7/27/2019

Día 13 Novgorod – Tver



No podes escaparte de la magia y del asombro al salir de San Petersburgo. Te acompañan y creo que lo harán durante mucho tiempo. Camino a Moscú haremos una visita a Novgorod y le dedicaremos un poco de tiempo al “Anillo de Oro” en los alrededores de la capital de Rusia.
Hacia Novgorod volvemos a ver las Dachas a los costado del camino, esas viviendas simples de tres ventanas y su huerto y su jardín a un costado, una al lado de la otra por largos kilómetros. Han sido donadas a la gente y quienes se cansan de ellas no saben que hacer sino devolverlas al gobierno. A veces notamos claros de las viviendas abandonadas.



Novgorod originalmente fue junto con Moscú y Kiev una de las tres ciudades mas importantes de la región. Y tiene mucho que ver con la formación del estado ruso, a partir de la primera dinastía de los zares y de la conversión al cristianismo en el S. X. Toda esta región está llena de religiosidad, particularmente cuando lleguemos al anillo de oro. Aún hoy día el Arzobispo de esta ciudad es una de las figuras más importantes de la Iglesia Rusa. El Kremlin  (fortaleza) y las catedrales 




De San Nicolás y de Santa Sofía son los testimonios mas importantes del Medievo ruso. Sus monumentos han sido declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco (1992) y estuvo muy bien incluir esta ciudad en el itinerario. Cuando iniciamos nuestra recorrida aprendimos que las iglesias ortodoxas rusas tienen en su interior el “iconostasio” es decir, esa inmensa pared donde se pintan o se graban los íconos (imágenes) del santoral  cristiano (evangelistas, santos, predominando siempre la figura del “Cristo Patrokrator” o Cristo todopoderoso. Y cuando existen esas expresiones del arte religioso siempre alrededor están los institutos de teología, de música y talleres de construcción de iconostasios. Todo esto es maravilloso y vale la pena . 

Y por supuesto, al hablar de estos institutos estamos hablando de copistas, de textos antiguos y de gran producción literaria. El monasterio y la catedral de Santa Sofía lucen por su sencillez externa y su barroquismo medieval en el interior.



Por la tardecita nos dirigimos a Tver donde pernoctaríamos. 
Previamente visitamos el Monasterio del lugar y su Catedral construídos en unas islas del lago.












Sus colinas (o “las alturas del Valday”) como le dicen, permiten el nacimiento del Río Volga, que tiene para Rusia una importancia sin igual.



Me llamo Wolga. Tengo  nombre de río. En realidad, soy un río. Soy el Río Wolga. Largo, majestuoso, un verdadero río de llanura.
Serpenteo por las tierras de Rusia, regando sus costas, recibiendo el agua de los deshielos, de las lluvias a través de miles de arroyos, riachos y ríos importantes.






Soy las venas de Rusia, llevo su sangre y su vida por todas las tierras. A lo largo de más de 3700 km de distancia, desde las colinas no muy altas del Altai, entre Moscú y San Petersburgo, hasta descargar mis aguas, en el delta del Mar Caspio. A veces, un río profundo y rápido, otras, mi anchura me permite corretear con una corriente suave y generosa.
“No les puedo decir cuánta agua transporto. Lo que sí puedo decirles, que lo hago desde millones de años. Soy una parte importantísima de Rusia, de la vida de la gente y de su historia. Al punto que todos cariñosamente me llaman  “Mamouskha” , la madrecita, porque soy la madre de la tierra rusa, la que la alimenta a su gente con sus peces,  les da vida con su riego y  con su humedad, favorezco los transportes de pasajeros y de carga y en los últimos años proveo energía para la gente..
“Soy el Río Wolga y durante millones de años siempre miraba Y  vi lo que sucedía a mis orillas. Conozco toda la historia de Rusia. Toda tiene que ver conmigo. El comercio y las comunicaciones pasan por mi curso. Los hombres más simples y los zares más importantes han navegado mis aguas. Mis curvas y recodos hacen que tenga que ver con muchas partes de Rusia. He visto crecer el imperio, sus monarquías, sus revoluciones, sus crisis y sus progresos y he visto la tristeza de sus gentes y de los humildes, así como las guerras dentro y fuera del estado. Nada de lo que ha sucedido en Rusia me resulta desconocido.” (tomada de Una vieja valija de cartón, de Horacio Agustín Walter, de próxima edición).
Cruzar el Río Wolga en varias oportunidades me permitió recordar los orígenes de mis abuelos que nacieron junto a sus orillas, muchos kilómetros mas adelante, en la región de Saratov, lugar de donde han venido y se han establecido en Argentina. Somos “Los Alemanes del Volga”, nos vamos identificando y la gente nos va reconociendo. Y eso es bueno. Tocar las aguas del Volga que en algún momento pasarán por donde han vivido mis abuelos, fue algo importante.


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