7/22/2019

Día 8. Helsinski


Por la tardecita nos embarcamos en el ferry finlandés para cruzar hacia Turku, camino a Helsinsky. La navegación duraría toda la noche hasta el amanecer. Con camarate y buenas pasarelas en los laterales del  ferry-crucero podríamos admirar el archipiélago sueco y al amanecer el finlandes. Realmente el Mar Báltico con sus colores cambiantes y su superficie serena hizo que no sintiéramos el viaje salvo el ruidoso murmullo de los inmensos motores propulsores del barco.  Un par de horas antes del desembarco la actividad fue total. Todo el mundo a desayunar  pensando que no habría o lugar o tiempo. Sobraban los dos.



Desembarcamos en el puerto de Turku, una ciudad finlandesa. El río Aura le da su razón de ser; su archipiélago, con más de 40.000 islas e islotes, paisajes de escándalo; sus instituciones culturales, un cosmopolita ambiente universitario; su longeva historia, hitos arquitectónicos; y su gastronomía, magníficos restaurantes y cafeterías para honrar al paladar. Turku siendo la primera capital fe Finlandia, originada por la propia acción del comercio,  una atractiva ciudad donde la vida transcurre en tono nórdico. Sin prisa pero sin pausa, al ritmo que marcan las bicicletas, luzca el sol o llueva.





Seguimos hacia Naantali un pintoresco pueblo de casitas de madera junto al mar. 



Antes del mediodía habíamos llegado a Helsinsky. Una ciudad también hermosa que gira alrededor de su puerto. De cargas, de cruceros, de veleros, de ferrys que se comunican con todas las ciudades del Báltico. Y por supuesto, es una ciudad náutica con grandes astilleros. Y como tal sigue las tradiciones de las grandes ciudades escandinavas: puerto, comercio internacional, poderío, desarrollo y bienestar. Muchas empresas tienen su origen en ese país, vinculadas a la electrónica, a la madera, a las bebidas, logística, en fin. No sólo propias sino que muchas trasnacionales tienen su base en la ciudad.




Helsinski  está situada en el Golfo de Finlandia sobre las costas del Báltico rodeada de un gran archipiélago, donde algunas islas están ocupadas por instituciones gubernamentales y otras por privados, asi como hay muchas sin ocupar. Con un poco más de medio millón de habitantes, el puerto es la entrada y la recepción del comercio y de la gran cantidad de turistas que durante el verano se presentan.


Creada durante el Medievo para competir con el grupo hanseático del báltico, particularmente alemán (Lübeck y Tallin) se transforma paulatinamente en una nación que busca sus límites. Siempre con conflictos con Rusia hasta que es derrota en el S. XVIII que coincide con la modernización de Rusia con el Zar Pedro I y la creación de San Petersburgo a partir del año 1700.
La segunda guerra mundial generó demasiados problemas para el país. No sólo por las luchas internas de Blancos y Rojos sino por las presiones y ocupaciones directas tanto de los alemanes como los soviéticos. Si bien Helsinski  no fue destruída , sufrió algunos ataques aéreos. Con posterioridad a la terminación de la guerra, Finlandia comienza a crecer a partir de los distintos programas de desarrollo y bienestar, demasiado utópicos para esa época pero que dejaron bien plantada a la nación para desarrollarse y descollar en muchos aspectos de su vida institucional.


Una recorrida a pie por la ciudad, de asueto total por ser el equinoccio de verano, nos quedamos sin compras y entonces dedicados a pasear. La biblioteca Central, con una edificación imponente, junto a la plaza y al ferrocarril central, también estaba cerrada. Los grandes almacenes del puerto reciclados a Hoteles y a edificios de negocios, contrastan con la blanca estructura de la Iglesia cristiana luterana y con el hermoso templo ortodoxo ruso a la entrada del puerto. 
La market place del puerto ofrecía no sólo artículos y souvenirs sino que los lugareños podían comprar sus frutas y verduras. Ya veníamos acostumbrados a nuestra clásica bandejita de cerezas, de modo que no desaprovechamos la oferta ni bien las vimos. Sentados en la sala de espera de las lanchas, cortamos la sed y el calor con unas cerezas que en el cartel de venta decían ser de çAragón. Mundo globalizado, que le dicen.


Por la tarde una visita a la Isla de de Suomentina en la que se destaca una fortaleza imponente que defendía el ingreso a la ciudad de Helsinski . Son seis islas interconectadas. Iniciada la construcción por los Suecos (dominantes en Finlandia) para oponerse a los rusos. Es considerada una obra de arquitectura estratégica de primera y por su conservación ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. El lugar es hermoso y bien vale la pena tomarse una lancha para pasar un momento en ese lugar. La vuelta a Helsinski nos encontró con un nuevo embarque en Ferry esta vez hacia la ciudad de Tallin, un par de horas al sur del Báltico, terminando de este modo nuestro tramo escandinavo que nos dejó muchísimas cosas para pensar. Hasta es posible afirmar que estas cuatro naciones que hemos visitado bien pueden considerarse como el Primer-Mundo-Plus.


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