El
largo enlace hacia chicago nos fue mostrando las grandes extensiones de
cultivos, los polos industriales al lado del camino, casi temáticos ya que las
empresas fabriles se sucedían unas a otras en mismos temas como por ejemplo,
casas rodantes y acoplados, buses, grandes productoras de maderas para el
prefabricado de casas, ajustándose a los paisajes de arroyuelos y afluentes de
los lagos Eire y Míchigan al que nos íbamos acercando. Lagos tan inmensos como
mares.
La
llegada por la tarde a la ciudad de Chicago nos llenaba de emoción. Los miles
de kilómetros recorridos casi como un plus de nuestro tour para llegar a esta
ciudad merecía un premio especial. Visitamos, como de pasada un clásico, para entender
a la ciudad. El cuerpo de Bomberos que actuó como pudo en los grandes incendios
de 1871 donde prácticamente mas de 6 km cuadrados de ciudad quedaron totalmente
destruidos.
Era
una ciudad que crecía muy rápido. En aquella época con más de 300.000
habitantes y construcciones de madera, incluso hacia lo alto llegando algunas a
tener más de seis pisos. Todo se quemó a partir de una lámpara encendida de una
familia que aún hoy está negando su responsabilidad. Más allá de los desastres
del fuego siempre queda la crisis de los despojos, saqueos y robos. No fue
casual esta parada. Desde el tema del incendio deviene el origen de dos cosas. El surgimiento de los
Bomberos de Chicago (Chicago Fire Department) y un proceso de gran reconstrucción de la
ciudad.
Leyes nuevas para la construcción con autorización de materiales
durables, como ladrillo, piedra, caliza y mármol. Pero también dejó la oportunidad
para muchos arquitectos jóvenes que emprendieron con imaginación, buen gusto y
estética una nueva forma de construcción, rápida y liviana, de hierro y cristal
dando origen a los rascacielos. Allí comenzó a actuar la Escuela de Chicago. La
expo mundial realizada en 1893 dio el despegue definitivo a la ciudad, sin
olvidarnos lo que dijimos en el dia anterior sobre esa conjunción de hierro,
acero, petróleo, construcciones y finanzas que generó una década de alta
evolución en el norte de Estados Unidos.
A
medida que uno va ingresando a la ciudad se encuentra con una ciudad moderna,
de alturas distintas, modelos de edificio con estéticas totalmente diferentes
que van ocupando todos los espacios posibles, no sólo aquellos vinculados a las
orillas del río sino también en todo el frente de las orillas del lago
Míchigan.
Una
nueva parada la realizamos en el Parque Millenium. Es uno de los lugares que
uno no se puede perder en esta ciudad. Paisajismo, arte, diseño, imaginación,
tecnología es como para transformarse en una síntesis de la ciudad.
No
se puede dejar de asombrarse ante esa estructura que muchos la llaman el frijol o el poroto, pero que en
realidad es un globo muy grande realizado en acero inoxidable totalmente
bruñido que hace de espejo gigante ante la persona que se acerca o los grandes
rascacielos que se ven al fondo. No es cuestión sólo de mirar. Es encontrarse
en ese espejo, sacarle-se fotos y descubrirse en la fotografía, Ponerse debajo
y mirar como si fuera un torbellino al infinito la increíble reproducción de
los espejos. Cloud Gate su autor, ha mostrado su capacidad imaginativa y de
diseño al máximo. Desde cualquier lado que uno se acerque a la esta estructura
la verá de un modo distinto.
A
pocos metros, la fuente Crown Fountain es otro de los tesoros del parque y
tiene una característica única: las dos torres de vidrio de 15 metros proyectan
fotografías de los habitantes de Chicago (más de 15.000) y parece como si el
agua de la fuente saliera de sus bocas. Es normal caminar sobre el lago que
separa ambas columnas que no tiene una profundidad mayor a los dos centímetros
con lo que el chapoteo es también una forma de interactuación con el arte
expresado.
La
caminata iniciada en este punto siguió hacia el río y con la idea de embarcarnos
por la tardecita para hacer un recorrido de la ciudad desde el río y por todo
el frente del lago.
La
caminata nos llevó por el tren aéreo, el hotel , las calles anchas por las que
mirar hacia arriba y descubrir los encantos de una ciudad hiper moderna, con un
cosmopolitismo increíble donde distintas etnias nos confundimos sin saber si
somos lugareños, paseantes, turistas, ocasionales visitantes hombres de
negocios o un sinfín de posibilidades de mundo caminando.
Llegamos
al embarcadero cuando era de tardecita. Todavía el sol nos permitía ver los
reflejos en las paredes de cristal simultáneamente cuando se encendían las
luminarias de la ciudad y de los edificios. El río chicago también es un misterio. Siempre
sus aguas descargaron sobre el lago. En un momento determinado, se cambió el
curso del agua con distintas obras de ingeniería y luego de más de 250 km el
río afluye sobre el Misissipi. Alrededor de sus orillas miles de rascacielos
muestran sus esbeltas siluetas.
Los hay de residencia, de oficinas, incluso de
estacionamiento de autos. Carteles luminosos de las multinacionales importantes
así como un gran cartel que sale en todas las fotografías como es el nombre de
Trump en su propia torre (lo hace siempre y en todos lugares).
Las luces
multicolores nos mostraban una silueta de esfuerzo humano y creatividad sin
fin.
Ida
y vuelta por los recodos del rio nos fuimos asombrando frente a cada
descubrimiento. Al final llegamos a la exclusa que nos permitiría pasar del río
al lago, junto al Navy Pier. Luego de un operativo que no duró más de treinta
minutos estábamos navegando por el Lago Michigan observando todo el frente
costero de la ciudad. Ciudad que nos dejaría asombrados y que no alcanzaríamos
a ver al día siguiente.
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