Y comenzamos
otra vez un largo recorrido para llegar hasta Capadocia, con lo que pasamos por
las áridas tierras de Anatolia, aquellas en la que Esturgul Bey quería salir
para llegar a tierras más fértiles para sus familias y sus ganados. Cruzamos
los puertos de altas montañas, algunas por túneles modernos, otras por
carreteras sinuosas siguiendo las montañas, acompañando a los muchos pueblos
que viven a su paso.
La primera
parada fue Aspendos. A nuestra
llegada la gran construcción grecorromana que veíamos no parecía de mucha
importancia salvo por su magnitud y su conservación externa. Es un teatro
grecp-romano del s. II en una ciudad que tenía mucha antigüedad. Base de naves
fenicias, ocupación romana, ocupación por parte De Alejandro Magno, luego en
poder del rey de Pérgamo y al final los romanos se hicieron cargo y nos dejaron
su teatro. En mi recuerda no figura ningún teatro griego tan bien conservado
como éste.
Es realmente espectacular. Dicen que en su día
llegó a albergar a casi quince mil espectadores. La acústica común a
todos estos teatros romanos es chocante. Recuerdo en mi visita a Epidauro en el
Peloponeso griego que, decían que desde el asiento más alto del mismo, podrías
escuchar perfectamente, la rotura de un folio o la caída de una moneda.
Realmente se escucha perfectamente. Para unos días después de pasar nosotros
estaba programada Carmina Burana. Un lujo para los amantes de la música y de la
historia. En los alrededores se dejan ver ruinas romanas como algunos edificios
y restos de un largo acueducto que llevaba el agua a la región.
Siguiendo la costa turquesa llegamos a otro
lugar junto al mar que es Side. Una
ciudad fundado en el S. VIII ac. Su nombre en turco significa “granada”, fruta
que obsrvaremos en todo el camino por Turquía y la oferta de jugos de granada
resultaba tan importante como el de naranja u otros cítricos.
Ya tarde salimos para Nidge
donde teníamos nuestra reserva en el hotel. Una vez cenados, nos dispusimos a
dar una vuelta y conocer un poco sus calles y la movida nocturna de la ciudad.
Nos impresionó su caractr moderno, limpio y como dato sobresaliente muchos
negocios locales abiertos por la noche, particularmente aquellos que vendían
frutas secas como higos, dátiles, ciruelas, duraznos, los que presentaban en
grandes racimos para que el cliente se sirviera a su gusto, al igual que la
oferta increíble de especias que ofrecían en sus escaparates
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