Nuestro
despertar fue atípico por primera vez. Cercano nuestro hotel, desde una mezquita, pudimos escuchar muy temprano el
llamado del Imán a la oración. Ya no subido al minarete sino por fuertes
altavoces. El eco parecía reproducirse en la ciudad. Sólo que eran los
distintos llamados de otras mezquitas cercanas convocando a los religiosos musulmanes
a realizar su oración. Esta imagen y los
repetidos llamados a lo largo del día nos
acompañarán durante todo el viaje.
Al salir de Antalya nos dimos cuenta del gran valor
de la ciudad, tanto histórico como geográfico-estratégico, comercial y
eminentemente turístico. Al punto tal que Rusia se encuentra formando su
comunidad de turistas con grandes inversiones inmobiliarias. Una vista de la
ciudad nos dio la dimensión de su importancia y antes de abandonarla pudimos
conocer las cascadas del Bajo Düden, de casi 40 metros de altura que caen
directamente al mar. El río nace en las montañas, queda entubado en algunos
tramos y desagota su masa de agua directamente sobre el mar.
Y comenzamos
otra vez un largo recorrido para llegar hasta Capadocia, con lo que pasamos por
las áridas tierras de Anatolia, aquellas en la que Esturgul Bey quería salir
para llegar a tierras más fértiles para sus familias y sus ganados. Cruzamos
los puertos de altas montañas, algunas por túneles modernos, otras por
carreteras sinuosas siguiendo las montañas, acompañando a los muchos pueblos
que viven a su paso.
La primera
parada fue Aspendos. A nuestra
llegada la gran construcción grecorromana que veíamos no parecía de mucha
importancia salvo por su magnitud y su conservación externa. Es un teatro
grecp-romano del s. II en una ciudad que tenía mucha antigüedad. Base de naves
fenicias, ocupación romana, ocupación por parte De Alejandro Magno, luego en
poder del rey de Pérgamo y al final los romanos se hicieron cargo y nos dejaron
su teatro. En mi recuerda no figura ningún teatro griego tan bien conservado
como éste.
Es realmente espectacular. Dicen que en su día
llegó a albergar a casi quince mil espectadores. La acústica común a
todos estos teatros romanos es chocante. Recuerdo en mi visita a Epidauro en el
Peloponeso griego que, decían que desde el asiento más alto del mismo, podrías
escuchar perfectamente, la rotura de un folio o la caída de una moneda.
Realmente se escucha perfectamente. Para unos días después de pasar nosotros
estaba programada Carmina Burana. Un lujo para los amantes de la música y de la
historia. En los alrededores se dejan ver ruinas romanas como algunos edificios
y restos de un largo acueducto que llevaba el agua a la región.
Siguiendo la costa turquesa llegamos a otro
lugar junto al mar que es Side. Una
ciudad fundado en el S. VIII ac. Su nombre en turco significa “granada”, fruta
que obsrvaremos en todo el camino por Turquía y la oferta de jugos de granada
resultaba tan importante como el de naranja u otros cítricos.
Los romanos le dieron impulso a la ciudad
creando edificios y una gran carretera que llegada desde el puerto junto al mar
hasta las primeras estribaciones de las colinas. Ya en el Siglo V dc comienza
su decadencia y la encontramos ahora totalmente en ruinas. Las columnas que nos
muestran lo que fue el templo de Apolo al final de la península nos permite
imaginar la belleza de su construcción y la pena que da encontrarnos con estos
pobres testimonios de una época floreciente.
Nuestro camino siguió cruzando los montes de la cadena del Taurus hasta una pueblo denominado Karaman donde visitamos una antigua mansión otomana (Tartan Evi) en la que vivió uno de los pensadores mas importantes del islam medieval (1299): Yalal ad-din Rumi , conocido como Mevlana (Mi Señor, o mi Maestro). Tartanevi en el centro de la ciudad de Karaman fue construido en 1810 por Hacı Ahmet Efendi de Tartanevi. Uno de los bellos ejemplos de la arquitectura doméstica turca de Anatolia, el edificio tiene un hall central y dos pisos. Las habitaciones simétricas daban el espacio equilibrado para las dos mujeres de Mevlana. El trabajo con Tapices en lugar de adornos de madera son dignos de mención
Ya tarde salimos para Nidge
donde teníamos nuestra reserva en el hotel. Una vez cenados, nos dispusimos a
dar una vuelta y conocer un poco sus calles y la movida nocturna de la ciudad.
Nos impresionó su caractr moderno, limpio y como dato sobresaliente muchos
negocios locales abiertos por la noche, particularmente aquellos que vendían
frutas secas como higos, dátiles, ciruelas, duraznos, los que presentaban en
grandes racimos para que el cliente se sirviera a su gusto, al igual que la
oferta increíble de especias que ofrecían en sus escaparates
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