Un buen
desayuno en el pueblo nos permitió seguir el camino hacia Igoumenitza, el
puerto de ferrys donde embarcaríamos hacia la isla de Corfú. El camino de
espléndidas autopistas y túneles nos fue mostrando un variado paisajes de
valles y montañas. La llegada al puerto no nos dio demasiado tiempo para
visitar los alrededores ya que llegamos muy justos al horario de hacia la isla.
Corfu es
la segunda isla griega en cuanto magnitud y la historia de la misma se remonta
hasta el momento mítico de los dioses: Poseidón se enamoró de Córcira la bella hija de Asopo y Metopea. La raptó y
la llevó a una isla donde le dio el nombre de Kérkira que era el nombre de la
isla y de su ciudad capital. Hoy se ha transformado en Corfu para la
lingüística inglesa quedando Kérkira para los griegos.
Una historia de batallas
y de luchas, de fortalezas que se crean, se derriban y se vuelven a construir.
Venecianos, otomanos y británicos se pasaron de manos la posesión de la isla
hasta el momento de la constitución de la república griega. Lo increíble es que
no hay destrucciones en la isla sino que a través de distintas ocupaciones y
guerras, el comercio ha estado por encima de todo. La isla era un centro
comercial mediterráneo de gran importancia y las guerras solo imponían al
vencedor pero no la violencia destructiva. Su gran posición estratégica al
noroeste de Grecia se vincula con los Balcanes y con la Europa Central a través
de Italia. Como tal objetivo seductor para los poderosos. Hoy sigue siendo
igual. Una isla seductora para los poderosos... que con sus yates y veleros van
a descansar ( o hacer negocios que para ellos es lo mismo).
En
nuestra visita a la isla llegamos hasta una pequeña ciudad llamada Kanoni con
una hermosa playa y totalmente preparada para el turismo. Sólo que el modo
natural de acceder al lugar es con pequeños yates o veleros. El azul magnífico
de su mar nos daba una vista increíble para quedarse. Kanoni nos brinda unas bonitas vistas del monasterio
de Vlacherna, posado sobre la laguna, y el islote de Pontikonisi, accesible en
barca, que esconde una iglesia del Pantocrátor. Esta ha sido una de las mejores
vistas que he obtenido con ese azul profundo, tanto del mar como del cielo.
¿Por qué ese azul en Grecia?
Por la
tarde regresamos a la capital de Corfu para almorzar y recorrer sus callecitas,
ver su iglesia y la increíble cantidad de tiendas de souvenirs, joyerías y
comercios con ropa de marca que se
sumaban en sus calles con sus escaparates que llegaban hasta la vereda y alrededor de sus plazas frente a la gran
fortaleza. En sus marinas, infinidad de yates y veleros de todo tipo, color y
banderas creaban un verdadero paisaje náutico. Los restaurants con sus mesas
sobre las veredas y terrazas mostraban el dinamismo propio del variopinto
turístico que se mueve (aunque dicen que ahora que pasó el “ferragosto” ya es
menor).
Regresamos
al bus para tomar el ferry de vuelta y ya en el continente nos dirigimos a otra
isla para pernoctar en ella. Leucade, a la que accedíamos a través de largo
puente sobre unos de los brazos de mar.
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