Una
vez que dejamos Toronto, fue el lago Ontario quien acaparó nuestras miradas.
Por su inmensidad y sus colores. Su superficie de agua tranquila muestra el
equilibrado nivel que tienen conjuntamente con el resto de los grandes lagos
que a través del Ontario descargarán su agua, con sus esquema de comunicación y
transportes al Río San Lorenzo y por éste al Atlántico. La navegación río
arríba será posible hasta las cataratas del Niágara que marcan un punto de inflexión y de obstáculo
físico a la navegación y hacia los lagos.
El
paisaje desde Canadá hasta los límites fronterizos con Estados Unidos es muy
hermoso. Bosques pintorescos, arroyos serpenteando entre los caminos y como
fondo siempre la grandeza de los lagos.
Nuestra
primera parada del día fue en un pequeño pueblito llamado “Niágara on the Lake”.una pequeña ciudad que no excede los 13.000
habitantes y que vive exclusivamente del pintorrequismo de su paisaje y de la
forma glamorosa en que se presenta para el turismo. Su historia, repleta de
nombres de militares famosos y de batallas tiene su principal punto en que fue la
primera capital de Canadá, hasta que nuevas peripecias políticas y las guerras
de 1812 le quitaron ese título para llevarlo hacia Toronto. No obstante, siguió
siendo importante por su actividad productiva naval y de comercio vinculado al
tema militar.
El corrimiento de los ejes
políticos la dejaron sin esa historia y quedó sólo con sus casas hermosas, sus
jardines, su pueblo cuidado en un esquema de “slow” donde lo principal es el
turismo, la belleza del paisaje, la actividad gastronómica, la visita a las
bodegas y la constante admiración frente a los arreglos florales. Un buen café
y tomar el micrito local que nos llevara hasta el parking, nos dejó el buen
gusto de una parada super romántica.
De
ahí, unos kilómetros por las riberas del Niágara nos permitió llegar hasta las
Niágara Falls, las famosas cataratas super conocidas como símbolo de las bellezas naturales.
El
ámbito en el que uno se encuentra con las cataratas es el desarrollo
inmobiliario, decenas de hoteles, casinos y restaurantes lo que indica la gran
cantidad de turistas que son atraídos por la belleza de las cataratas. Desde la
calle y sus veredas se las pueden ver con toda su belleza, su fuerza y la
constante musicalidad que produce por la caída de toneladas de agua.
Por
la tarde recorrimos un poco la ciudad, almorzamos y cruzamos la frontera para
dirigirnos a nuestro hotel en territorio norteamericano en Búffalo.
Por
la noche, regresamos unos treinta kilómetros para ver desde el lado de USA las
caídas, las luces multicolores que pintan el agua, el rumoroso e inacabable sonido que uno se lleva con la
experiencia de la vida en constante fluir.
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