval que estudiamos junto con la escuela francesa, estaban
editados en esa Universidad. No parece una universidad sino una ciudad
universitaria con sus 31
College,
distintas formas de distinguir las enseñanzas(facultades) que se ofrecen. Junto
con la Universidad de Oxford es la universidad mas antigua de Inglaterra.
Fundada en 1209 es una universidad pública en la que hay que dejar una pila de
pounds (libras) para poder estudiar y graduarse.
Lo importante de ella es saber
que se enseñan muchísimas carreras importantes y que han egresado de ellas
personalidades de renombre. De todo el mundo. Con lo que se recicla el
prestigio y la calidad de la enseñanza. De todos estos cóllege sólo tres son
únicamente para mujeres y 4 de postgrado. Sólo del
Trinity College han egreso 31 premios nóbel, y entre sus docentes
podemos encontrar a la flor y nata de la ciencia y el pensamientos modernos :
Francis Bacon, Newton, Lord Byron, Bertrand Russel, Witgenstein. Sus alumnos son
innumerables y conforman las clases políticas e intelectuales de muchas
naciones de Europa y América. Publica si, gratis, no.

La ciudad es encantadora.
Traspasando el Río Cam (Cam bridge = puente sobre el río Cam), nos encontramos
con los distintos Cólleges. No pudimos ingresar en ellos ya que era día de
graduaciones. Fiestas por todas partes. Padres y familias acompañaban a quienes
se graduaban ese día. Estos con sus togas y uniformes especiales. Aquellos de
punta en blanco. Nos detuvimos ante el gran reloj de oro que con tres pequeñas
luces de led marcaba la hora, minutos y segundo. Lo interesante no era que
fuera de oro puro, sino que sobre el mismo se movía un pequeño monstruo el
“cronófago”, que se come el tiempo, cosa que a los ingleses parece interesarles
y mucho. No hay que perderlo al tiempo… El rato que nos quedamos observándolos
fue uno de esos ejemplos. El monstruito nos comió el tiempo. Tiene algo que ver con aquello de "tempus fugit", el "carpe diem" o el clásica "hagámoslo ya".


Las calles y los cólleges
formaban el paisaje de esta ciudad. Una vieja iglesia de los templarios llamaba
la atención en una de sus esquinas y por supuesto las capillas católicas que
eran pocas y las de la iglesia anglicana (que eran muchas) formaban parte de la
vida universitaria de esta ciudad. A la vuelta tendremos que revisar
“Carrozas de fuego” que tiene muchas
escenas filmadas en esta ciudad.
Camino hacia el norte pasamos por
un bosque particular. Los carteles viales indicaban Sherwood y el recuerdo
salta al instante. Robin Hood y los comentarios y reflexiones y recuerdos desde
la niñez hasta Roussel Crowe llenaron el tiempo que demoramos hasta llegar a un
nuevo destino.
York


Siempre un río. El Ouse que a lo
largo de su historia se desmadró muchas veces inundando la ciudad. Ahora,
contenido mantiene la belleza de una ciudad en la que todos los momentos de la
civilización europea han participado. Desde el mesolítico existen pruebas de
existencia de grupos humanos. Bordear las murallas de la ciudad nos remiten a los romanos que llegaron y trataron de amansar
a los pueblos existentes en el lugar.
Con las invasiones germánicas llegarían
los anglos y sajones para conformar a los primeros británicos que comenzaron a
conformar la complicada y tumultuosa historia de Inglaterra. También se
hicieron presentes los vikingos y los normandos y entre todos conformaron esa
especial arquitectura con la que hoy se exhibe esta ciudad. Un gótico normando,
realizado con piedras de arenisca rojiza, a veces mas blanca, pero que
constituyen verdaderos monumentos para disfrutar. La Catedral York Minster no
deja de ser el monumento por excelencia de este estilo.
El camino siguió hacia el norte
para terminar esta primer jornada en la ciudad de
Durham. La noche es larga en el Reino Unido. Hay luz hasta después
de las 11 de la noche y muy temprano comienza a amanecer. Por eso y ante la
posibilidad de que nos quedaran varias horas de luz, hicimos lo clásico. Tirar
las maletas y salir a recorrer un poco esta ciudad que aparecía como muy
moderna aún cuando en la parte alta se asomaban las edificaciones antiguas con
su catedral, sus cólleges y su centro histórica en el que, seguramente,
encontraríamos algún pub para cenar o al menos degustar una cerveza.

Fundada en el 995 por seis monjes
que vinieron de la isla vecina de Lindifarme, luego que los vikingos atacaron
la abadía y eliminaron a sus gentes. Llegaron a Durham con el cadáver de San Cutberth
(Huberto?). Es una tradición que en cada catedral de Inglaterra debe estar el
cuerpo de un santo.
Para quienes han leído el libro de Ken Follett, Los pilares
de la tierra, recordarán la historia de las reliquias en la construcción de la
catedral. En esta ciudad, la catedral se
construyó primero en madera, luego en piedra constituyendo un ejemplo de la
arquitectura normanda, hoy declarada patrimonio de la Humanidad, al igual que
el castillo. Y como nos va a suceder a lo largo de todo el viaje, cerrada y en
obras…
Una mirada por los patios de la
catedral, las callejuelas que van bajando del cerro, pequeñas, verdaderos
laberintos alrededor de una calle principal que baja desde la catedral hasta el
río (siempre el río). Esta vez es el Río Wear que transita en forma violenta
entre las rocas de este pequeño desfiladero que ha encontrado para su curso.
También una universidad (es la
tercera de Inglaterra) con una quincena de Cólleges y un gran prestigio entre
sus graduados. Como toda ciudad estudiantil, la vida nocturna es amplia, los
pub abiertos y hacia uno de ellos confluimos. La cerveza, excelente.
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