10/31/2017

Bitácora de viaje. Día 10. Toronto


Toronto nos recibe con la majestuosidad de una gran capital, aunque lo sea sólo de la Provincia de Ontario (que ya es decir mucho por su amplitud geográfica y económica). Con una población de más de 2 millones y medio de habitantes se constituye en un centro de gran importancia. Sólo basta ver sus rascacielos, su centro comercial y financiero para comprender esta concluión. Si bien hablamos de la falta de densidad demográfica esta ciudad está enclavada en la herradura dorada (Golden Horseshoe) donde habitan casi un cuarto de la población canadiense.


Su símbolo emblemático lo constituye la Torre de Comunicaciones con sus 553 metros de altura. Verla desde lejos ya nos tomó el deseo de subir y mirar la ciudad desde sus miradores. La ciudad es cosmopolita por la gran cantidad de habitantes no originarios de la misma, inmigrantes de todas las nacionalidades y que Canadá se ha preocupado con albergar con sus grandes condiciones previas de admisión. 










Tiene en su seno una diversidad étnica de mas de ciento cuarenta comunidades distintas que hablan más de 100 lenguas. La ONU la considera a la segunda ciudad mundial con mayor cantidad de extranjeros, después de Miami.Se considera que esta ciudad tiene las mejores condiciones de calidad de vida. Sólo basta ver su seguridad para andar, su limpieza, su ordenamiento carretero, constantemente colapsado. La entrada por la que circulamos debe tener 4 o cinco carriles. Uno solo, el de la izquierda es para quienes llevan dos o más pasajeros (incluidos los buses). Ese carril está libre. El resto ocupados por una sola persona. Qué conclusión podemos sacar de esto. Alta confort y mucho movimiento.


El origen de la palabra “Toronto” es de los pueblos hurones que poblaron originariamente el territorio sobre el lago Ontario. Significa “lugar de encuentro”. Qué casualidad, Pigüé, el pueblo donde me he criado, tiene un nombre araucano y que significa lo mismo “lugar de encuentro”. Hay demasiadas disimilitudes entre ambas ciudades pero podrían ser hermanadas por llevar tan profundo significado.

Los rascacielos están a la orden del día y conforman el centro financiero, el que ha crecido en los últimos veinte años, particularmente luego de la caída de las torres gemelas, donde muchos capitales vinieron a albergarse en esta ciudad.
En sus alrededores y en el gran suburbano habitan los pobladores y trabajadores de esta ciudad en distintos barrios y categorías.  Se encuentra el Town histórico, el Chinatown, la Litle Italy, los barrios de griegos y portugueses, en fin, casi las ciento cuarenta comunidades viven en este suburbano de Toronto.


La economía tiene su base de desarrollo en las finanzas y en la industria. La llegada de terminales de automóviles y los ingentes recursos naturales vinculados a la provincia de Ontario, mas la logística creada a partir del Río San Lorenzo explican su potencial. Madera, aluminio, hierro, níquel, uranio y zinc son los productos que la provincia de Ontario les ofrece.






Es una ciudad hermosa. Su mejor vista se la tiene desde el puerto, enfrente de la ciudad, casi en unas manzanas deshabitadas que permiten una toma del horizonte torontiano sin grandes obstáculos. Tan hermosa e imponente que no puede tomarse con una escala humana. Se parece en parte a Manhattan pero pareciera que es más ordenada y limpia.





Por supuesto que subimos a la Torre de comunicaciones. El mirador se encuentra a los 342 metros a los que se llega en segundos por los ascensores centrales de la torre. La vista se extiende hacia el horizonte pero lo mejor es lo que está debajo de uno: la ciudad. Una plataforma de vidrio sobre la que uno pisa para encontrar un vacío a los pies y ver como hormigas a las personas que comienzan a acercarse a la torre.

 El balanceo de la torre con fuertes vientos, el carácter antisísmico y anti rayos, la hace segura. De esto uno se entera luego que baja. El día estaba espectacular como para poder realizar la observación desde la torre.



La tarde ya estaba casi cerrando. Esta vez nos tocó un poco de shoping por los centros comerciales y por las galerías subterráneas para protegerse del frío y la el calor. La obra de ingeniería y arquitectura de los casi 30 kilómetros de galerías, que unen terminales de metro, hoteles, shoping, edificios y centros comerciales y financieros, muestran este poderío


El PATH es una red de túneles peatonales, de más de 28 kilómetros, que comunica más de 50 edificios del centro de Toronto.  En él trabajan más de 5.000 personas en más de 1.200 tiendas y establecimientos de servicios, que lo convierten, de acuerdo al libro de Records de Guiness, en el mayor centro comercial  subterráneo del mundo.  Toda una experiencia.



