ni es
cielo, ni es azul.
Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!
" Lupercio de Argensola (1559-1613)
Lo mismo diría
del azul de los mares de Grecia. Y esto disparó la pregunta de ayer ¿Porqué en
Grecia? Iniciamos desde el puerto de Nydri en la misma isla Leucade un paseo
por el mar Jónico. Por sus aguas, sus islas, sus costas. Aldeas en sus costas, entradas de mar, pequeños fiordos, islas pequeñas casi sin vegetación, otras con una explosión de distintos colores de verde. Colinas altas y puntas blancas, afilidadas y allí, escondidas, hermosas islas seduciendo a los visitantes como antiguamente, en el mito, fueron seducidos Herácles y Odiseo.
Miradas que te hacen
pensar y sentir lo que es el agua del Jónico. En un momento nos tiramos en la
isla de Ithaca a chapotear como niños en ese azul profundo y transparente del
mar Jónico. Lo habíamos hecho en la playa de Porto Katsiki, en Meganisi y en
Scorpio fuera de las miradas de los Onassis. Porqué? Los filósofos griegos más que dar respuesta vivieron preguntándose por la vida (ese mar azul) de distintas maneras, con
la lógica y la inteligencia de los maestros, los que caminaban con Sócrates
(los peripatéticos), los alumnos de Platon que no alcanzaban a comprender la
idealidad de las sombras y asi toda la filosofía, la matemática, la estrategia
de Alejandro, la política de Pericles, la austeridad de los espartanos y toda
la vida y la civilización griega se nos concentraba en ese azul profundo que
genera tanta belleza.
Nidry fue el
puerto donde se inició este día de crucero y navegación por el Jónico. Es un
fiordo tan grande como los de Noruega y cerca de las islas que visitaríamos a
lo largo del día.La movida que tiene es turítica y naviera ya que en sus costas
se enraciman las marinas con sus naves, veleros y yates amarrados. También una
gran cantera de ruinas particularmente de túmulos funerarios que datan de los
3000 años ac.
En una nave
moderna partimos por ese mar azul. Lo primero fue dirigirnos a una playa de la
misma isla de Leucade llamada Porto Katsiki, una de las playas mas hermosas y
demandadas de la isla. Sólo que llegamos desde el mar. El crucero atracó sobre
la playa directamente y todos confluimos al agua. Hermosa, con una buena
temperatura y un sol radiante de mas de 30 grados. Solo que no estamos
acostumbrados a las piedras pequeñas de la playa que duelen e impiden
estabilizarte si vas descalzo como lo hicimos nosotros.
Luego seguimos hacia
Cefalonia un pueblo pintoresco llamado Fiscardo. Lugar para compras ya que todo
estaba en liquidación como fin de temperada. Un cafecito y seguir hasta la isla
de Ithaca. Como Ulises volvíamos a nuestra isla para encontrar a Penélope con
los problemas con sus pretendientes. Habiendo desaparecido éstos, la vida
siguió feliz. El mito de Ulises o de Odesius ha marcado nuestra juventud. El
amor perfecto de ella, la constancia y la lucha por volver al seno del hogar.
Hermosas ideas que Homero logró transmitir en sus obras. En la isla, sin
contacto con el mito, nos zambullimos desde la popa del barco al azul profundo
de sus aguas.
No percibíamos la profundidad en la que estábamos dado el
carácter sumamente salido del agua que no solamente nos hacia flotar sino que
lastimaba nuestros ojos. En Frikes paseamos caminando por su puerto, mirando
algunos restos romanos como un cementerio y la profusión de puestos de venda de
souvenirs y ropa y una increíble oferta de lancas y veleros de alquiler, con o
sin piloto para pasar el día mar adentro.
Mas tarde nos
dirigimos a la gruta escondida de Meganisi, llamada Papanikolis. Un increíble
hueco sobre la orilla donde la historia dice que un submarino griego del mismo
nombre se escondió de las fuerzas nazis que lo perseguían. El capitán del
Macedonian Palace en el que viajábamos quiso emular aquella acción e ingresó
con el crucero lo mas que pudo en la cueva al punto de poder tocar las paredes
con nuestras manos.
Luego de una
nueva zambullida nos dirigimos hacia la isla de Skorpios. No nos esperaba
Onasis. Es una isla privada aunque algunas de sus playas son visitadas por los
pequeños barcos y veleros. Y como uno mas nos acercamos y volvimos a
zambullirnos en esas aguas saladas. Esta vez co un color esmeralda pensando en cuándo sería la próxima vez que
podríamos volver a hacerlo.
El regreso al puerto de Nidry, el viaje corto hasta nuestro hotel nos animó a salir a visitar las callecitas norcturnas de Leucade y brindar por ese mar azul con una clásica cervecita y snacks que nos sirvieron. El día siguiente nos esperaba con toda la carga de su historia.
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