7/21/2019

Día 7. Estocolmo.


Previo a la llegada a Estocolmo, en una carretera  rodeadas de bosques y lagos pasamos por una importante ciudad sueca: Orebro. No más de 100.000 habitantes. Se atracción mayor es un hermoso parque en el centro de la ciudad, junto a las murallas y un gran castillo rodeado de un lago que preside la ciudad con su imponente y atractiva figura. A pocos metros del castillo se levanta la iglesia de San Nicolás, del S. XVIII.





Y luego de varios kilómetros de recorrido, llegamos a Estocolmo. Huauuuu! Qué ciudad! Ya en la entrada se te presenta como hermosa e imponente. Parques, islas, arquitectura, paisaje acuático son perspectivas para conocerla. El centro se hermosea con cada edificio que vamos descubriendo, desde el ayuntamiento, la universidad, los distintos institutos de cultura que son muchos y la gran cantidad de edificios dedicados a los negocios y oficinas. 

No por nada es la primera ciudad en importancia dentro de la región de Escandinavia. Su localización privilegiada la transforma en una ciudad eminentemente comercial equidistante de los centros financieros y comerciales de Europa (Hamburgo, Lübeck, San Petersburdo, Helsinky, Copenhague) lo que implica también que el reino de Suecia siempre ha sido importante en toda la región. De origen conquistador que había logrado tener a muchos territorios anexados, las distintas guerras con los países vecinos (Polonia, Rusia, Finlandia) fue dibujando su propia estructura de país a la vez que se dibujaban y se tranquilizaban las fronteras de los países limítrofes. Una fecha de finalización de estas guerras fue 1814 a partir de la cual no ha intervenido en ningún conflicto bélico.
Hoy su gobierno es una monarquía constitucional, siendo el papel del Rey de moderador dedicado a funciones protocolares. 
No obstante, durante muchos años fue reconocida como la nación más democrática del planeta. Tal vez sea el tema de la educación por el que este país se destaca. Su presupuesto corresponde al 7,7% de su PBI con lo que lo presenta como uno de los más altos. La obligatoriedad de la enseñanza es hasta los 16 años, aunque se releva que estudian por tres años mas, estando en estas condiciones preparados para ingresar a una tarea laboral o seguir en alguna de las universidades los estudios superiores y de grado. Este presupuesto está garantizado por un alto nivel de impuestos que paga la población. Es lo que hemos visto hasta ahora en nuestro paso por Escandinavia. Una apuesta total a la educación, con lo que se garantiza el desarrollo y el bienestar de la población, tendiendo a que si bien hay diferencias importantes, la separación de los grupos por ingresos no sea tan absoluta.




La visita a la ciudad tuvo su momento importante en la visita del Ayuntamiento y en espacio donde se realiza la ceremonia de premiación de los galardonados por el Premio Nobel anual, con excepción del Nobel de la Paz que se entrega en Oslo. El ayuntamiento de Estocolmo es la sede del gobierno local sobre la isla Kungsholmen. En su interior se encuentran oficinas, salas de conferencias, salones de ceremonias y el lujoso restaurante Stadshuskällaren.

 La llamada Sala Azul es la sede del banquete anual de los Premios Nobel. Y ni hablar del salón dorado con su majestuosidad. Contrasta con los castillos medievales que hemos visto y la belleza y gran decoración de estos edificios modernos nos asombran. Al ayuntamiento no se ingresa en forma individual sino por grupos y por programación. Los suecos son así de ordenados, aunque ponen su casa a disposición. Incluso sus sanitarios para la gente que deambula por las calles.

Una recorrida por la ciudad nos siguió convenciendo de lo hermosa que es Estocolmo. Cruzando los ríos y canales, de una isla a otra y encontrarnos con los palacios gubernamentales, con los edificios públicos y las grandes construcciones del nuevo mundo de ejecutivos y comercio. 

El Museo Nacional mereció una visita. Junto con la Biblioteca Nacional forma las alas del Palacio gubernamental. Fue el anitiguo museo real. Hay muchísimas obras de pintura europea desde el renacimiento hasta la modernidad (El Greco, Rembrandt, los impresionistas). Las salas están muy bien presentadas y con nuestro criterio de seguir caminando siempre por la derecha pudimos hacer una visita muy completa y agradable.



Luego tocó el Museo Vasa. Este es el apellido de la dinastía monárquica de Suecia y también el nombre de un barco. Un hermoso galeón (yo lo llamaría feamente “el galeón de la mala leche¨) ya que se hundió en el mismo momento en que lo botaron, luego de navegar unos trescientos metros. Construido entre l625 y 1628 estuvo hundido en el mar de 350 años lo que hizo que la salinidad y las arcillas lo conservaran muy bien. En 1961 comenzaron a reflotarlo.

Con gran esfuerzo y mucha tecnología logística y de conservación lograron ponerlo a flote y luego ubicarlos en un lugar sobre el que se realizó el edificio en el que se aloja.  Iba a ser un barco grande (1200 toneladas), pero las exigencias (o caprichos) del rey y las modificaciones sobre la marcha hicieron que terminara bajo el agua. Con 69 metros de proa a popa y con más de 50 mt de altura es imponente. El estado de conservación es admirable y la presentación del museo lo transforman en una visita obligada.



Todos los estudios conservacionistas lograron recuperar no sólo objetos que estaban dentro del barco (calones, municiones, comidas, utensilios, sino también las colosales esculturas de madera que lo decoraron y el color bermellón que hoy exhibe. Una iluminación adecuada hace que la visita sea para el asombro. Siempre se habló de buscar culpables y responsables. Iban a caer todos hasta que se dijo que la construcción había sido realizada de acuerdo a los planos aprobados por el soberano. No se habló más.

Por la noche tomamos un ferry con camarote para cruzar hasta Finlandia. Por la imponencia del barco ni se nos ocurrió pensar en el Vasa.

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