10/30/2017

Bitácora de viaje. Día 9. Ottawa


Ottawa es la capital de Canadá y con un poco más de un millón de habitantes se transforma en la cuarta ciudad en población. Lo es desde 1857 en que la Reina victoria decide nombrarla como tal para no crear diferencias entre las ciudades de habla francesa (Montreal y Quebec) y de habla inglesa (Toronto o Vancouver). A la vez la alejaba de los territorios de Estados Unidos que por aquella época todavía tenían sus intenciones expansivas.


De todos modos, al caminar por Ottawa no te parece que te encuentras en la capital de un país tan grande como lo es Canadá. Luego de estar en provincias francesas, ahora el inglés, la milla y la cartel ería prima por todas partes.
La ciudad tiene una escala muy especial y al ser cruzada por el rio y canal hacen del centro un hermoso lugar.


Ciudad tranquila, serena pese a la organización de lo público y de lo político. En la ciudad mantienen dos entes gubernamentales importantes. 
La Sede del comisionado de la Reina ya que Canadá pertenece al Commonwealth y por otro las autoridades nacionales y municipales.
La autoridad nación es parlamentaria con un primer ministro. En los días que pasamos por allí se eligió al representante de la reina (debe ser canadiense) y fue elegida una mujer para el cargo.


Su centro gubernamental es espléndido en cuanto a la arquitectura. Sus tres bloques gubernamentales, sobre las orillas del canal tienen una presencia muy importante. La zona comercial y financiera tiene su sello emblemático en la conjunción de la banca antigua (edificio) con la fusión arquitectónica de Calatrava y sus arcos y costillas sosteniendo grandes volúmenes de cristal.

A partir de la recorrida por la ciudad nos dirigimos hacia Toronto, aunque en el camino nos detendríamos para realizar una navegación recorriendo las mil islas del Río San Lorenzo, en esta región, límite entre Canadá y Estados Unidos.




Resulta una parada obligatoria realizar un pequeño crucero por el Thousand Islands, ubicada en la ruta que va de Montreal a Toronto.
El Río San Lorenzo es la comunicación natural entre el Atlántico y los Grandes Lagos (Hurón, Ontario, Michigan, Eri y Superior). Estos son compartidos entre ambos estados. 

Previamente a ellos se encuentra este sector del Río San Lorenzo con su belleza de islas en las que el sólo hecho de recorrerlas y observar su paisaje te produce la frescura y el bienestar de un hermoso paseo. 
Cada isla es propiedad privada y en ella se levantan desde pequeñas chozas de pescadores hasta castillos importantes, dependiendo de la superficie que cada isla tenga. Y más allá del paisaje se encuentran las historias que cuentan los lugares o que los propios turistas podemos comenzar a imaginar. Desde el Castillo de Boldt fruto de caprichos de multimillonarios, historias de guerras y de hadas y  fantasmas, de amores prohibidos y las historias de contrabandistas y fugitivos de la época de la ley seca. No las hemos contado a las islas aunque algunos hablan de más de 1600 islas en toda la región, con construcciones en la mayoría, casas de descanso y de placer. No sólo llegan los dueños de las principales ciudades de Canadá sino que llegan desde Búfalo, Cleveland, Pittsburg y Chicago. Solo con una buena condición: tener mucho dinero, lugar para que crezcan algún árbol y terreno suficiente para una construcción. Con 1000 ms ya se tiene una isla. La tarde de sol acompañó. La brisa fresca y un cielo azul nos pintaron las miles de fotografías que entre todos los turistas del crucero tomamos esa tarde.



Luego de comer un tentempié nos dirigimos a Toronto donde llegamos cuando estaba anocheciendo.

10/29/2017

Bitácora de viaje. Día 8. Hacia Otawa



Dejamos los encantos de Quebec con sus tienditas y sus restaurants en el puerto, con ese gran mural donde la historia ha quedado plasmada con el hechos mas importantes de sus vidas, su gente amable y deliciosa y nos dirigimos a Otawa haciendo un camino largo. Primero iríamos hacia las montañas pasando por los bosques laurentinos.


