7/26/2019

Día 12. San Petersburgo 2




El programa del día se iniciaba con el Hermitage. Y había que salir temprano para poder ser los primeros en las colas de ingreso, superar los controles de seguridad y entrar al palacio para luego ser empujados por la ola humana que estaba colapsando todos los museos y edificios a visitar.
El Hermitage no es el “refugio del ermitaño” como traducción literal del nombre. Por el contrario es un palacio construido con todos los “chiches” de la Europa del S. XVIII en arquitectura, diseño, belleza, decoración, mobiliario y todo lo que le pidan. Era el palacio de Invierno de los Zares, junto a la orilla del Río Neva. El complejo lo forman el palacio de invierno y cinco edificios. Todos ellos con funciones propias para el desarrollo del gobierno de los zares. En el interior, tanto el mobiliario como las piezas de arte (pinturas, esculturas, mobiliario, piezas de piedras preciosas, fueron adquiridas por los distintos zares y forman ahora el patrimonio del palacio.



Se habla de que su colección es de más de tres millones de piezas ( guau!) y parecería cierto al momento en que vamos pasando por sus distintas salas y observando la belleza de lo que hay en el palacio. Y nuestra mirada es efímera por cuanto vamos pasando empujados por los que vienen detrás por mas que por la organización los grupos debían ser pequeños. Imposible. Hay muchas cosas que las estamos descubriendo a medida que revisamos las muchísimas fotografías que hemos disparado como para “ ampliar la mirada” a través de las cámaras.

Este palacio fue la primera residencia de la Zarina Catalina la Grande. También era una compradora compulsiva de obras de arte (225 obras en una sola compra de pinturas holandesas= y muchos objetos de arte que estaban recuperando en Europa del renacimiento y los grandes pintores de la época. Luego de la revolución del 1917 muchas obras de arte (más de 500) fueron trasladadas al Museo Puskhin en Moscú para que el arte también llegara al pueblo y no quedara concentrado en San Peterburgo. A su vez, no olvidemos, los bienes de la aristocracia rusa (importante en San Petersburgo) fueron nacionalizados con lo que prácticamente el arte quedo concentrado en los museos u  muchas obras se vendieron a museos externos.



La segunda guerra mundial y la operación Barbarroja de Hitler contra Rusia en 1941 hizo que se evacuaran la mayor cantidad de obra de arte del Museo. Fueron embaladas casi un millón de obras y enviadas por convoyes de trenes y camiones hasta los Urales. El ejército nazi que regresó  a Berlín derrotado, también se llevó muchísimas obras de arte, particularmente de la colección de los impresionistas y escuelas posteriores.
Asi y todo, la visión que tuvimos del palacio es hermosísima y vale lo que dijimos luego de nuestra visita por el Palacio de Verano, el  Peterhof:  todo explica la revolución rusa contra el régimen zarista. La riqueza que tenían se logró gracias a un pueblo sojuzgado, esclavizado y sacrificado. Hoy vemos el arte como testimonio de un período y de un proceso histórico. Pero también hay que analizarlo.
Seguimos caminando por la ciudad, aunque las cuadras caminadas en el palacio nos restaban fuerzas para seguir. Por la tarde, hicimos una pequeña navegación por el río Neva  para ver a la ciudad desde la perspectiva del agua. Los primeros arquitectos y urbanistas quisieron hacer en el S. XVIII una nueva Venecia hasta que advirtieron que las aguas del Río Neva y su desembocadura en el Báltico se congelan en el invierno con lo que  no se podía realizar el sistema de canales. No obstante, dejaron los grandes avenidas  y muchos canales para circular por el agua. Los dos ríos que cruzan la ciudad son importantes y le dan una belleza especial. 



No podes eludir un souvenir y te inclinas rápidamente por tener una Matrioska, cosa que hicimos y alguna también para regalar. Por suerte, para nosotros, la luz se extiende practicante durante todo el día y parte de la noche por lo que sin darse cuenta, es tarde cuando uno regresa al hotel para descansar. Hemos visto mucho y la sensación es que ha sido poco. Todo es inmenso, sorprendente y mágico.  No he hablado de las cebollas doradas de las iglesias y de los espectaculares edificios del S. XVIII y de las nuevas urbanizaciones del  período soviético que tuvieron el objetivo de dar a todos su vivienda. Edificios minimalistas en sus frentes pero viviendas al fin. Y con agua caliente sin costo y electricidad a valores simbólicos. 
Hoy Putin ha mantenido estos beneficios y la población poco a poco va entrando en un proceso de consumo y de mirar hacia afuera. No por nada, el año pasado, en Antalya (Turquía) viajaron mas de cinco millones de rusos a veranear. En un solo lugar.



Y las ganas de seguir  les quieren ganar al tiempo y no pueden. Tal vez, lo que hicimos fue una visita de principiantes. Nos quedan las ganas… lo importante es que haya una próxima vez.


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