11/06/2019

Paseo por las aldeas Volguenses. Día 1. II Parte


El 20 de enero de 1878 el Gobierno de la Provincia de Entre Rios dispuso la creación de la Colonia Alvear en el Departamento de Diamante. Y hacia ese distrito marcharon los primeros colonos que llegaron, fundándose así distintas aldeas. Vi<cacheras, hoy Valle María ()de Marienthal), Aldea Campo María (Marienfeld) hoy Spatzenkutter, la Aldea San Francisco, la Aldea Protestante y la Aldea Bergseite Hehler, hoy Salto.

Estas son las colonias a cuya región hemos llegado y ya pasamos por Aldea Protestante y Aldea Valle María. Ni bien salimos de esta última nos dirigimos a Spatzenkutter. El nombre ya sonó raro entre los compañeros de la combi y fue Juan Carlos Scheigel Huck, nuestro coordinador y guía quien se encargó de aclarar un poco los términos. Originalmente la aldea se llamaba Marienfeld, es decir, Campo María hasta 1930 en que se comenzó a utilizar Spatzenkutter, cuyo significado mas aceptado es “Jolgorio de gorriones”. Fabián  Deiloff nuestro guía en el Museo de la Aldea dice en su libro: “ ¿Por qué Spatzenkutter? Si. Es mi pregunto. Lo cierto es que intenté pero no pude encontrar pruebas escritas ni tampoco explicaciones orales convincentes que fundamenten sin dejar dudas. Me suena raro pensar que nuestros fervientes y creyentes antepasados que preferían levantar antes la capilla que sus propias casas, hayan querido cambiar repentinamente el nombre con que se identificaba en el Volga y que suponía la protección de la Virgen María por un tal “jolgorio de gorriones”.

Así nos lo comentaba también cuando nos explicaba el origen del Museo de la Aldea y el porqué de una presentación tan particular, ideal para ejercer la docencia sobre los escolares visitantes, recordando y recreando historias a través de los objetos cotidianos. Los de uso personal, los utensilios de la mesa, las herramientas del taller o del campo, los recuerdos y las fotografías. 

Una amable descripción del museo nos permitió realizar una síntesis de lo que significa la Aldea, de su gente y de sus costumbres e identidades. Antes de terminar la visita nos mostraron un video institucional que muestra a la Aldea Spatzenkutter con su historia, sus actividades y su gente y al final, una pequeña escena familiar idea para el reconocimiento del dialecto, muy bien presentada a tal punto que, a más de uno, se le ha escapado un lagrimón. Ya la tarde se acababa y el sol se caía lánguido sobre el Paraná. De color rojizo nos amenazaba lluvia para el día siguiente y preferimos no pensar. Agradecimos la atención a Fabián Deiloff y su equipo de colaboradores y seguimos.

Una pequeña vuelta por la aldea y seguimos nuestro paseo con el objeto de llegar a conocer el cementerio de la Aldea San Francisco. Por esas cosas de la vida, el cartel desapareció, habremos pasado de largo y entre idas y venidas se nos hizo la noche, con lo que el cementerio nos quedó fuera y no tuvimos más remedio (con la aceptación general de todos) de dirigirnos al restaurant Munich para cenar. Un largo día que arrancó muy temprano demandaba un lugar de descanso y de recuperar energía.
Hace diez años pasamos con Juan Carlos Scheigel por San Francisco y tomamos unas fotografías del cementerio, cuyas tumbas, abandonadas, tenían un aspecto muy especial en su construcción. Verdaderas réplicas de capillas e iglesias. Sólo que el terreno no ayudó y con el olvido y los vertisoles del mismo, muchas tumbas lucían inclinadas. Esto de los vertisoles nos lo ha explicado nuestro  amigo Pablo Bouza con un pequeño apunte que nos envió para que comprendiéramos el porqué del hundimiento del terreno, lo que se debía fundamentalmente a un proceso de “arcillas expansivas”  que en constante movimiento terminan por malograr las construcciones que se montan sobre su suelo. Van aquí algunas fotografías de diez años atrás.

 Al final, recalamos en la Aldea Brasilera donde cenamos y recuperamos más fuerzas que las que habíamos perdido. Esto siempre sucede con la cocina volguense. De entrada Kraut Pirok o empanadas, unas salchichitas con chucrut y una abundante fuente Munich con carnes asadas, papas y batatas al horno y por supuesto, de final un Apfelstrudel. Por lo general todo el mundo regó la comida con cervezas rubias o ambarinas de buen sabor, como premio para un día intenso en conocimiento y emociones.



A la salida nos esperaba una hora larga de trayecto hasta llegar a Cerrito donde nos hospedaríamos. Un buen hotel y una rápida recepción hicieron que el silencio de nuestros cuerpos cansados se confundiera con el silencio del lugar, delicia que disfrutaríamos inmensamente.
Mañana la seguimos.

1 comentario:

  1. Hola Horacio. Hay una razón y una explicación al nombre de la aldea Spatzenkutter. Más tarde busco mi nota sobre el tema y la reproduzco.

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