7/19/2019

Día 6. Oslo.




Me vuelve la música de Krieg a mis oídos y recomiendo escuchar la “canción de Solveig” del Pier Gynt de Krieg (Ibsen). Es que sólo así puedo entender a Noruega. Con sus paisajes, sus bosques y valles verdes y sus fiordos. Pero al llegar a Oslo tengo la sensación de que aquello, puramente natural, se ha transformado en modernidad, belleza y cotidianeidad gracias a la mano ordenada del hombre norteño. Y si detrás de estos paisajes naturales y urbanos buscas al hombre cultural te encontrás con genios como Edward Munch en pintura. Todos recordamos “El Grito”. Ibsen en la literatura con su Pier Gynt pero también con una infinidad de obras. La casa de muñecas o el enemigo del pueblo se nos vienen a la memoria.. También otro premio nobel como Knut Hamsum. En 1920. Ya después se deslució bastante ante la opinión publica por su apoyo al nazismo. Y el escultor Gustav Vigelan, cuya obra pudimos observar y comprender en esa hermosa visita al Frognerparken.´
 Oslo es una ciudad hermosa. Con una población de más de un millón y medio de habitantes constituye el centro poítico y cultural  importante de Noruega. Los incendios en la historia de las ciuddes tuvieron mucho que ver. En este caso, uno grande, la destruyó casi por completo en 1624. La reconstrucción generó un nuevo nombre como Christiania y siguió los cánones de la época como entramados de madera y ladrillos. Sólo hasta un par de siglos después en que el comercio marítimo la llevó a una era de progreso y modernidad, comenzaron a construir la ciudad con ladrillos y piedras conformando la arquitectura que vemos. En 1814 recupera su calidad de capital y recién en 1924 recupera su nombre original de Oslo. La segunda guerra mundial no le fue del todo bien ya que el Nazismo la atacó muy duramente con el objetivo de conseguir los elementos para su producción atómica que no llegó a terminar (agua pesada). 


Gracias al petróleo a partir de 1970 Noruega se consolida como nación fuerte, con políticas dedicadas al bienestar de la población y , otra vez, entre los países escandinavos, una fuerte imposición de su política y economía, al proceso educativo de la población. La universidad de Oslo tiene mas de 30.000 estudiantes y constituye la mayor oferta educativa para sus jóvenes. Al igual que numerosas instituciones que se suman a esa política.


 

La visita al Frognerparken resultó una decisión genial. Si bien es el parque central de la capital noruega, la importancia radica en que 200 obras del escultor  Gustav Vigeland se encuentran en el mismo y una recorrida entre ellas nos permitió no solo  descubrir y apreciar este monumento inmenso a la cultura sino profundizar en el pensamiento filosófico de uno de los artistas más importantes del país.
Gustav Vigeland nació en 1869 y murió en 1943 y toda su actividad artística la realizó en Oslo. Primero en esculturas de madera y luego en piedra, cuyo testimonio es justamente el Parque Vigeland. Su actividad comienza en 1900 con discusiones con el gobierno en donde ubicar la fuente principal  que debía proyectar para la ciudad. Sólo que a cada paso de su trabajo creativo sumaba nuevos elementos y esculturas al proyecto original constituyendo un parque de  gran cantidad obras en distintos pasos y niveles del parque, rematando en el gran obelisco en la parte más alta del predio.












La estructura del parque va mostrando simplemente su concepción de la vida a través de los distintos grupos escultóricos que rodean siempre un eje central. 



El resultado fueron las 192 esculturas con 650 figuras. Casi toda en escala de las personas, esculpidas en distintos tipos de piedras y con un lenguaje escultórico que todos pudimos interpretar. El tema es “la vida”.   formas de parejas en granito, en las escaleras circulares. La alegría y el dolor está presente constituyendo un paqrue de verdadera riqueza artística.

Su interés estaba dirigido a los seres humanos en los distintos momentos de su vida, en sus distintas edades, encontrándonos con grupos de árboles donde se encuentran las distintas formas desde la niñez hasta la senectud. Otros grupos en


Otra paseo encantador tuvo que ver con  el museo  de las naves vikingas. Es trasladarse a mas de mil años hacia el pasado y ver cómo, con estas pequeñas naves se animaron a cruzar el tempestuoso Mar del Norte para dirigirse tanto a las Islas de la Gran Bretaña, sino también más adelante, llegar hasta el Mediterráneo e ingresar (cosa que nunca lo creyeron los ingleses) por los ríos interiores hasta las puertas mismas de sus castillos. 

Las naves expuestas en el museo son dos. Y vale la pena estar un rato junto a ellas para imaginar su modo de vida, sus travesías por el mar, donde se juntan el valor, el miedo, la valentía y la osadía. Es probable que haya que remitirse a sus creencias religiosas profundas de sus dioses protectores y del premio a sus luchas que sería el Valhalla. Junto a los barcos se encontraron restos funerarios, un carro y todos los utensilios necesarios para la navegación como para la supervivencia cotidiana. Es bueno recordar un poema del  S. X  que dice refiriéndose al paraíso con el que soñaban los vikingos:
Qué clase de sueño es este, dijo Óðinn,

en el que justo antes del alba,
pensé que despejaba el Valhǫll,
para la llegada de los muertos?
Desperté a los einherjar,
ordené a las valquirias levantarse,
colocar los bancos,
y buscar los vasos
traer vino,
como para la llegada de un rey,
aquí me esperan,
los héroes que vienen del mundo,
algunos muy grandes,
por lo que mi corazón se alegra.

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