10/15/2018

Bitácora de viaje. Día 7. Olimpia y Micenas


Para llegar hasta Olimpia debimos cruzar el puerto de Patras, la puerta occidental de Grecia desde donde salen e ingresan todos los productos de la comunidad europea. Eminentemente comercial, la ciudad tiene dos universidades y un importante centro tecnológico. Se llega hasta esta ciudad cruzando un hermoso puente desde Lepanto.







Desde allí llegamos a Olimpia. Impresionante santuario de la época clásica griega en donde se jugaban los juegos pan helénicos. Hoy es el punto central desde donde se toma el fuego sagrado para el inicio de las olimpíadas o de los juegos olimpicos ya sean de invierno, de la juventud y de todo tipo. La llama olímpica de los actuales Juegos Olímpicos se enciende en el estadio de esta ciudad mediante el reflejo de la luz solar en un espejo parabólico, tras lo cual se transporta en una antorcha al lugar que acoge los juegos (normalmente dando un gran rodeo pasando por las principales ciudades de todo el mundo).



Existen restos desde la ´poca bronce, aunque el conjunto de ruinas que definen a Olimpia en la actualidad, datan desde el siglo IV AC en adelante. Es posible encontrar obras de Fidias, documentos de los más importantes juegos realizados. Un campo inmenso lleno de testimonios, desde los gimnasios (lugar donde se entrenaban los hombres desnudos) hasta los campos de juego y carrera. El templo dedicado al dios Apolo de oro y marfil, del cual solo se tienen documentaciones escritas pero no restos del mismo. Su autor había sido Fidias. En 1989 fue declarado Patrimonio Universal de la humanidad.

Existen varios monumentos que testimonian los juegos olímpicos de la antigüedad. Muchas de sus estatuas se encuentran en el Museo Arqueológico que se encuentra a su lado y que resulta necesario visitar. Una excelente guiada a través de todo el recinto olímpico y una buena visita el museo nos permitieron rescatar una historia muy importante de la vida de Grecia.


Las salas del museo se encuentran muy ordenadas y es posible seguir los cursos de la historia y detectar los diferentes niveles culturales a los que se accedió. Hay estatuaria de piedra de la época arcaica y también terracotas más recientes, así como también los clásicos frontones del templo de Zeus. Y no es justo pasar por alto la estatua denominada Victoria, de Peonio. Una belleza. También es posible admirar el taller de Fidias, hasta encontrarnos con la magnífica obra que es el Hermes de Praxiteles. No tengo la información justa pero me da toda la impresión que el David de Michelangelo tuvo su origen en esta estatua y en muchas de esta época, perfección de la estética griega y que justamente el “renacimiento” quiere reflotar: belleza en las formas, estética de los materiales y audacia en la construcción de las imágenes.




Terminada la visita nos dirigimos hacia Micenas. Mucho calor, un sol radiante hizo que obviara la visita a su acrópolis. A la que vi desde un parador cercano. Fue una pena importante no haber accedido a ella. Me quedaba como consuelo que al día siguiente visitaríamos el Museo Arqueológico de Atenas y muchas de sus obras estarían en él.  


Fue Heinrich Schliemann quien descubrió estos yacimientos  arqueológicos y a partir de ahí se comenzó a estructurar la historia de la Grecia Antigua. Desde 1600 a 1100 AC. Son sus gigantescos muros y las tumbas encontradas las que permitieron luego clasificar e interpretar todos los hallazgos que fueron muchos y sumamente importantes.
La época micénica aparece como la de mayor prosperidad y de ahí la riqueza y valor de sus hallazgos. La mayoría se encuentran en el Museo Arqueológico de Atenas al que visitaríamos al día siguiente. Pase a los discutidos intereses de la corona inglesa por poseer esos valiosos tesores, la autoridad y entereza de Schliemann por mantenerlas en Grecia, hizo que hoy las disfrutáramos en su museo de Atenas.

La salida hacia Atenas tuvo una parada en Corinto para observar el profundo y ancho canal que une el mar del Peloponeso con el Egeo. Más de seis kilómetros de longitud, con un plano de Lesseps, resultó una aventura de la ingeniera que culminó a fines del S. XIX. No es la solución del tráfico naviero por más que ahorre 700 kilómetros para quien los use. 
Los grandes barcos de carga y de gran calado no pueden pasar por allí, quedando solo para el turismo y para barcos pequeños que deben hacerlo en una única dirección.
Las rutas recorridas desde Patras hasta Atenas nos mostraron una Grecia más real, en situación de crisis con descuido en sus caminos y muchas fábricas abandonadas. El griego medio que tiene trabajo se encuentra más o menos bien. Los desocupados o los que bordean la pobreza se encuentra en una situación peor. Por los medios observamos que se ha producido una importante fuga de recursos humanos de primer nivel hacia el centro de Europa lo cual degradaría la situación a futuro. El barrio donde se encontraba nuestro hotel en Atenas se encuentra rodeado de pobreza y de refugiados de Siria que deambulan todo el día por las calles. Deseamos como para todos los hombres que encuentren el camino de grandeza que en su momento tuvieron y que puedan incluir en él a todos sus habitantes.

Terminada la visita nos encaminamos a Atenas. Allí nos esperaba una hermosa cena en la terraza del hotel con una fascinante vista del Partenón totalmente iluminado.

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