Desde Octubre y por pocas semana es posible disfrutar la paleta diversa de colores que ofrecen los bosques canadienses, sus verdes intensos, sus hojas mutando a rojizo como el arce o maple,  conformando lo que se llama el escudo canadiense, un bioclima donde los bosques, las llanuras, los puntos de agua comunicándose en forma de ríos o arroyos circundan todo el norte entre los ríos San Lorenzo y Mac Kenzie. 



Aunque la característica clara de esta zona es el frío. Con fuertes nevadas en el invierno y un fresco que no pasa los 10 grados durante el resto del tiempo. En estos días creo que nos encontraremos con temperaturas mas agradables.


La población de Canadá, el segundo país más grande del mundo, apenas supera los 30 millones de habitantes y más de la mitad vive en las grandes ciudades del sur como Toronto, Montreal, Québec y la capital: Ottawa. El resto del escudo canadiense está casi despoblado y con su ecosistema intacto en su mayor parte, salvo en las áreas de más antigua ocupación.

 Los primeros pobladores, los inuits o esquimales, llegaron a Canadá a través del estrecho de Bering, perfectamente adaptados al clima riguroso han incorporados aquellos medios técnicos que facilitan su subsistencia.


Uno de los primeros lugares en que hicimos nuestra parada para almorzar es un pueblito muy bonito con su lago de color azul intenso, tanto como el cielo que nos fue acompañando hasta ahora durante todo el viaje.


No tiene más de 10.000 habitantes y llegó a ser un pueblo-clínica para atender la salud de todos aquellos que venían con problemas pulmonares. El aire puro, limpio, y el microclima del lugar hizo que un momento determinado se creara un ferrocarril para llegar hasta el lugar, lo que potenciaba la asistencia de pacientes y turistas. Las edificaciones que se realizaron alrededor del lago respondieron a esta propuesta de atención de la salud. Hoy no parece estar dedicado a ello aunque se ve a mucha gente grande que la ha elegido esta ciudad para pasar su tiempo de jubilados. La tranquilidad se nota y he visto un cartel invitando a “discutir tomando un pequeño café”.








Despues del almuerzo nos dirigimos a Mont Tremblant, un centro de esquí en el norte. Abierto durante esta época del año y con innumerables cantidades de propuestas para toda la familila.
Hay una playa de estacionamiento donde se dejan los vehículos y de ahí a la plata superior del centro, unos trescientos metros en altura, se encuentran las plazas desde donde se distribuyen todas las atracciones. Hasta ahí se llega en un medio de elevación gratis que pasa por sobre las edificaciones y te deja en la plaza principal.


A partir de ahí están todas las atracciones para chicos y grandes, la mas importnate en ese momento era lanzarse desde la punta del cerro en pequeños carros por un canal de madera hasta la base, subiendo nuevamente por los medios de su elevación, mientras los carritos se enganchaban automáticamente a los mismos para llegar hasta la cima Una vuelta infinita.

 





Los chicos disfrutaban con sus camas elásticas, sus correrías y caminatas por la montaña, haciendo rapel en paredes de distinta dificultad. Las marcas mas importante de ropa deportiva tienen su lugar ahí (Burton, Nike, Adidas y otras), asi como también las de camperas y ropa para el frío, skys y todo aquello que permita “gastar” el dinero de la gente. Lugares apropiados para tomar un cafecito o un capuchino, siempre con un paisaje alrededor muy hermoso.



Ya por la tardecita emprendimos el viaje de vuelta hacia Otawa, la capital de Canadá.

10/28/2017

Bitácora de viaje. Día 7. Quebec

Hoy nos toca un viaje descansado y sin estrés. De Montreal a Quebec, siguiendo las orillas del Ríos San Lorenzo con sus bosques y llanuras de color verde de tonos variados. El agua es casi el elemento esencial de Canadá. Hay mucha. En sus grandes lagos, compartidos con Estados Unidos, en sus ríos y riachos que confluyen al Atlántico.
La humedad es la base de la fertilidad de un suelo totalmente trabajado. A veces pienso que es casi imposible que un país con una densidad demográfica pequeña (poca población en relación a tan inmenso territorio= pueda realizar el desarrollo que muestra.


