Dejamos
los encantos de Quebec con sus tienditas y sus restaurants en el puerto, con
ese gran mural donde la historia ha quedado plasmada con el hechos mas importantes
de sus vidas, su gente amable y deliciosa y nos dirigimos a Otawa haciendo un
camino largo. Primero iríamos hacia las montañas pasando por los bosques
laurentinos.
Desde
Octubre y por pocas semana es posible disfrutar la paleta diversa de colores
que ofrecen los bosques canadienses, sus verdes intensos, sus hojas mutando a
rojizo como el arce o maple, conformando
lo que se llama el escudo canadiense, un bioclima donde los bosques, las
llanuras, los puntos de agua comunicándose en forma de ríos o arroyos circundan
todo el norte entre los ríos San Lorenzo y Mac Kenzie.
Aunque la característica
clara de esta zona es el frío. Con fuertes nevadas en el invierno y un fresco
que no pasa los 10 grados durante el resto del tiempo. En estos días creo que
nos encontraremos con temperaturas mas agradables.
La población de Canadá, el segundo país más
grande del mundo, apenas supera los 30 millones de habitantes y más de la mitad
vive en las grandes ciudades del sur como Toronto, Montreal, Québec y la
capital: Ottawa. El resto del escudo canadiense está casi despoblado y con su
ecosistema intacto en su mayor parte, salvo en las áreas de más antigua
ocupación.
Los primeros pobladores, los inuits o esquimales, llegaron a Canadá
a través del estrecho de Bering, perfectamente adaptados al clima riguroso han
incorporados aquellos medios técnicos que facilitan su subsistencia.
Uno de los primeros lugares en que hicimos
nuestra parada para almorzar es un pueblito muy bonito con su lago de color
azul intenso, tanto como el cielo que nos fue acompañando hasta ahora durante
todo el viaje.
No tiene más de 10.000 habitantes y llegó a ser
un pueblo-clínica para atender la salud de todos aquellos que venían con
problemas pulmonares. El aire puro, limpio, y el microclima del lugar hizo que
un momento determinado se creara un ferrocarril para llegar hasta el lugar, lo
que potenciaba la asistencia de pacientes y turistas. Las edificaciones que se
realizaron alrededor del lago respondieron a esta propuesta de atención de la
salud. Hoy no parece estar dedicado a ello aunque se ve a mucha gente grande
que la ha elegido esta ciudad para pasar su tiempo de jubilados. La
tranquilidad se nota y he visto un cartel invitando a “discutir tomando un pequeño café”.
Despues del almuerzo nos dirigimos a Mont
Tremblant, un centro de esquí en el norte. Abierto durante esta época del año y
con innumerables cantidades de propuestas para toda la familila.
Hay una playa de estacionamiento donde se dejan
los vehículos y de ahí a la plata superior del centro, unos trescientos metros
en altura, se encuentran las plazas desde donde se distribuyen todas las
atracciones. Hasta ahí se llega en un medio de elevación gratis que pasa por
sobre las edificaciones y te deja en la plaza principal.
A partir de ahí están todas las atracciones para
chicos y grandes, la mas importnate en ese momento era lanzarse desde la punta
del cerro en pequeños carros por un canal de madera hasta la base, subiendo
nuevamente por los medios de su elevación, mientras los carritos se enganchaban
automáticamente a los mismos para llegar hasta la cima Una vuelta infinita.
Los
chicos disfrutaban con sus camas elásticas, sus correrías y caminatas por la
montaña, haciendo rapel en paredes de distinta dificultad. Las marcas mas
importante de ropa deportiva tienen su lugar ahí (Burton, Nike, Adidas y
otras), asi como también las de camperas y ropa para el frío, skys y todo
aquello que permita “gastar” el dinero de la gente. Lugares apropiados para tomar
un cafecito o un capuchino, siempre con un paisaje alrededor muy hermoso.
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