Cuando debíamos elegir el itinerario de nuestro viaje y
decidimos Grecia teníamos unas cuantos razones en la mente. No sólo la cultural
que por si misma habría justificado plenamente los motivos del viaje, sino
también queríamos acercarnos a las entrañas de un país, a sus paisajes, a sus
historias porque entendíamos que esa diversidad (filosofía, ciencia, religión,
mitos, tradiciones y gente) es lo que siempre hizo volar nuestra imaginación.
Justamente,
esa imaginería existía desde pequeños donde lo griego resultaba no sólo
resultaba emocionante (la lógica, el pensamiento, su historia) sino también,
misteriosa. Lo mismo nos sucedía con
Turquía: el mundo sintetizó en esa región una verdadera historia. Era nuestra
intuición que nos llevaba a visitarla. Observar
esos paisajes alucinantes, las historias de las religiones en cada uno de los
siglos desde el imperio romano, el bizantino, las cruzadas, el otomano y
finalmente la república.
Por supuesto que algo conocíamos de ambos países pero comenzamos a
interesarnos por aquellas cosas que no eran conocidas por nosotros.
Por
ejemplo, el significado de sus
respectivas banderas. Es lo primero que miramos. La de Grecia con sus bandas
azules y blancas tienen un significado muy especial. Las azules representan su
mar. El blanco es la espuma del mar y la
nieve de sus montañas. La cruz significa su gente, en un porcentaje altísimo de
religión cristiana ortodoxa. Las cantidad de bandas azules y blancas sintetizan
un par de palabras muy significativas para ellos: eleuthería oí thánatos,
libertad o muerte, las
consignas de su independencia. Cada una de ellas llevaría una silaba de esas
palabras.
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La bandera de Turquía con su fondo
rojo intenso explica la sangre derramada a lo largo de sus guerras. La
incorporación del rojo provino luego de un fondo verde.. Y la media luna y la
estrella tienen muchas explicaciones. La más común es haberlas visto reflejadas
luego de las batallas (rojo) como símbolo de la victoria, del islam, de la
libertad. Todas ellas explican el profundo significado de sus símbolos.
Mares azules, minaretes, iglesias
ortodoxas, ruinas como testigos de un tiempo nos llaman.Pero había mas.
En
nuestra mente existía Santa Sofía desde que éramos pequeños, al igual que el
Partenón. Y su significado lo fuimos conociendo con el tiempo. Sólo faltaba
verlos.
Y con esta carga cultural, con
todos los deseos e intenciones, tomamos el avión y partimos hacia Atenas, vía
Amsterdan. Un viaje apacible hasta que una
voz de emergencia que nos llevó a un aterrizaje rápido en Madrid. Debían
desembarcan un pasajero con problemas muy serios de salud. Demoramos un par de
horas. La salida se produjo con un sonoro aplauso hacia el médico (pasajero) y
el capitán quienes decidieron aterrrizar rápidamente. Esta solidaridad, tan
importante nos hizo olvidar que habíamos perdido las conexiones hacia Atenas,
las que debimos tomar muy a la noche y llegamos a la madrugada a esta ciudad.
Tanto que solo tuvimos un par de horas de sueño antes de comenzar recorrido.
Nuestro camino del aeropuerto al hotel solo nos mostraba calles y luces y no la
Atenas que habíamos esperado. Debíamos esperar el día siguiente.-
Me encanta. Cuanta emocion
ResponderEliminarSi. Seguro. Emoción, memoria, belleza. No dejes de poner tu remitente. Gracias.
EliminarBellas descripciones Es un volver a vivir! Gracias .Hermosas fotografías.Felicitaciones
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