Al llegar a la ciudad de Quebec comenzamos con un grado de asombro. Ingresamos por una gran avenida histórica donde podemos ver hacia un lado los edificios institucionales mas importantes y por el otro, el campo o la llanura de las batallas donde los canadienses recuerdan sus luchas con Estados Unidos y también sus arreglos para seguir viviendo como buenos vecinos.
Ingresamos al centro amurallado y nos dirigimos a la costa. Lo primero que se te impone es el Chateaux Frontenac, por su magnificencia, por sus dimensiones y también por su construcción.
Es un gran hotel, construido por la Canadian Pacific Railway, dueña de tierras y ferrocarriles. Es el ícono de Quebec desde donde se puede ver el puerto y la ciudad en sus mejores miradores.
Dicen que es el edificio más fotografiado del mundo, particularmente por  sus torres y torreones circulares, sus techos inclinados y su altura en relación al resto de las construcciones. Al frente un gran mirador hacia el puerto y hacia el centro histórico de la ciudad a la que accedimos dificultosamente bajando un par de centenares de escalones difíciles. A la mitad, no habiendo vuelta atrás debimos seguir hasta el bajo donde nos encontramos con tienditas de souvenirs, iglesias, restaurantes mantenidos con un gran criterio histórico como comercial. 

Después de pasear por esas callecitas decidimos superar las comidas picantes de los últimos días, muy propias de USA y sus cercanías y entramos en un restaurant italiano para disfrutar un buen plato de spaguetti con una generosa copa de vino canadiense. Muy bueno.


El puerto con sus cruceros inmensos, entre ellos el Quen Mary II, las ciudades de la otra orilla y las historias de la guerra en el campo de las batallas muestran un pueblo que mantiene sus tradiciones y su historia. Durante la influencia y autoridades inglesas se intentó quitar la memoria. No obstante al recuperar los territorios por parte de los franceses, en el Parlamento de Quebec se colocaron todas las estatuas de los grandes personajes de la historia, desde los líderes de los pueblos originarios, los ingleses, los pioneros y los franceses y una emblemática leyenda “ Je me suivons”. Yo me recuerdo”.  Impecable. Figura en el escudo de armas de la ciudad. Para no olvidar es el magnífico mural en este pequeño barrio del puerto donde todas las escenas narran la historia de la ciudad. Miles de chasquidos de las máquinas fotográficas impregnaban el ambiente. Una bella estética.

Desde allí salimos de Quebec para alejarnos unos treinta kilómetros y visitar la basílica de Santa Ana de Beaupre, centro de las peregrinaciones anuales de los canadienses. Creada para lugar de culto de las poblaciones vecinas, terminó siendo por los reportes de milagros y curaciones un centro de peregrinación (nuestro Luján), con una belleza de construcción y en un paraje muy especial.


Más tarde hicimos unos kilómetros y nos dirigimos hacia los Saltos de Montmorency. Situada su caída casi sobre el río San Lorenzo es un centro de visitas turísticas muy importante. Innumerables cantidades de escaleras permiten las caminatas de la gente tanto para subir hasta el pelo de las cascadas como para bajar a lo largo de tres kilómetros hasta donde descarga en el río.



Ya cuando creíamos que podíamos descansar tuvimos otra alternativa de visita. Ingresar en una finca donde preparan el famoso Sirope o Jarabe de Arce. Volvamos al principio.


 La hoja de arce figura en la bandera canadiense de color roja, justo antes de caer en el otoño. Durante el año es totalmente verde y permite rejuvenecer el árbol de Maple o Arce de modo que se le extrae el agua de azúcar con el que se fabrica el Sirope, Siruk o jarabe de Maple, ideal para comerlo con panqueques y otros deleites de la cocina. 

Les aclaro que no tenía la menor idea hasta el día anterior en que mi hija me pidió le llevara un frasquito. A veces la casualidad ayuda, como en este caso y ahí compramos el jarabe que en cualquier domingo de estos probaremos junto con los exquisitos panqueques que nos deleitará mi hija.
Esta visa a “la casa del Azúcar” en la Isla de Orleans nos permitió ver todo el proceso de adquisición del agua, su conversión a jarabe y la preparación final de distintos productos. El trabajo es muy artesanal pero evidentemente es reconocido como original de esta región y muy demandado por todos.





Cuando llegamos al hotel. Ya era de noche. No quedó ni tiempo ni ganas de seguir haciendo algo más. Solo para avivar el recuerdo de haber paseado todo un día por una ciudad hermosa, encantadora, muy francesa y con una gente amable. Un detalle adicional para seguir teniendo en cuenta en futuras visitas a este Pais. Quebec es la capital de la provincia francesa de Quebec. No es la capital de Canada.